Los domingos son para dormir por Patricio Erb

"Los domingos no son cartesianas"
Por Patricio Erb. Vía
“¿Qué cuento te gustó más?” Sin lugar a dudas esta era una del 99% de las preguntas periodísticas que conocen de antemano su respuesta. “No sé”, me dijo la autora de “Los domingos son para dormir” (Editorial Entropía), que de inmediato amplió su contestación contándome los cuentos preferidos de otros. “Los domingos son para dormir”, de Sonia Budassi, invita, del primero al último de sus relatos, a mirar una pantalla de 1000 pulgadas de ideas que buscan desesperadamente un pedazo de carne. “Acto de Fe”, “Seis menos dos”, “Fuera de temporada”, estuvieron entre los mencionados por Budassi (que otros le dijeron), como las narraciones que más gustaron. Tal vez estos tres cuentos pueden pensarse como el paso de la racionalización cartesiana más brutal a la materialidad del dolor (sea de felicidad o de tristeza).“Acto de Fe”, con mirada femenina, hace recordar a "Memorias del Subsuelo", de Dostoievski. La protagonista, sola en el extranjero edifica sus relaciones (lo maravilloso, lo más o menos, lo terrible) de forma imaginaria. Incapacitada de gritar... de decir, la actriz principal del cuento mantiene vínculos ficcionales con los que la rodean. Pese a todo, allí deviene lo concreto: la muerte, como una irrupción en la vida intelectual, inmóvil, de ella, que sabe pero no puede. Imaginando una línea progresiva hacia la tangibilidad, el cuento “Seis menos dos” podría funcionar como un puente entre lo intelectivo y lo material: la vida de una niña de campo que, dentro de su mundo enfant, vive junto a sus tres hermanos, en casi una misma escena, el nacimiento (fallido) de un ternero y la muerte de sus padres.Con respecto al primer cuento aquí mencionado, en “Seis menos dos” se observa un giro: la niña protagonista del cuento, dentro de su inocencia, es parte del barro del mundo; mira como sus hermanos (sin éxito) ayudan a parir a un ternero, siente dolor al clavarse una astilla y asume con naturalidad que no verá nunca más a papá y mamá. Finalmente “Fuera de temporada” es el punto de llegada de esta falsa progresión que elimina por completo al mundo de las ideas platónicas. Llegar a Pehuancó en diciembre significa abandonar el racionalismo cartesiano y entrar definitivamente al “conocimiento de sí” foucaultiano. No se trata de empezar a leer libros de autoayuda, sino de enfrentar físicamente los problemas que nos atormentan. Tres amigas en un balneario (nada chic) del sur de la provincia de Buenos Aires fuera de temporada, es la entrada concreta de “Los domingos son para dormir” a lo bello y a lo desagradable de la vida.

"pictures to prove"*

el blog más cool de la blogósfera made in Laurishkaia anda por todos lados como paparazzi de nivel literario siempre artístico a veces casi hermosamente chic.
En la única foto que tengo de la presentación me siento escoltada, como estuve, por un Bruzzone un Vanoli y, más allá, un editor SMD pero está mejor ver a los que rondan, dos o tres pasos después; una muestra de un par que fueron muchos más.



*El título es de un mail con una foto adjunta que amiga le sacó a amigo en risueña pose sebreli/perfil (guiño para semientendidos) leyendo Los domingos son para dormir.

(la confusión de los últimos días te pone al borde de la neurosis llana y manejable o de la frivolidad)

Los domingos son para dormir por Hernán Vanoli

(Leído por Hernán Vanoli en la presentación del libro. Vía El volquete)
"Todavía estoy tocado por el libro de Sonia. El desafío es que uno no puede alejarse de esos textos, y por eso cuesta tanto ponerlos en perspectiva, ordenarlos en la serie literaria, establecer sus filiaciones. Decir, por ejemplo, que Sonia es la cruza perversa entre algunas zonas de la obra de Manuel Puig y las herederas contemporáneas del realismo norteamericano, entre las que cuento a Lorrie Moore y en especial a A.M. Homes, herederas a su vez de la McCullers, de Dorothy Parker y de Flannery O’Connor. Los cuentos que conforman Los domingos son para dormir pueden ser ubicados en ese mapa. Pero se sabe que leerlos desde esos códigos, inscribirlos en las series imaginadas por los lectores cultos, series posibles entre tantas otras, es, también, domesticarlos. Como así también es domesticarlos exponer, al estilo Marianito Grondona, el diagrama de ejes y oposiciones que iba anotando en los márgenes del libro. Igual lo voy a hacer.La serie perro – gato – peluche, por ejemplo. Todos los cuentos tienen perros, gatos y peluches, peluches o juguetes, y este triple juego, esa línea, emerge en paralelo con otra línea que brilla y se oculta en los cuentos, un relampagueo envolvente, y se corresponde con el sistema de pérdidas y parentescos que se establecen entre lo que sería la naturaleza, la infancia y lo social. Son dos ejes que se potencian por acumulación: lo que se suma es ideología, la ideología que habita al lenguaje. El tercer eslabón de ambas líneas, el que se corresponde por un lado con los peluches y por otro con lo social, está arrebatado de ideología, y el libro es el despliegue de ese crescendo, y de los cruces rizomáticos que pueden llegar a producirse entre ambas líneas. Podría pensarse en un cuadro de doble entrada: el perro en correspondencia con la naturaleza en su fase mítica (lo natural en fraternidad, interrumpida por lo brutal); el gato como refracción de la infancia constituida por la cisma de los roles de género; y, finalmente, el peluche, o el pequeño pony, el pin y pon, como lo social atravesado por la imposible sutura de lo político (particularmente, la hipocresía, el código, o, como dice la contratapa del libro, el prejuicio como mecanismo semioculto del movimiento de las cosas). Ya está, lo tenemos ahí, el cuadrito de doble entrada para una clase de filosofía política, si se quiere. Oposiciones y relaciones que el libro desmonta y rearticula, complejizando, a través de una experiencia de lenguaje que muestra un virtuosismo poco usual. En algún momento, Walsh dijo que los buenos libros sirven para hacernos menos estúpidos, y en ese sentido, Los domingos son para dormir es un precioso instrumento de saber.Pero hay otras dos cosas que me gustaría resaltar del libro, y que tienen que ver con su densidad social. Son dos puntos cortitos, no se asusten, y mucho menos abstractos. Son los puntos que me interpelan. El primero es que Los domingos son para dormir podría ser pensado como la continuación low fi, micropolítica si se quiere, de la línea de los reventados en la tradición literaria nacional. Algo de Fogwill, algo del Turco Asís parece anidar ahí. Los cuentos parecen decir: no hace falta ser un gran traidor, no hace falta la picaresca ni la forja artliana para ser un reventado porque, a fin de cuentas, esa sensibilidad del reventado nos constituye a todos, forma parte de la identidad de nuestras urbes, particularmente de Buenos Aires. Las pequeñas reventadas del libro, ocultas en la selva urbana, viven y actúan bajo la sombra de ese infierno, con la novedad de que sus voces, al mismo tiempo, escenifican y desmontan la paleta de prejuicios de género que las coacciona y las constituye.
Este primer punto, lo que yo llamaría las reventaditas no con desprecio sino con admiración, porque si hay algo que el libro elude es el desprecio por sus personajes, se vincula con el tema del desarraigo, que vendría a ser el segundo punto. Las reventaditas viven en la frontera: son y no son del campo, son y no son de la ciudad. Justamente, el desarraigo hace que sean y no sean reventadas. La ciudad es un personaje más, la ciudad-selva opuesta al campo-infancia. El desarraigo, la migración a la gran ciudad desde las ciudades de provincia, ese proceso silencioso y silenciado desde principios de siglo en el país accede al régimen de la representación, con sus contradicciones. Ese sustrato social hoy policlasista, que tuvo un fuerte emergente en la reciente pugna entre el gobierno y los sectores agropecuarios, es procesado y analizado en el libro, sin concesiones. Reventaditas. El desarraigo habilita cierta transparencia en los procesos y las contradicciones políticas que configuran un ethos social, y otro de los méritos de Los Domingos es trabajar con los matices de esa experiencia. Por eso, y en nombre del reventadito que hay en mí, tengo que decirle gracias a Sonia por invitarme a decir estas palabras, y gracias a la Editorial Entropía por publicar este hermoso libro.

