los muy hijos de puta

"Informamos a todos los trabajadores que en estos momentos nos encontramos en Asamblea ante el despido de Juan Terranova, trabajador de la secciòn cultura del Diario."

Comisiòn Interna

sobre esto que nos convoca


****Lo malo de este trabajo: el "ruido"; eso que no deja pensar



****Lo bueno de este trabajo: encontrar, como últimamente, como de vez en cuando, esas pequeñas novelas, del Siglo XVII, Sacher Masoch; de hace unos meses, La vida privada de los árboles, que dan ganas de pensar, de vivir, de leer, de escribir. Términos que, en mi caso, y por suerte, se incluyen mutuamente.

la vida privada de los árboles

El título de la reseña (sensibilidad narrativa y metaficción) no es muy bueno. El título del libro sí. Y el libro, más.
(reseña publicada en Perfil,Buenos Aires)


La vida privada de los árboles
Autor: Alejandro Zambra
Otras obras del autor: Bonsai. Anagrama


"Aún no es completamente seguro de que haya un día siguiente, pues Verónica no ha regresado de su clase de dibujo", se lee en la segunda novela de Alejandro Zambra, La vida privada de los árboles. La declaración del narrador podría insinuar que el texto se moverá dentro del género intriga. Sin embargo, pronto nos advierte: "Cuando ella regrese, la novela se acaba. Pero mientras no regrese, el libro continúa. El libro sigue hasta que ella vuelva o hasta que Julián esté seguro de que ya no volverá". La pequeña novela va encontrando, entonces, un ritmo propio, un desarrollo tan intenso como atrapante a lo largo de esa noche de espera. Entre flashbacks y proyecciones, se va planteando una sutil disolución de la narración convencional. Lejos del tono pretensioso y de la potencial artificialidad del recurso, el suspenso, la intriga y la incertidumbre –que aluden tanto a los personajes como a la enunciación– parecen provenir naturalmente del tiempo y el estado de los protagonistas.
Ese es el mayor hallazgo del escritor chileno, que atrapa al lector con un texto consciente de su cualidad prescriptiva (¿acaso no es sabido que todo texto literario habla de cómo debe escribirse un texto literario?) sin hacer declamaciones ni evadir la sólida construcción de un drama. El libro no espanta a quienes repiten como un mantra: "Quiero que me cuenten una historia", pero también convoca a quienes buscan placer por debajo del sentido previsible de un determinado universo narrativo. Los vaivenes de significado se construyen entre el goce y la desconfianza sobre el acto de narrar.
Desde luego, la novela puede leerse como una apasionada, tierna y doméstica historia de amor (conceptos que no se contraponen en La vida privada...) y una reflexión sobre la familia como fuerza de proyección y de modulación del mundo privado y político: "Mi madre –piensa Julián– cantaba canciones de izquierda como si fueran de derecha".
Señalar como virtud de una obra su capacidad para generar interrogantes y múltiples niveles de lectura es ya un lugar común de la crítica. De todos modos, diremos que Zambra logra ambas. Con una sabia humildad, plantea a partir de un conflicto básico –la mujer que no regresa– una historia que problematiza tópicos como paternidad, literatura, vocación y profesión, amores frustrados o felices, entre la sutil metaficción y una singular sensibilidad narrativa.

enamorado perverso


Escribí esta nota sobre otro muy buen libro de Cuenco de Plata, esperando encontrar, como en otra novela del autor, encuentros bizarros de sadomasoquistas salvajes.

Me encontré, sin embargo, con una tristísima historia de amor. (No sé que pasa últimamente, pero me estoy topando con muy buenos libros)

