Los domingos son para dormir por Patricio Erb

"Los domingos no son cartesianas"
Por Patricio Erb. Vía
“¿Qué cuento te gustó más?” Sin lugar a dudas esta era una del 99% de las preguntas periodísticas que conocen de antemano su respuesta. “No sé”, me dijo la autora de “Los domingos son para dormir” (Editorial Entropía), que de inmediato amplió su contestación contándome los cuentos preferidos de otros. “Los domingos son para dormir”, de Sonia Budassi, invita, del primero al último de sus relatos, a mirar una pantalla de 1000 pulgadas de ideas que buscan desesperadamente un pedazo de carne. “Acto de Fe”, “Seis menos dos”, “Fuera de temporada”, estuvieron entre los mencionados por Budassi (que otros le dijeron), como las narraciones que más gustaron. Tal vez estos tres cuentos pueden pensarse como el paso de la racionalización cartesiana más brutal a la materialidad del dolor (sea de felicidad o de tristeza).“Acto de Fe”, con mirada femenina, hace recordar a "Memorias del Subsuelo", de Dostoievski. La protagonista, sola en el extranjero edifica sus relaciones (lo maravilloso, lo más o menos, lo terrible) de forma imaginaria. Incapacitada de gritar... de decir, la actriz principal del cuento mantiene vínculos ficcionales con los que la rodean. Pese a todo, allí deviene lo concreto: la muerte, como una irrupción en la vida intelectual, inmóvil, de ella, que sabe pero no puede. Imaginando una línea progresiva hacia la tangibilidad, el cuento “Seis menos dos” podría funcionar como un puente entre lo intelectivo y lo material: la vida de una niña de campo que, dentro de su mundo enfant, vive junto a sus tres hermanos, en casi una misma escena, el nacimiento (fallido) de un ternero y la muerte de sus padres.Con respecto al primer cuento aquí mencionado, en “Seis menos dos” se observa un giro: la niña protagonista del cuento, dentro de su inocencia, es parte del barro del mundo; mira como sus hermanos (sin éxito) ayudan a parir a un ternero, siente dolor al clavarse una astilla y asume con naturalidad que no verá nunca más a papá y mamá. Finalmente “Fuera de temporada” es el punto de llegada de esta falsa progresión que elimina por completo al mundo de las ideas platónicas. Llegar a Pehuancó en diciembre significa abandonar el racionalismo cartesiano y entrar definitivamente al “conocimiento de sí” foucaultiano. No se trata de empezar a leer libros de autoayuda, sino de enfrentar físicamente los problemas que nos atormentan. Tres amigas en un balneario (nada chic) del sur de la provincia de Buenos Aires fuera de temporada, es la entrada concreta de “Los domingos son para dormir” a lo bello y a lo desagradable de la vida.

"pictures to prove"*

el blog más cool de la blogósfera made in Laurishkaia anda por todos lados como paparazzi de nivel literario siempre artístico a veces casi hermosamente chic.
En la única foto que tengo de la presentación me siento escoltada, como estuve, por un Bruzzone un Vanoli y, más allá, un editor SMD pero está mejor ver a los que rondan, dos o tres pasos después; una muestra de un par que fueron muchos más.



*El título es de un mail con una foto adjunta que amiga le sacó a amigo en risueña pose sebreli/perfil (guiño para semientendidos) leyendo Los domingos son para dormir.

(la confusión de los últimos días te pone al borde de la neurosis llana y manejable o de la frivolidad)