celebramos un libro, se vienen otros, soy Susana soñada

Todavía emocionada y contenta por todo lo lindo que pasó ayer (Vanoli y Bruzzone, la lucidez como forma de cariño; la bella Viole emocionada cuando nos viene a saludar) y fue tanta gente, pero gente linda y volver con la mochila con muchos libros, la resistencia de 10 kilos más y jazmines perfumosos en la mano y en el bolsillo de la mochi guardar lo que Lorena mi artista favorita me regala el color irreverente y glamoroso, la dulzura justa de los sugus confitados; porque antes mechi que me consuela y le pone garra y todo su conocimiento estético fem "chic lit" y dani me regala un pico dulce y después Mati una lata de cerveza y más tarde en la pizzería me dicen "vos no tenés que pagar -esta noche-" generosamente, antes Valeria Entrópica que vende libros y yo cuando agradezco de atolondrada un poco nerviosa contenta me olvido de nombrar a la otra mitad del cuarteto entrópico pero todo está bien, la celebración de un libro más con muchos amigos, Funes, Luis D Fernandez (mi filósofo hedonista favorito), Ale Caravario, Juan Terranova, Leo O y Ale Zina, Celia, Bren, Lio, Mr. Jota y Mr Hernaiz, la patota de Perfil que es una banda, la banda de escritores (el libro de Pandolfelli está agotado, para cuándo la reedición) y reseñistas y periodistas y músicos que andan por ahí como también pasean o charlan en las mesas esa gente "de otro lado" (Mercedes; Marcelo Ezquiaga y su chica divertida y linda y te cambio un disco por un libro) y suspendemos, solo por esta noche, la palabra operación, el cinismo y la crítica distancia; me gustaría recordar la máxima entusiasta de Jaramillo en la vereda que tenía que ver con "no nos olvidemos de que somos amigos cuando" y seguía, era algo así.
Y quiero hablar de cada uno y las cosas inteligentes -mucha intelectualidá hubo también- o bobas pero divertidas y cariñosas que se dijeron seguir pantalleando esa noche tan llena de gente y preciosidad ("quedemonos un rato más, la gente tiene buena onda", dijo un amigo)en Libario bar, pero qué fiaca tengo que ir a trabajar.
(...)
Me salva que ahora le robo algunas fotos a Pola mi Moria revelación de nuestra intrépida lucha a favor de la proliferación de los libros en las arenas de Mar del Plata, en los campos de la Pampa, en las calles de Buenos Aires, en los teatros, las revistas y en los cabarets. (qué revelador rrrrr)

Ella dice (y fue así mutuo, instantaneo, luminoso):

"Ayer noche, en la presentación del libro de Sonia Budassi, todos quedamos vaporosos después de oir las palabras de Vanoli, Bruzzone y el cuento que leyó Soña, yo corretée a felicitarla y entonces, entre la brisa del patiecito y las ondas biondas de Soña, nos miramos a los ojos y fue como despertarnos del Leteo; porque había un arquetipo platónico que nos unía, y Soña y yo nos conocíamos de toda la vida. A saber, de ésta:


En un maravilloso post, la preciosa Pola cuenta "todo lo de anoche" y las rutilantes peripecias de nuestra extensa carrera literaria.

(click para ampliar en esas simultaneas dedicatorias -ninguna había chusmeado la de la otra eh- pero era esperable, libro azul, libro rosa, uñas azules, uñas rojas; que bueno que ya tengo su libro para leer)

ojalá venga gente linda


"Editorial Entropía presenta el libro Los domingos son para dormir, de Sonia Budassi".

Félix Bruzzone y Hernán Vanoli dirán unas simpáticas palabras y brindaremos por todo lo bueno que pasó este año, por los amigos, por lo que quieran y por lo que vendrá.
El lunes 22 a las 20.30, en Libario Bar (Julián Álvarez 1315, entre Cabrera y Gorriti).

"La voz y el pueblo"

fotografa, talentosa y premiada

Lorena Fernández ganó el Primer Premio por su trabajo Cama, de la serie marido/luna de miel/arrastra mi corazón hacia la luz.


"una historia de amor montada sobre un empapelado con clima hogareño"
Para el segundo número de Esto no es una revista literaria me pidieron un texto que -cuánta culpa por los editores, siempre pacientes y generosos- hice a las corridas y salió poco inspirado. Pero como las excusas no se filman y estamos un poco melancolicos y masoquistas lo posteamos igual dejando en claro que el resto del contenido de la revista es mucho mejor.

++

Prejuicios, etiquetas y generalizaciones, la prensa suele descubrir el libro del año todas las semanas. Sabemos que una publicacion con aspiraciones de circulación masiva necesita nutrirse del áspero goce de convertir su rutina en una determinación certera que, cuando la máquina editorial funciona, cambia el trabajo de discernimiento por el reposo activo del lugar común. La sentencia en forma de título nace a veces del prejuicio o la ignorancia más que de la lectura, el pensamiento o, mucho menos, el rigor. Decir, por ejemplo, que las “editoriales independientes” son interesantes de por sí es un fácil detonante, un botoncito generador de contenido tan bueno como puede serlo cualquier otra generalización.
La editorial 451, por ejemplo, es española y la distribución de sus libros en el país fue recibida, en ciertos espacios de la capital, con una efusividad refleja y muchas veces ingenua.

(Nos estamos salteando el problema, la eficaz pero frágil carátula del término independiente, utilizada con desatino muchas veces para equiparar un proyecto como puede ser VOX, con otro extranjero y bien distinto como el de Tusquets, Acantilado, Anagrama o la misma 451, autoproclamadas independientes pero con una diferencia abismal en cuanto a sus recursos y apuestas, entre otras varias diferencias. Largo etcétera.)

*Una novela de una festejada nueva editorial.
Entonces, el libro.
“Un cajón conservaba docenas de recortes dedicados a la Casa que repetían una y otra vez la manida y proverbial ‘escultura habitable’”, se lee en Casa, tercer libro del peruano Enrique Prochazka que, según anuncia la contratapa, fue nombrada “la mejor novela del año 2004” en su país. Los recortes son periodísticos: un personaje busca saber quién es, en principio, a partir de lo qué dicen de él y de su obra los diarios y las revistas. El detonante de la novela es un golpe, un hombre que cae y nota que ha perdido la memoria de los últimos quince años. Prochazka no elige un personaje simple, sino a un “genio loco”; Hal es un reconocido arquitecto, tan famoso como ermitaño, que ha construido su propia casa de una manera original y exótica. El lugar se intuye como un Frankestein posmoderno, mientras las primeras páginas prometen un descubrimiento detectivesco, de estilo inglés intelectual, en el que, más que pedir testimonios para reconstituir su identidad, el personaje busca con un énfasis que irá colmando cada página, leer los símbolos de su obra; los indicios que él mismo ha construido en su pasado.
Hasta acá, todo parece ir bien. Pero en seguida el autor elige despegarse del riesgo posible y tomar, en cambio, el camino de la pretensión intelectual, del despliegue de citas cultas y de ciertos clichés de la sofisticación y de lo que se supone complejo.