En el diccionario se lee: "Masoquismo. (De L. von Sacher-Masoch, 1836-1895, novelista austríaco). Perversión sexual de quien goza con verse humillado o maltratado por otra persona". El término aparece por primera vez en la primera edición de 1886 de Psicopatía sexual, de Kraft-Ebing. El médico utiliza la figura del escritor para definir un comportamiento perverso invitando –daño colateral– a la reducción hermenéutica, al cerco temático. Esta apropiación de la psicopatología, le dio más fama en aquel campo; y pese al rescate deleuzziano en el siglo pasado, los libros de Sacher-Masoch son difíciles de conseguir. Su novela más conocida es La venus de las pieles, sólo una de las tantas piezas de su serie El legado de Caín.
Buena noticia. Eslabón inhallable de este autor semisecreto, Editorial El Cuenco de Plata acaba de publicar, por primera vez en castellano, la exquisita Don Juan de Kolomea. La nouvelle incluye un apéndice crítico de su traductor, José Amícola, que alerta sobre el momento de producción de la obra. Amícola acierta al afirmar que la Venus de las pieles fue "catapultado a la fama desde temprano, a partir del contexto de psicopatías sexuales en el que fue leído". El interés del reciente volumen está dado por la peculiaridad, en algún sentido, de la pequeña pieza: la elegancia del relato la coloca en otra sintonía, y hasta por encima de su novela más famosa.
Es imposible no señalar a Masoch dentro de los "autores de lo perverso"; es difícil que la primera aproximación no lo asocie al Marqués de Sade, quien inspiró –¿es necesario decirlo?– el término sadismo. Si la complementariedad de las prácticas sexuales actúa de modo especular sobre la obra de ambos escritores, es necesario rescatar a Masoch de la forzada unidad dialéctica impuesta con respecto a su predecesor francés. Lejos de la ruidosa lujuria del Marqués y su exótico mito de autor, Masoch escribía notas periodísticas y libros de distinto tipo; su trabajo de escritor profesional pesó tanto como los trascendidos de sus aventuras amorosas, origen de su poética de los vínculos signados por idolatría y maltrato; éxtasis, esclavitud y oscuros interrogantes.
Evolución. La estructura de la obra es la del clásico relato enmarcado. El diálogo se establece entre dos caballeros a los que la policía demora en una taberna. Basta con que alguien señale al recién llegado como un "hombre peligroso", para que éste reduzca el alcance de su poder al género femenino y luego cuente la historia de su vida. La presumida explicación "Ser seductor puede basarse en un mecanismo erótico o en pura vanidad" se licua pronto por las tristes confesiones.
Desde el comienzo, el sentido de la obra se despliega en varios niveles. Si hay una sensible observación del comportamiento de los personajes en la taberna, se cuenta, con pocos elementos, el conflicto político y racial entre rusos y polacos. Lejos de la intención didáctica, entre las anécdotas del Don Juan se fusionan, con atrapante naturalidad, conflictos paralelos. Si los personajes pertenecen a "la pequeña Rusia", el narrador explica los incidentes del lugar a los lectores alemanes y construye un texto cuya fuerza literaria incluye la intervención política.
"Ama y engaña a todos, para no ser tú engañado." Si en las primeras páginas las descripciones tienen rasgos un tanto ampulosos, si se describe en detalle cómo penetra la luz de la luna en el interior de la taberna, o las comparaciones con figuras vampirescas pretenden sentar claves, a medida que avanzamos es la propia naturaleza la que va intercediendo en los personajes, son las fuerzas animales –perros, lobos, osos, víctimas de cacerías– las que dan sentido al intento del protagonista por comprender la lógica del deseo. Imágenes como "La melancolía se colaba por los intersticios junto con el moho, el claro de luna y el canto" desaparecen y dan lugar a un creciente torbellino de sucesos, desde el amor a primera vista hasta el nacimiento de un tercer hijo y las múltiples infidelidades, siempre puestas en cuestión.
Si el "donjuanismo" también se volvió un estereotipado modelo de conducta, el Don Juan de Kolomea puede decepcionar. No hay en él frías descripciones sexuales. No hay detalles de conquistas estratégicas. Se despliegan situaciones exasperadas; y el dolor se vincula al amor de un modo tan voluntario como compulsivo. Los fetiches del Don Juan y los juegos con su esposa Nikolaia adquieren el peso de la más necesaria exigencia: "Cuando ella dormía podía tenderme a su lado y estarme horas mirando su respiración, y si suspiraba , eso me angustiaba como si yo me hubieses portado mal con ella". La angustia, la desesperada insatisfacción, la nostalgia –"vivíamos como una pareja de golondrinas"– y los incidentes que cierran el relato se leen como una profunda reflexión acerca de la naturaleza de las relaciones, la inevitabilidad del engaño, la lucha cotidiana por la supervivencia. Las aventuras amorosas son, apenas, el tema secundario del libro, que cuenta, sobre todo, la historia de un amor extremo, frágil y sufriente.