La redundacia como efecto de la estupidez
Enrique Prochazka toma el tópico del doble; cada vez que se refiere a sí mismo, Hal habla de un “Alguien”. “Apareció la mañana colorida, que hinchándose como una burbuja parecía huir del ciego y ya inútil alfabeto de mil toneladas que Alguien y su erróneo dios habían inventado”. También su hija adolescente funciona como espejo de su esposa muerta; lo sabemos porque suele reiterarlo en varios pasajes.
Mientras el personaje recorre la casa buscando esos raros efectos que él como arquitecto a diseñado, observa con distancia el movimiento de sus hijos y de un mayordomo atildado que por momentos recuerda al simpático e irónico personaje de Batman. Pero en busca de todos los recovecos, los juegos de ángulos y espectros ópticos que el diseño arquitectónico de su hogar le ofrece, Hal encuentra “el centro” y la novela da un vuelco. En ese reducto blanco y hermético, el personaje recuerda algunas cosas de su vida, pero también lee obras de antropología en las que se afirma, por ejemplo, que en ciertas tribus, ante la escacez poblacional, se concebía un sororato (es decir, una forma de incesto), “donde la hija, no la hermana, era la igual a la madre”. Ese subrayado, innecesario como todo subrayado, sobre la tensión erótica entre Hal y su hija no es el único.
Cada capítulo está precedido por citas a distintos autores. La frase de Levy Strauss sobre el incesto es tan obvia en esta novela como la de Borges: “¡Oh, dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!”. A medida que se avanza, entre teorías del arte, antropológicas y filosóficas que no complejizan la experiencia literaria ni la cosmovisión del personaje sino que desarticulan y desinflan la intensidad narrativa, la novela se vuelve un cúmulo de pretensiosas abstracciones que diluyen el interés del comienzo. Laberintos, mitología griega, poemas que escribió el arquitecto -“se dispuso a leer con atención y pausadamente su propia obra maestra, sin perder de vista que ella era efecto no del talento, sino del horror moral e intelectual”-, el recuerdo de una confusa iniciación del protagonista junto a un indígena australiano al que llama “el Gran Hombre”, y diversas consideraciones teológicas que terminan por crear una novela de nula densidad, en la que se descubre, sin las vueltas que ya se le han dado desde lo paródico, la gran influencia, tardía, de Borges.

Literatura arcaica
¿Qué propone hoy una literatura que adopta a Borges desde la llana reescritura, desde el solemne homenaje? Es sabido que los best sellers tienen la sana intención de enseñarle cosas al lector sobre distintos tópicos, y que eso los vuelve interesantes agentes culturales. Pero no parece ser éste el objetivo del autor; por el contrario, concibe un arcaico proyecto literario, una literatura frívolamente “seria” y “profunda”. Prochazka parece querer hablar de cosas importantes, inteligentísimas y complicadas, que luzcan escritas con resaltador amarillo fluo.
No es una desviación del narrador si no parte de su estrategia, dejar de lado otros potenciales nudos narrativos, como por ejemplo el reencuentro de ese hombre con una familia a la que le no hablaba desde hace años, entre otros.
Enciclopédica y cosmopolita
La ambición de concebir una novela enciclopédica y cosmopolita es visible desde el vamos, a partir de los nombres de los personajes, “Hal” (alguien me dice que puede hacer referencia al crítico norteamericano Hal Foster), “Anna”, “Aleister”, “Señor Clarke”, todos de tono foráneo o que no suenan precisamente ni peruanos ni latinoamericanos, y también en las nulas referencias a una sociedad, lugar y tiempo determinados. Casa parece traslucir esa ideología de best seller literario de calidad –un estilo que tiene copyright en, precisamente, sellos “independientes” europeos-; de literatura “fina” de exportación, que se pretende para lectores “inteligentes” de cualquier parte del mundo. Pero en ese propósito Casa termina siendo algo ezquizofrénica: en este contexto, no puede extraerse de la redundancia otro efecto de lectura que no sea la subestimación del lector. Y al mismo tiempo, las numerosísimas referencias a artistas disímiles –desde Le Corbusier al escritor Sebald- parecen buscar engolosinar a ese lector con cierta idea de cultura para que se intuya compartida.
Esta combinación hace que Casa sea una obra difusa, que no termina de hablar ni del mundo, ni de la representación, ni de la filosofía, ni de sus propios personajes de manera convincente; y que termine sumando a una larga lista de libros falsamente inteligentes.
(Del libro Ruta 2 (Gog y Magog, preciosa editorial) de Fernanda Nicolini (preciosa autora); se puede comprar en muchos lugares (preciosos ellos también))

12.

dice que su hermano dice que buenos aires
comenta nuestro romance: palabra que nunca usamos
en cambio yo podría haber muerto en medio de un lago
volcanes ahí
el remo clavado en la nuca sin filo entonces la marca
del remo en la nuca bronceada


pasó: quién se llevó la plata de la revista quién sabe
otros se preguntan cómo contemplar el río y los yuyos que se mueven cuando
no hay trabajo y para qué
mi abuelo colgó una cruz en mi puerta: "viene
bendecida desde jerusalem y fue mía por treinta años"
adopto la religión de mi abuelo.

""Budassi por Sagasti"

"En la presentación bahiense de Los domingos son para dormir, Luis Sagasti expone una extraordinaria vivisección de la literatura de Sonia Budassi:

"Los incómodos cuentos de Sonia Budassi, cuyo sistema nervioso se funda en un formidable sentido del ritmo, niegan esa tríada constituyente de un modo de ser, de una identidad, de un lugar de pertenencia. Acaso sea en el domingo donde mejor se ve un país, una cultura. El resto de los días el trabajo globaliza, la búsqueda de la renta nos hace ciudadanos del mundo.

Los cuentos, como dije antes, dan testimonio de que estos tres pilares se han hecho añicos o se encuentran en vías de. A diferencia de la narrativa norteamericana que lo que muestra es apenas el indicio de un drama que se soslaya, la famosa teoría de la punta del iceberg que John Cheever y Raymond Carver elevaron a cotas casi insuperables, Sonia se interna por ese lugar en donde el iceberg se ha quebrado. No le interesa tanto qué es lo que subyace tras la eterna sonrisa Kolynos de la familia frente al televisor, sino los perfiles agrietados que el témpano ha dejado al desprenderse de la barrera de hielos.

Del mismo modo rehuye del costumbrismo o, si leemos bien, inaugura acaso un costumbrismo de las grietas. Veamos. No hay un andar por el borde, pese a que hay desplazamientos, deslizamientos sobre lo estipulado, lo socialmente convenido, los domingos; digamos que sus cuentos no bordean el filo sino que sencillamente se instalan en las grietas de una sociedad cuyos valores instituidos, el núcleo que fundamenta identidades, señala pertenencias, exige reconocimientos, se ha deshilachado. Sexo, familia, resguardo, intimidades, constituyen tópicos que uno a uno la autora deconstruye mediante un proceso de revisión acrítica, indolente, como al descuido, sabiendo antes que muchos, cuáles son los colores de los nuevos paisajes".

(Vía Entropía. Sigue acá)

mañana

Duetos.

Pablo Alí/Joaquín Linne.


Matías Capelli/Sonia Budassi.

No vale copiarse, pero quizá lo haga igual.


Existe el amor a las guillotinas














hay días que esta imagen así (vía)te emociona tanto como que alguien pueda comprar una guillotina o más bien que la novia de un chico arme para su cumpleaños una suerte de colecta en un lugar de un regalo entre sus amigos para que el cumpleañero compre ¡una guillotina!; el mundo te pega con una maravilla. Hay gente que ama hacer libros. Hay gente que se ama y escribe libros lindos como. Hay twiteros que te hacen creer en el amor pero en los libros a la vez como http://twitter.com/amorsincero y http://twitter.com/prettyprinting (qué raros algunos nombres en twitter fuera de contexto)
Nuevas tecnologías, web friendlys, libros lindos, qué hacer con el cinismo. Siempre podés decir que a esa chica linda poeta la conocías de antes, de "Existe el amor a los animales" por ejemplo, que el libro te lo regaló Violeta Revelación, otra chica linda pero Tamarisca y fue uno de los mejores regalos de cumpleaños y en apariencia hay algo que cierra bien.
Festiva lectora dosis permisiva de domingo en madrugada, sí.

"no estaba solo"

"Tan bien me fue con la preparación de la pizza que no podía creer que estuviera cocinando yo solo y ahí fue que me di cuenta: no estaba solo, tenía mis asistentes. Sonia y Nadia se pusieron el delantal y acudieron con generosa algarabía a mi llamado de soldados de la reina Rosa. Nos pusimos manos a la obra y parecía una orquesta; mientras amasaba con puño y letra, las chicas iban picando la carne, los morrones, el queso, la cebolla, preparando los pequeños bols, limpiando utensilios, sirviendo la picadita y tomándose, a escondidas del jefe cheff pizzero, unos traguitos de cervecita cada tanto."

dedicatoria

Cuando éramos chicos y no conocíamos escritores, cada vez que regalabas un libro, le ponías una dedicatoria. Tus amigos también.
Últimamente los libros dedicados que te regalan cada tanto tienen la firma del mismísimo escritor. Y los que te regalan los amigos que no son autores del regalo, vienen sin nada. Una pena privarse del íntimo y sacrílego y auténtico gesto de desear y dedicar y cursilerear un regalo; de personalizarlo bah, como cuando en una época anterior regalabas tarjetas que venían con leyendas impresas y con espacio en blanco para garabatear en el interior.

ojo

Abrir el powerpoint adjuntado que llega en mail colectivo, casi eufemismo de spam, es un límite que es necesario registrar.

"Esclavas de un Señor"

Por Liliana Viola/ Reseña Publicado en el Suplemento Las 12 del diario Página 12

En las calurosas y por momentos ridículas discusiones sobre si se debe permitir o no que las mujeres musulmanas usen burka en los países europeos, la figura de la monja (quién más occidental y cristiana que ella) aparece como ejemplo sorpresa y bastante contundente en los discursos a favor. Si en Inglaterra se le impide a una maestra musulmana que dé clase con el rostro tapado esgrimiendo que los niños merecen y necesitan ver los rasgos, expresiones e incluso la silueta de su educanda, por qué se deja en manos de tantas religiosas, con sus hábitos tan misteriosos y poco democráticos, la educación de gran parte de la infancia occidental. La monja, equiparada aquí a “la otra mujer” con su connotación de oscuridad y de indefensa figura que no hace lo que hace porque quiere y que por lo tanto merece un salvataje, es una ficción de monja muy próxima la que la cronista de este libro, Sonia Budassi, decide ir a buscar por calles, escuelas, sitios web y conventos de la Argentina. El trecho que va de la fantasía a la vida cotidiana, a las razones personales y las historias únicas, es piso que Budassi decide pisar, grabador en mano, para registrar en su crónica. Representación por un lado y el tono de la voz de cada una por el otro, la gracia de este libro está en la intersección. Como advierte en el prólogo María Moreno, no hay actitud policíaca, detectivesca ni siquiera escandalizadora. No habrá en estas páginas revelaciones sobre sexualidad, represiones de alcoba, ni aparecerán monjas falsas, monjas asesinas, monstruos fáciles de vender en programas de interés general. Sin romper jamás la clausura que les quite el velo encantador, Budassi intenta dar con ellas mientras va mostrando sus propias figuraciones. Una vocación en franca decaída, según los números que se registran en el prólogo, tiene aquí un retrato incompleto y personal, sujeto a los misterios que la religión siempre impone y sujeto también a una ansiedad propia del coleccionista. Sí, una coleccionista de monjas o de historias con monjas presenta aquí lo que parece ser una divina muestra de una vasta colección.

Vendedor de belleza. Sobre Presente Gourmet

Autor: Sebastián Matías Oliveira
Título: Presente Gourmet
Género: Novela
Otras obras del autor: Suaves dedos finos, Antipoemas
Editorial: Milena Caserola

Un sujeto levemente descentrado, cuya voz se fragmenta alrededor de sucesos cotidianos, recuerdos y experiencias, da forma a la novela Presente Gourmet, de Sebastián Matías Olivera. Su estrategia, en consonacia con la época, consiste en relatar no ya grandes peripecias sino pequeños quiebres, fluctuaciones que responden a la escisión de un personaje reconocible. El narrador responde a los más omnipresentes imperativos de la cultura urbana actual, en la que los permisos y exigencias para sobrevivir socialmente se concentran  la división del tiempo entre el trabajo y el consumo (o el ocio). La novela parece imponer aquí un énfasis controlado, sin declamaciones, un conflicto que se desarrolla, se deshace, se desvía y reaparece, sin las “curvas dramáticas” que impone una estructura narrativa tradicional. Y en esos aparentes desvaríos, en esa mirada obsesiva, en esas transgresiones mínimas del personaje y también del relato, residen los hallazgos que hacen de Presente Gourmet una obra extraña, personal y atrapante. El protagonista es un vendedor de productos de belleza que recorre colegios, casas y hospitales “de traje y corbata”, mostrando su destreza en las artes del comercio y la persuasión, pero también es un diletante que recorre las plazas y salas de ensayo, fumando marihuana y planeando la próxima presentación de su banda. La ironía discurre haciendo de los grises escenarios, los del trabajo y los de la música, algo tristemente homogéneo, pero salva al relato de los lugares comunes del desencanto. Sin ser una novela trash, el soliloquio no es condescendiente y se arriesga a llegar, por momentos, al límite de la referencialidad; lo que despega al libro de algunos de sus contemporáneos. Las formas de la transacción pautada o salvaje se da en todos los planos, y es el lenguaje el que se plantea como la única resistencia posible. En esa tensión, a pesar de querer conservar la distancia, el narrador puede no ser ajeno a la crueldad del sistema del que reniega. Las primeras páginas, ya imponen el ritmo del resto del texto: “Tuve que escuchar a diez mogólicos hablar de sus capacidades, grupo familiar, expectativas, antecedentes laborales, pero no digas laburo. Si todos hacemos lo mismo, digo, eso de que cuando te dan a dibujar una persona bajo la lluvia, para el BANCO, vos ya sabés que la lluvia son rayitas, que el tipo es de tu sexo, que usa paraguas y tiene sombrero porque sos SEGURIDAD y también no es que está pisando la nada de la hoja A4 en blanco más lápiz que te dieron”. Las reiteraciones, el énfasis silábico, el pulso salvaje de cada fragmento, de aquí en más, trabajan para problematizar el sentido, y hundirse en la paradoja, sin dejar de lado la densa y colorida contrucción de personajes tan lumpenes como- contradicciones naturalizadas- sobreadaptados a su medio laboral.
UNA VERSIÓN EDITADA DE ESTE TEXTO SE PUBLICÓ AYER EN EL SUPLEMENTO DE CULTURA DEL DIARIO PERFIL.

naty


el viernes, cansada pero contenta, hablé con ella.
y hoy me pinto el exhibicionismo, el cholulismo y saber que también, como una Magdalenita del subdesarrollo, tengo una foto con Isabel Allende así que creo que ya está, qué más, ya me puedo retirar.

Gracias al fotógrafo Solier.