una remera que diga

"LA LITERATURA SOY YO"

(si todos se hicieran cargo, sería un verdadero hit)

todo terreno

un periodista conocido tuyo que no es lo mismo que decir un periodista conocido te pide un testimonio para una nota de tapa de una revista. El tema de la nota te parece un blef, el clásico "boom/fenomeno/tendencia que es una mentira porque algo hay que poner en la tapa entonces inventamos, como inventé hace una semana por 200 pesos "la tendencia de autores reconocidos en otros campos que escriben sobre sexo". Cualquiera. Lo bueno es que de eso a veces salen otros relatos, buenos relatos que no tienen nada que ver y la risa de saber como alguien puede tomarse en serio ese tipo de cosas-los lectores no me preocupan, en todo caso, ¿por qué no habría de depositar la credulidad en la credibilidad de un medio? -los editores sin autocrítca sí me dan verdadera pena.
El tema de la nota de tapa esa es "lo retro"
Tengo que hablar de lo "retro" en literatura. Cualquiera mal. El interés por participar, como casi todo intento de "participar", corrijo, "figurar", es, me engaño con que es, publicitar la última novela del sello, voces de coeditores, "contestá, contestá"

Contesto y me encanta mi poder de síntesis, sabiendo que la del esforzado periodista será aún mas


Puedo ver cierta impronta de lo “retro” en determinada literatura. Toman forma, en mi opinión –y generalizando, quizás-, en evocaciones de la infancia de determinados personajes; elementos y representaciones del pasado son ejes de la ficción. Se rescatan relatos y modas constitutivos en la formación de una generación para crear novelas que toman el pasado como origen o contexto de personajes alucinados.

"Por ejemplo, sólo por citar algunos, pienso, en Dani Umpi y las referencias al grupo Los Parchis en Miss Tacuarembó. O en La asesina de Lady Di de Alejandro López: el nacimiento del amor de la protagonista hacia Ricky Martin, parte de su pasión por el grupo Menudo.
Este rescate de ciertos íconos, oscila entre la mirada cariñosa –nostágica- y el sesgo crítico. En la novela que Tamarisco acaba de editar, Ravonne, también se ve el lado oscuro de esos ídolos de la infancia, en los que están inspirados los protagonistas: Roberto Ravonne pudo haber sido un Carlitos Balá, y Candelaria una Flavia Palmiero o Reina Reech.
Creo que en los tres casos, hay cierto goce en rever ese consumo ingenuo de la infancia, en hacerle trampa y darlo vuelta; llevar al extremo la “pérdida de la inocencia”, y desarrollar relatos alucinados por el viejo fanatismo, pero a la vez ácidos y desencantados. En todo caso, una revisión hacia los modelos culturales de aquella época y sus consecuencias en la conformación del hoy. En algunos casos, los protagonistas llegaron al punto de enajenarse por la moda de su adolescencia y en otros, lo que queda es mostrar las manchas siniestras entre la artificial pureza juguetona, multicolor; desenmascarar la falsa inocencia detrás de alegres animadores y primaverales cantantes pop a lo Jugate conmigo."
Terminé de leer la segunda novelita del chileno Alejandro Zambra. Alguien que pasó por mi escritorio agarró el libro y preguntó que vas a hacer.
-"Reseñarlo"
-¿Para qué? La literatura chilena no existe
-¿qué es la literatura chilena?
- ¿A quién carajo le importa la literatura chilena?
-Bueno, tenés a Lemebel, a Bolaño, a Isabel Allende, a Zurita, por lo menos hay variedad.

La pregunta del pobre tipo me pareció divertida para empezar una reseña ¿qué tienen en común tal y cual? Esas preguntas básicas, de atractiva retórica que nunca pueden tener, en casos así, grandilocuentes como "la literatura chilena", "la nueva literatura argentina", ninguna respuesta que no sea un gran blef que mucha gente se va a morfar.



Lo que no es verdad, acerca de Zambra, es esto que, después de leer el libro, encontré en un blog que no voy a citar:

"La segunda novela de Alejandro Zambra es, como la primera, un bonsái. Una profundización de aquella estética borgeana del resumen, que el autor ya delineó en su comentado mini-libro de 2006."


De borgeano, Zambra, nada. Sera que ante el malentendido, ante la necesidad de decir algo acerca de algo, la gente agarra el borgeano o la generación y dice más boludeces de la cuenta y así todos se van haciendo, sucesivamente, los boludos. Una generación de boludos (ya me extenderé)

Es que la crítica es así; como el amor.
Es como tocar el cielo.

Bases II

iba a decir algo brillante.
Pero recuerdo lo de abajo (o sea me olvidé pero sigo)

"escribir y callar"

oh

(fuera de aquél contexto ¿es un oxímoron?)
No tengo culpas: estoy leyendo mucho.

Bases

*Claro que lo sé: tu auto biografia deprimente graciosa pelotuda blogger, no le interesa a nadie.
Por eso, para la gilada, escribo per-so-na-jes.
Y que me corran por izquierda los castillistas, pobres.
Me excita cuando vienen en horda
(al personaje, no a mí-¡puaj!)

de la metafísica al goce

Nunca nadie dijo mucho de mí.
Eso es una gran mentira. Dicha por quien sea. En mi caso más.
No me niego el mérito de espantar bravos editores periodísticos que me tratan como a un poste cuando al lado mío pasa algún colega que ellos conocen y, en vez de decir como indica el protocolo básico que aprendés en tu casita de clase media a los 5 o 6 años "te presento a tal", pueden obviarla tranquilamente, convertirme en poste. No niego esa habilidad que tengo, estúpidos. "escribir y callar". Ustedes hablen, rosqueen, yo pienso y jodo con mi amigos. Si no, opero. Sin necesidad de ensuciarme las ganas por cosas tan polite. Soy de campo, nene, además de mi inteligencia, de la productividad que te da ¿qué querés?
¿encima tengo que sonreír?
Sí, sí, te sonrío.
Porque estoy re feliz.

"En el cuento que S me dio para la antología de los barrios su alterego de siempre, esa chica sensible que va de la metafísica al goce mientras baja un piso por la escalera, busca departamento en la gran ciudad."

encontre eso tiempo después de su publicación. También encontré una grave acusación sobre un error grosero (mío), más que eso era denuncia. Ahora me causa gracia pero es cierto, me equivoqué, era una nota que quedó estúpida y signada por varios intereses personales que, desde luego, no eran los míos. El error sí. Soy genial: ¿qué mejor que un desconocido que te quiere conocer que te googlea y se entera de que sos mortal, de que te equivocaste, de que sos perfectible?
Hago el trabajo sucio, sí, sí, claro que soy XXX, en el medio XXX, en un suplemento tal, y eso no es triste, la felicidad reside en hacerlo con placer (me refiero al trabajo sucio, a esas notas que tus jefes te mandan a hacer porque le deben un favor a alguien y te quieren convencer de que es una nota buena pero al final cuando peleaste porque sus argumentos no te convencieron,, y te habías creído eso de que el suple tiene que ser lo más, te tiran un "hacelo que es amigo/jefe/etc de/o mío).
Sí, los confites son ajenos para las notas de compromiso, no me preocupa, ya me las voy a cobrar y mientras tanto, me queda más tiempo de vida que, si se quiere, si se me permite, si nadie se va a sentir herido por eso, o si mi madre o las grandes consecuencias que el país inmigrante del siglo pasado trajo a sus hijos de hoy, mis hábiles talentosos congéneres
MEJOR
mi vida, toda, no pasa por ahí.

(me encanta, obvio, que me regalen libros)
de su novio chileno mi amiga mística new age bardo decía: "tiene tan claro que él puede manejar su destino..."
Yo también.
Quiero ser escritora.