Un Vatimo, una redacción, un fotógrafo, un fulbo

Esta semana vi a Giani Vatimo en medio de la redacción, resguardado por un editor, mirando el partido Argentina Escocia en un televisor que estaba adelantado con respecto al que está enfrente de la sección deportes "un problema con el trascodificador". Vi a un par de periodistas de otra redacción cuando subían y bajaban presos de cholulismo a veces no asumido y camuflado de excusas pueriles y sostuve charlas incoherentes con estos sujetos que no me miraban por mirarlo a él pero yo trataba de mirar el partido. Vi como el tipo casi no hablaba, vi a un fotografo practicar el arte del contorsionismo para lograr que el filósofo, la redacción y el televisor entraran en un mismo plano. Me pregunté qué clase de nota resultaría de eso y no me preocupé por averiguarlo. Bajé un rato mientras la página 11 entraba en segunda corrección, a un lugar menos poblado donde la pantalla era chiquita y cuatro espectadores en ronda se pasaban un mate. Vi a un Tevez maravilloso correr sin vincha. Vi a una chica, que parecía saber mucho de fútbol, apoyar un dedo en la pantalla e indicar el lugar correcto del pase. Dije que todos los escoceses parecían metrosexuales y hubo risas, un comentario que hubiera sido censurado por Vatimo y por los de deportes por su precisa puerilidad. Escuché críticas a Zanetti y dije que es hijo de un gringo laburante albañil, que tiene una fundación para chicos, que parece ser el mejor alumno, que hasta en el más peleado de los partidos, al final, cuando todos son un desastre, él es el único que a pesar de haber corrido tanto, sigue peinado prolijo como si nada.

Buena onda los libreros con los Domingos son para dormir


En el blog de la librería Eterna Cadencia hacen festejantes comentarios sobre el arribo de las novedades entrópicas a su petitero local.

"Llegaron en estos días a la librería las novedades de Entropía, editorial estética como pocas y con un catálogo muy interesante.

Los domingos son para dormir, de Sonia Budassi y Condición de las flores, de Mario Bellatin, son los 2 nuevos libros que nos presenta la editorial, y vale la pena fijarse en ambos.

El libro de Bellatin está formado por un conjunto de textos inéditos y dispersos, recuperados y editados por los integrantes de la editorial. En tanto, Budassi nos regala uno de los mejores libros de cuentos editados en este año."

demasiado arte para un sólo martes. Narradores y poetas uníos.



reseñin pastillero en Llegás

Sobre Mujeres de Dios
"En la introducción, se señala a la invisibilidad –por ser mujeres y, además, religiosas– como una característica de las monjas. Budassi se encarga, a partir de testimonios que revelan las enormes diferencias que existen entre una congregación y otra, de despejar cualquier estereotipo. Simplemente cuenta historias de vida, lo que alcanza para poner al descubierto el aparato silencioso que sostiene a la Iglesia Católica. Con prólogo de María Moreno, estas mujeres muestran que sus vidas pueden ser mucho más interesantes que la de la “Extraña Dama”."
También hay una nota a Funes por la Editorial Funesiana que se puede leer acá

un paraguas de varón

Tenía un paraguas transparente con mango azul y dibujos del Pato Donald también en azul.
Me parecía de varón o sea horrible y evitaba usarlo cuanto podía; fracasaba la mayor parte del tiempo, cómo vas a convencer a alguien, a los 4 o 5 años de que es posible preferir la lluvia; lloraba humillada pero a escondidas o inventaba una excusa porque me daba culpa llorar porque mis hermanos no habían tenido nunca cosas con dibujitos y además yo sabía que había incluso chicos que no tenían para comer.

Un día me puse recontracontenta cuando abrí mi cama y vi la sorpresa de las sábanas con nenas de vestido largo y con volados, unas con un conejo, otras con sombrillas, juntando flores, eran hermosas como de Sara Kay. Me olvidé del Pato Donald, de la lluvia, de esos chicos que no tenían para comer.

Hoy esa sábana son servilletas viejas que reaparecen de vez en cuando si las nuevas están para lavar y casi nunca viene, cristiano y torturado, ese recuerdo del paraguas bajo la forma de deseo de querer tenerlo otra vez, de ser agradecida, de regalárselo a algún chico, de hacer de ese desprecio secreto un acto pequeño de justicia, un relato que sirva como una forma misteriosa, floreada, perfecta, casi invisible, de reparación.

"evitan cualquier guiño sostenido en efímeras modas literarias"

Mujeres de Dios en ADN de hoy, por Cecilia Macón



Opinión

La autora trabaja la crónica como una superposición de géneros diversos en los que asoman, privilegiadas, las voces de las protagonistas y la propia extrañeza de la mirada del testigo. La presentación de la información dura, la reproducción de las palabras y los silencios de las monjas y el relato de las dificultades de la reconstrucción de su mundo evitan cualquier guiño sostenido en efímeras modas literarias.

Autor

Periodista cultural, Sonia Budassi es redactora del Suplemento Cultura del diario Perfil, autora del libro de relatos Los domingos son para dormir y fundadora de Tamarisco, editorial que difunde literatura producida por las generaciones más jóvenes de escritores locales. Ha participado de antologías como Uno a uno, Hojas de Tamarisco y Buenos Aires Escala 1:1.

Tema

La crónica de Budassi prologada por María Moreno busca reflejar el modo en que viven y conviven las monjas en la Argentina. Al margen de los prejuicios de aquellos que denuestan de manera inmediata y de aquellos que se someten a la reverencia, el libro confronta historias personales donde se cruzan la vida en las escuelas religiosas, la incertidumbre de la selva colombiana y un intento por comprender las razones del voto de silencio.


hoy


Editorial Entropía presenta
Condición de las flores, de Mario Bellatin.

Sábado 15 a las 20:30 en La Boutique del libro - Thames 1762.
Presentación a cargo de Ariel Schettini y el autor.

circulacion simbólica de un libro

hoy me chatiaron y me dijeron que ya estaba en la librería, y que lo habían comprado y cuánto costaba.
El lector conocido siempre tiene toda la data. Uno, en general, no.

viernes

Planificando con los compañeros el llamado almuerzo de balance como si hiciera más corto el viaje en subte, como quien mira la hora en la pared haciendo cálculos para el último recreo de un viernes, pedimos que hoy es viernes, que nos dejen ir a leer a nuestras casas, siempre hacemos los deberes bien aunque ya estamos grandes y todo es un poco más deslucido.

"hacemos lo que queremos"


los gnomos felices alivian tu tristeza con ese implícito festejo de rulos

recién estrenado


todavía no cumplió una semana, pero llegó a tiempo a Bahía Blanca para la presentación -narrada aquí.
gracias a Valeria Castro, Gonzalo Castro, Juan Nadalini y Sebastián Martinez Daniel que supieron crear, editar y casi diría negociar y apurar al habilidoso encuadernador.

más clipping de reseñas

Bajo el hábito de los estereotipos

Por Leandro Ferreras.

Reseña publicada el domingo pasado en la edición impresa del diario La Nueva Provincia.


Este libro de Sonia Budassi propone al lector un insólito ejercicio de voyeurismo: atisbar, por medio de testimonios de primera mano –a veces cándidos, a veces reticentes, siempre reveladores–, cómo viven, qué hacen y qué piensan las monjas de la Argentina en la actualidad. Sobre el tema puede especularse mucho pero se sabe muy poco, y no es el menor acierto de la autora contrastar explícitamente los rudimentarios estereotipos del imaginario colectivo –desde chistes verdes que ya conocía Bocaccio hasta delirantes productos televisivos como La extraña dama– con la experiencia concreta de la vida religiosa. "Estas crónicas –advierte Budassi– son apenas una pequeñísima muestra de la diversidad que hay detrás de las silenciosas mujeres invisibles, del estereotipo o del monstruo que imaginamos; un pequeño coro de contrastes, para escuchar a las que eligen, felices, algo distinto a lo que parece pedir, incentivar y sugerir la cultura de nuestra época".
Mujeres de Dios es en principio una serie de entrevistas a monjas pertenecientes a distintas congregaciones: una misionera que vivió en Colombia muy cerca de la guerrilla, una carmelita descalza enclaustrada en Constitución, la ex miembro de una orden cuyo fundador fue acusado de abuso sexual, religiosas posmodernas que escriben blogs y usan Facebook… Los testimonios son muy diversos y muestran que el fenómeno es complejo y refractario a las generalizaciones. Incluso dos monjas de la misma congregación y que de hecho trabajan en el mismo colegio responden a la convocatoria de la autora de maneras opuestas: cordial y verborrágica la más joven, parca y autoritaria la mayor. Todas, aun las más temerosas, aportan a su modo piezas de un rompecabezas que se sospecha insoluble desde el vamos: el de la vocación religiosa, de sus causas y sus consecuencias.
Decir de un libro de investigación que se lee como una novela es uno de los más socorridos lugares comunes de la crítica. Sin embargo, las monjas de estas crónicas son al mismo tiempo personajes novelescos, en el mejor sentido de la palabra. Esto se debe tanto a lo vívido de los testimonios –"Una risa –cuenta la hermana Francisca acerca de su experiencia junto a guerrilleros colombianos–, porque iban a rezar el rosario y después van a matar a todos. No es posible, nunca entendí eso"– como al buen ojo de la autora para captar y registrar detalles y gestos dramáticos: frases a medias, sonrisas nerviosas, silencios forzados. Como siempre ocurre en los buenos diálogos, lo que aquí se calla –y todas las entrevistas de este libro son de antemano callejones sin salida– no es menos relevante que lo que se dice.
Otro aspecto sobresaliente es el modo en que Budassi, cuya prosa suavemente irónica abunda en momentos felices –basta leer las páginas que dedica al espiritualista mediático Claudio María Domínguez–, imprime a los relatos una extraordinaria dinámica a través del uso de flashbacks, intercalaciones, digresiones y aun pequeñas infidencias autobiográficas: en el comienzo de un capítulo, y marcando así la distancia acaso insalvable que la separa de las mujeres con las que va a encontrarse, la autora lamenta que la hayan citado un sábado a la mañana. "Hubiera preferido otro día", confiesa con mundana pesadumbre. Este involucrarse de la cronista en el relato produce un atractivo contrapunto con sus entrevistadas, especialmente patético en el encuentro con la hermana Alicia, la monja de clausura que se comunica con el mundo exterior a través de rejas y que se ríe al recordar que de chica fantaseaba con casarse.
Lejos del encomio hagiográfico, Budassi sondea a las religiosas con evidente espíritu crítico y a veces con estupor, pero también con irreprochable respeto. Es de agradecer la certera discreción con que la autora aborda el tema de la sexualidad, por demás delicado en este contexto. Lo cierto es que para el lector curioso el libro no sólo resulta amenísimo sino que además contiene notables e imprevistas revelaciones. "Las monjas –se lee en la introducción– son un misterio construido muchas veces sobre la ignorancia y el rechazo, la idealización y el estereotipo". Mujeres de Dios investiga con lucidez ese misterio y lo vuelve más claro, más verdadero y, por eso mismo, más profundamente misterioso.

Llegamos a la Feria de Editoriales Autogestionadas de Bahía Blanca, de la mano de la querida editorial Tamarisco, y haciendo cadena de oración, ritos umbanda y quema de pastizales para que la buena voluntad del encuadernador haga llegar el libro de Entropía, para la presentación de mañana.



"Allí, en la principal avenida, están confirmadas, entre otras, las presencias de Sonia Budassi e Ignacio Molina, ambos autores bahienses residentes en Capital Federal. Budassi estará presentando Los domingos son para dormir, su flamante libro de cuentos publicada por la Editorial Entropía.Molina, en tanto, seguirá robando, a ya más de dos años de su aparición, con su volumen de relatos Los estantes vacíos.Ambos estarán presentando sus respectivas obras el sábado 8 a las 17 horas en una mesa conjunta. Los acompañarían, en principio, el también bahiense Luis Sagasti y el capitalino Lucas Oliveira."


Inconcluso el post del Fuerte. Mucho sueño culpa del dolor de muelas que no deja dormir, entregarse más tarde al terror del dentista porque es la que hay, al dolor de muelas lo calma el calmante pero lo cura el sádico.
Lo linda que salió la presentación, "se alinearon los planetas", me dice uno y la gente que decía que suelen ser un embole las presentaciones pero ojo que esta estuvo fresca divertida re bien. "Es difícil presentar sin caer en el chupamedismo", le dijo alguien a Alarcón, inteligencia áspera, simpatía aguda, como en criollo como quien te dice tipo un groso re bien.
Gente linda en todas partes, sonrisas, sonrisas, sonrisas, aplauso. Muchas gracias, claro que sí. "todo inmejorable"; Diego Domínguez saca fotos deluxe total como alguien también dijo "Presentadores deluxe". La gente inteligente es generosa, es lindo conocer gente así.
Me voy al dentista, mientras leo que Linne, que cumplió años el día de presentación, cita un lindo poema de Halfon y habla de la presentación, y un libro, dos. Mi muela le gana a mi capacidad de redactar pero no al bienestar.
Sobre Mujeres de Dios de Sonia Budassi

Por Juan Terranova
(Leído ayer en la presentación)

— No me interesa el tema —me dijo.

Estábamos parados en Avenida de Mayo y Lima.

— Prejuicios —respondí.

— Quizás —insistió ella.

— El libro es atractivo, de buena factura —seguí yo.

— Eso no lo dudo —terminó ella.

— Tiene un público —fue mi último intento.

— Eso no es tan relevante —cerró ella.

La periodista, buena lectora, me dio un beso y se metió en el subte.

Yo le comentaba que había salido el libro de Sonia Budassi, Mujeres de Dios. Un libro “sobre monjas”. Pero no. Las discusiones literarias nunca son ni tan escuetas, ni tan prolijas, ni tan cortantes. Estos es la síntesis. Antes, está el barro húmedo del lenguaje con varias preguntas: ¿Cuáles eran las dificultadas con las que se iba a encontrar? ¿Cómo narrar ese mundo? O mejor, ¿había allí un mundo para narrar? La conversación en la puerta del subte vale igual como ejemplo. Las mujeres modernas, infectadas de un feminismo mal entendido, de un anarco-marxismo liberal, tratando de descular todavía cómo hacer para gozar un poco más, no se interesan por las monjas. ¿Deberían hacerlo?

Mujeres de Dios era un libro muy difícil de escribir y se me hace difícil también escribir sobre él. Primero, porque el tema es esquivo y complejo y da para creer y sospechar al mismo tiempo. Segundo, porque el lúcido prólogo de María Moreno dice lo que hay que decir para vestirlo y presentarlo. ¿Quedo, como hombre, como heterosexual, como católico, en una posición secundaria?

Retomemos. En una sociedad atravesada por el deseo y el lívido, estas mujeres, monjas y religiosas, parecen imposibles personajes de un libro, o al menos, de un buen libro. Con los gronchos o los putos, por ejemplo, es más fácil. No digo que sea mucho más fácil, pero sí un poco. Porque son “el otro” clásico, el otro de la lucha de clases, y al mismo tiempo que son el otro, encarnan una fuerza libidinal, incluso mística, que muchas veces no es más que un reflejo distorsionado de las imposibilidades o fantasías de nuestros escritores y lectores indefectiblemente pequeño-burgueses. El marketing, la publicidad y la literatura han sabido sacar provecho, con diferentes resultados en calidad y cantidad, de esta épica de mirar en la sopa del pobre y ver contornos que nos sorprenden.

Con las monjas, sin embargo, la historia es diferente. El otro aparece opaco, mostrando la falta, la renuncia. Si hay pobreza, también hay riqueza. ¿Puede haber sensualidad en eso? Puede. Pero es una sensualidad distinta. La pregunta sigue acechando a nuestra imaginación siempre escasa. Hagámosla de una, sin dudar: ¿cómo es una vida sin un horizonte de sexo? Y más allá todavía: ¿cómo evitar la perplejidad ante la seguridad en la renuncia?

Me pregunto: La descripción de una felación, que puede ser mujer-hombre, pero también hombre-hombre, ¿resuena en el escándalo? Quizás, pero sabemos qué hacer con eso, sabemos dónde ubicarlo en la estantería personal de nuestro orden simbólico. El libro de Budassi plantea otros enigmas. Sin llegar a lo insondable, ¿no produce una rara incomodidad la frase (cito la voz de una de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús) “La virginidad es la continencia, que ofrece en voto, consagrada y reserva al Creador la integridad del alma y del cuerpo”? Las cosa se vuelven todavía más refractaría si le agregamos conceptos tan devaluados como “Dios” o “Piedad” y prácticas tan poco claras como “la Fe”.

¿Qué hay entonces adentro de Mujeres de Dios? En el libro de Budassi está la monja buena y la monja mala (parecidas al policía bueno y el policía malo). La buena va a decir: “Algo que tiene Jesús es que es un cabeza dura”. Y la mala le va a hacer preguntas todo el tiempo a la cronista: “¿Quién te manda? ¿Esto no lo va a supervisar nadie de la Iglesia?”.

Pero también está la monja que se va al encuentro de la guerrilla rural en Colombia, los efectos del Concilio Vaticano Segundo, una carmelita de clausura que confiesa haber tenido miedo de volverse loca, monjas que tienen blog y aparecen en facebook, el machismo de los Jesuitas y de las mismas consagradas, la entrevista con la piba que dejó los hábitos y cuenta su experiencia “en una congregación conflictiva” (Llega a decir: “La guita, el sexo, la violencia… ¡Faltaba la droga!”).

Y hay también, aparte de las historias, las personas y los personajes, una autoconsciencia del libro que es atractiva, que lo hace sólido. La cronista se cita con una informante en una pizzería de Pacífico y escribe: “Hay demasiado movimiento como para lograr una charla íntima, eso que alguien puede suponer que tiene que tener este libro: confesiones únicas, secretos guardados por años y hasta revelaciones escabrosas”.

Creo que el mundo es demasiado complejo para hacerlo pasar entero por nuestra subjetividad. Sabemos de la trampa de reducir todo a un esquema binario –que remite a la moral, lo bueno o lo malo– o a un sistema cartesiano –que remite a la amplia gama de las teorías sociales del siglo XIX.

Nos queda construir o descubrir nuevos lugares y personajes, examinar, dejarnos modificar por el mundo. Quizás el futuro nos depare, a nosotros, cronistas de hoy, el estilo de la denuncia o la marca del escándalo, mientras tanto nos entrenamos en la inteligencia solapada, en la sutil diferencia, en la trompeta brillante que suena con sordina. Termina un encuentro con una monja y Budassi escribe: “Me deja la impresión de una persona alegre, convencida y entusiasta; es raro pero suena auténtico”. Me gusta esa frase. Ni los cronistas ni los críticos literarios deberían perderla de vista: “Es raro, pero suena auténtico”.

Foucault dice en su Historia de la Sexualidad que, lejos del silencio o el tabú, sólo hablamos de sexo. ¿De qué hablan estas mujeres de Dios? O mejor, ¿cómo hablan? Esa es la pregunta que se hace Sonia Budassi. La precisión y el humor de sus epígrafes, títulos y subtítulos y la elegancia de su prosa se agradecen y confirman, contra todo pronóstico y todo prejuicio, que Mujeres de Dios es un libro que no hace otra cosa que revisar diferentes formas de la libertad.




Editorial Sudamericana invita a la presentación del libro de crónicas

MUJERES DE DIOS

de

Sonia Budassi

Lo presentarán Cristian Alarcón, Juan Terranova y la autora.

Martes 4 de noviembre - 19:30
Boutique del Libro - Thames 1762

y es todo o nada o todo todo o dos cosas por lo menos juntas. Tamarisco estará en la FEA (Feria de Editoriales Autogestionadas) de Bahía Blanca; y el sábado estaremos presentando -si el imprentero se pone las pilas y entrega el libro como le dijo a Entropía - el libro de cuentos Los domingos son para dormir y Los estantes vacíos (De Ignacio Molina) junto a los escritores Luis Sagasti y Funes.

cliping-reseñas

Por Valeria Tentoni para Nexo, suplemento de Cultura de Ático. Publicado ayer.

Sonia Budassi, nacida en Bahía Blanca en 1978, desembarca con este, su primer libro de crónicas, con un trabajo notable. Mujeres de Dios cuenta con un prólogo exquisito de María Moreno, en el que se anota que la autora “…conserva estratégicamente cierta escisión entre su prosa de cuentista, sus notas de periodismo cultural y su estilo de cronista”, y aplaude su carisma casi transferencial al momento de entregarnos este trabajo, que no se contenta con explotar los elementos que podrían dejarla en un mero efectismo –el tema lo permitiría, sin dudas- sino que se adentra con adultez en un universo que para la mayoría de nosotros, es desconocido. “Las monjas son un misterio construido muchas veces sobre la ignorancia y el rechazo; la idealización y el estereotipo”, introduce Budassi. El intento de la cronista se ejecuta con agudeza sobre la enorme tarea de desmitificar y echar luz con aquella, que parece pueril, intención de encontrar la verdad detrás de las formas. Pero nada de adolescente tiene este intento, sobre todo cuando al final del libro uno encuentra que lo logra, que la joven autora consigue abordar el asunto desde la palabra de las entrevistadas –dándoles su lugar exacto, tomando la distancia necesaria a veces, acercándose cautelosa y rapaz otras-, y haciendo de los testimonios, el elemento prioritario en esta construcción. La investigación se encamina por diferentes vías, congregaciones y experiencias que dan cuenta de la diversidad en la vivencia de la religiosidad de las mujeres que hoy, cada vez siendo menos, todavía conforman un “ejército” que la mayoría de las veces, dicen, es uno de “madrecitas felices”. Otras veces las respuestas evidencian lo opuesto, y los clichés se develan ciertos. Una imagen, apenas: un criadero de orquídeas, la belleza incontrastable de la flor, que de querer salir corriendo, sería detenida por sus raíces enterradas en el suelo.

Verdad Apache

"Ese chico que salió en todos los canales venía todos los sábados a catecismo acá a la capilla, hace poco tomó la confirmación. Lo que pasa es que es un chico con muchos problemas desde antes, mucho antes. La mamá se murió cuando el chiquito tenía unos meses, se crió sin padre tampoco. Y los hermanos más grandes que lo culpaban a él un poco de eso que le pasó a la mamá. Estamos todos muy tristes, muy dolidos por lo que pasó. Pero después también las cosas que se dicen, ¿no? Que acá somos todos chorros, que matamos gente. O sea, somos negros, somos ladrones. ¿Y cómo hacés cuando tus chicos van a buscar trabajo pero la gente ve que viven acá y creen lo que dicen los medios?¿Cómo hacen para conseguir laburo si no se lo dan por eso que la gente ve que dice la tele? "Barrio asesino" dijeron el otro día. Estamos tan dolidos con eso. Pensá en toda la gente que vive acá. Y yo no se cuál es el porcentaje de gente que anda en problemas. Pero no somos todos, eso te lo aseguro. ¿Porqué no se quedan, que ahora está la procesión de la Virgen?. Porque está bien que muestren lo feo que tenemos nosotros, pero lo lindo, lo bueno, también hay que mostrarlo".
Mónica, residente de Fuerte Apache.
Volvió el verano interno a la redacción y ya pueden leerse en la carpeta compartida de la empresa, mails como éste, reversiones de tantos calores sufridos en cada uno de los años anteriores.

"A quien corresponda: No está bueno derretirse en el lugar de trabajo, sobre todo si pretendemos hacer bien nuestra tarea. Como derretidos y descompuestos no le servimos a nadie, ¿se podrá ir habilitando el aire acondicionado o al menos un batallón de ventiladores para cada piso?
¡Gracias por la generosidad, será bien recompensada!"
***


"Me sumo al pedido de mi compañera. Entre la gente, las máquinas y las luces encendidas, el ambiente se torna irrespirable. Gracias."

literatura y rock, nena


Haría un suplemento de

tres preguntas tres

A la vuelta de Madryn me entrevistó una periodista de Telam una mañana de sueño pesado y dispersión, avenida belgrano, confiterias recicladas y es distinto estar hablando así, cambiar de lado, recibir las preguntas yo, corregirlas mentalmente, cambiarlas y zas, ya estás en otra, la chica tenía grabador digital, una joyita, se lo admiré. Lo de las radios es distinto, el poder de la síntesis, la presentación del tema siempre gana a la lectura, obvio.
Me quedo más con grabadorcito y blog, creo.
Acá Vanoli me hace, tres preguntas tres.
¿Cómo viviste el proceso de escritura del libro?
Fue un trabajo raro y estimulante, el inestable y claroscuro camino de OZ entre lo terrenal y lo sacro, los conventos, internet y las villas. Por un lado inquietud, incomodidad con el tema, prejuicios y algunos temores (¿quién no vió una película de terror con una monja malvada, o escuchó historias oscuras nacidas en colegios religiosos o que la Madre Teresa, una monja, es casi una Santa?).La sensación, mientras hacía algunas entrevistas, de no comprender del todo lo que escuchaba, y luego la pregunta de cómo contarlo cada vez que me sentaba a escribir. Por momentos sentí –el borde de la paranoia- que el trabajo era casi detectivesco, y que había que contarlo como una sucesión de peripecias.Al mismo tiempo, el cruce entre lo que conocemos de estas mujeres a través de libros –desde Sor Juana a Aira o Huxley-, de la televisión, los diarios y el cine –desde La extraña dama a las crónicas del caso María Soledad- fue fundamental para poder avanzar a través y a partir de ciertos sobreentendidos, incluso de prejuicios discriminatorios.Con la cercanía, otras veces se invertía la relación. El “monstruo” era yo más que estas mujeres que eligieron una vida para muchos, “antinatural”. Me enganchó problematizar un poco ciertos aspectos del “sentido común”, y me di cuenta que ese era el tono, a veces de extrañamiento, que tenía que tener el libro.Casi como una obviedad, surgió que tenía que manejarme con total libertad en cuanto a los, como se dice, “recursos narrativos” para intentar una crónica no sólo entretenida, si no atravesada por los matices y conflictos que fueron apareciendo; de los personajes y sus familias pero también sociales, políticos, al interior de la Iglesia, etc.
bueno, estaba escribiendo un post y no se qué onda pero se me borró todo.
maldicion.
no lo voy a volver a escribir.

"Asi que se puede fumar acá". Estudio 3 con la hermana L. parte uno

¿Así que se puede fumar acá?, la pregunta es obvia porque el señor no tiene cara de estar transgrediendo ninguna norma al respecto mientras fuma, pero en vez de decirme qué pregunta tonta lo sugiere cuando me señala el pasillo con un cartel gigante que dice estudio 3 y en esta zona está permitido fumar. Ya nos presentaron con la monja que en realidad es religiosa pero el término monja está más extendido, así que la veo que se acerca hablando por celular vestida de civil y con hábito como dijo que le pidieron cuando F el productor que nos convoca trae, super amable, en vasitos de telgopor fino los cafecitos con leche que nos había ofrecido, no me dan las manos para agarrar el edulcorante porque además de la cartera tengo una bolsa con libros y a la monja tampoco porque sigue hablando por celular así que pasamos por el pasillito más angosto que da a la puerta del estudio, en el medio hay una mesa redonda tipo de plástico de jardín y ahí apoyamos las cosas y organizamos edulcorante con café. Veo que la monja, permítanme la licencia, tiene mi libro de las monjas marcado, subrayado con notas y pienso, oh, no, porque adivino lo que viene, y hace su descargo en tono amable, y digo a todo que sí, claro, no sé aunque no llego a decir mucho porque ella habla demasiado y ahí viene otro productor y nos dice que está la mamá de Sofia si no nos molesta esperar así ella pasa al estudio antes y digo que no hay problema y la monja se le acerca cuando la ve tan triste esperando para entrar al estudio de televisión de la televisión pública.



Un rato antes le entro en confianza al maquillador preguntandole si trabaja mucho y esas cosas, le digo algo de mí en código yo también soy una laburante y hay un buen clik inmediato, me dice que ahí trabajaba la esposa de X dueño de un medio, mirada de microsegundos de complicidad y le digo "¿Y qué onda esa señora?", se que él espera esa pregunta y él "A vos no te voy a dar mucha vuelta. Era una tilinga de Barrio Norte In-so-por-ta-ble. El otro que vos conocés debe ser igual".




Ahora en el pasillo me cruzo al flaquito alto de ojos grandotes y azules que cuando lo veo en la tele parece un muñequito Tim Burton y no sé en qué piensa pero está muy serio, fuma un cigarrillo y mira para abajo, no nos mira, viene un señor y pregunta si la vimos a Mónica Allos y la monja le pregunta si él vino con la mamá de Sofia, y no, soy el hijo de Fanny, así que debe trabajar acá: no la vimos digo y qué pena pienso, esa chica siempre me cayó muy bien.



Hay que pasar al estudio. Yo te sigo, le digo a la monja que se mete detrás de un cortinado y todo está oscurísimo ruidosísimo, gritos y música en vivo, mucha percusión y estamos perdidas al segundo paso, es más que nada una sensación porque no es tan grande la cosa y desde el otro lado viene un grito esclarecedor: ¿¿¿¿¿¿¡DONDE ESTÁN LAS MONJAS????!.
Era para el otro lado, hay un escenario al costado super equipado, batería, bajos, guitarras, saxo, trompeta, teclados, micrófonos, una chica con peluca vaporosa y mechuda que canta a los gritos desconocida canción. Y dos tarimas de cada lado con un gran monitor detrás, está el hombre de traje que empieza a hablar en nombre de la defensa del consumidor y entonces basta de música.

Y en el medio una mesa larga con fanny en una punta, nosotras del otro lado, pero antes micrófonos bajo la ropa, y el productor que nos lleva, siéntense ahí, ahí vamos, y ¿trajiste un libros para mets?, traje, la monja me dice que está un poco nerviosa y yo también, pero la tranquilizo diciendo que me dijeron que acá cero sensacionalismo y me dice que con fanny todo bien pero que mets es que hace "preguntas más agudas" y al rato nos presentan, en vez de mi apellido soña busseti y me causa mucha gracia y empiezo a ver el otro lado, las cámaras hacia acá, productores acelerados en la oscuridad y un tipo con un cartel enorme que dice el nombre de la hermana y "periodista de la confar" en vez de "presidenta de la confar" y la hermana hace señas porque parece que ya no se puede gritar y por señas el chico se entiende con fanny y al cargo de ella fanny lo dice bien, pero al instante mets que está al lado mío y, que al contrario de la hermana me cae mejor, frente a un teclado de música bajo el nivel de la mesa dice vamos a visión siete, y enfrente todos agitados, vos que sos periodista debés entender dice fanny y enseguida como graciosa o pícara, le dice a la hermana "es que Cristina tiene un poco de acomodo en este canal".

(...)