Los domingos son para dormir por Hernán Vanoli

(Leído por Hernán Vanoli en la presentación del libro. Vía El volquete)
"Todavía estoy tocado por el libro de Sonia. El desafío es que uno no puede alejarse de esos textos, y por eso cuesta tanto ponerlos en perspectiva, ordenarlos en la serie literaria, establecer sus filiaciones. Decir, por ejemplo, que Sonia es la cruza perversa entre algunas zonas de la obra de Manuel Puig y las herederas contemporáneas del realismo norteamericano, entre las que cuento a Lorrie Moore y en especial a A.M. Homes, herederas a su vez de la McCullers, de Dorothy Parker y de Flannery O’Connor. Los cuentos que conforman Los domingos son para dormir pueden ser ubicados en ese mapa. Pero se sabe que leerlos desde esos códigos, inscribirlos en las series imaginadas por los lectores cultos, series posibles entre tantas otras, es, también, domesticarlos. Como así también es domesticarlos exponer, al estilo Marianito Grondona, el diagrama de ejes y oposiciones que iba anotando en los márgenes del libro. Igual lo voy a hacer.La serie perro – gato – peluche, por ejemplo. Todos los cuentos tienen perros, gatos y peluches, peluches o juguetes, y este triple juego, esa línea, emerge en paralelo con otra línea que brilla y se oculta en los cuentos, un relampagueo envolvente, y se corresponde con el sistema de pérdidas y parentescos que se establecen entre lo que sería la naturaleza, la infancia y lo social. Son dos ejes que se potencian por acumulación: lo que se suma es ideología, la ideología que habita al lenguaje. El tercer eslabón de ambas líneas, el que se corresponde por un lado con los peluches y por otro con lo social, está arrebatado de ideología, y el libro es el despliegue de ese crescendo, y de los cruces rizomáticos que pueden llegar a producirse entre ambas líneas. Podría pensarse en un cuadro de doble entrada: el perro en correspondencia con la naturaleza en su fase mítica (lo natural en fraternidad, interrumpida por lo brutal); el gato como refracción de la infancia constituida por la cisma de los roles de género; y, finalmente, el peluche, o el pequeño pony, el pin y pon, como lo social atravesado por la imposible sutura de lo político (particularmente, la hipocresía, el código, o, como dice la contratapa del libro, el prejuicio como mecanismo semioculto del movimiento de las cosas). Ya está, lo tenemos ahí, el cuadrito de doble entrada para una clase de filosofía política, si se quiere. Oposiciones y relaciones que el libro desmonta y rearticula, complejizando, a través de una experiencia de lenguaje que muestra un virtuosismo poco usual. En algún momento, Walsh dijo que los buenos libros sirven para hacernos menos estúpidos, y en ese sentido, Los domingos son para dormir es un precioso instrumento de saber.Pero hay otras dos cosas que me gustaría resaltar del libro, y que tienen que ver con su densidad social. Son dos puntos cortitos, no se asusten, y mucho menos abstractos. Son los puntos que me interpelan. El primero es que Los domingos son para dormir podría ser pensado como la continuación low fi, micropolítica si se quiere, de la línea de los reventados en la tradición literaria nacional. Algo de Fogwill, algo del Turco Asís parece anidar ahí. Los cuentos parecen decir: no hace falta ser un gran traidor, no hace falta la picaresca ni la forja artliana para ser un reventado porque, a fin de cuentas, esa sensibilidad del reventado nos constituye a todos, forma parte de la identidad de nuestras urbes, particularmente de Buenos Aires. Las pequeñas reventadas del libro, ocultas en la selva urbana, viven y actúan bajo la sombra de ese infierno, con la novedad de que sus voces, al mismo tiempo, escenifican y desmontan la paleta de prejuicios de género que las coacciona y las constituye.
Este primer punto, lo que yo llamaría las reventaditas no con desprecio sino con admiración, porque si hay algo que el libro elude es el desprecio por sus personajes, se vincula con el tema del desarraigo, que vendría a ser el segundo punto. Las reventaditas viven en la frontera: son y no son del campo, son y no son de la ciudad. Justamente, el desarraigo hace que sean y no sean reventadas. La ciudad es un personaje más, la ciudad-selva opuesta al campo-infancia. El desarraigo, la migración a la gran ciudad desde las ciudades de provincia, ese proceso silencioso y silenciado desde principios de siglo en el país accede al régimen de la representación, con sus contradicciones. Ese sustrato social hoy policlasista, que tuvo un fuerte emergente en la reciente pugna entre el gobierno y los sectores agropecuarios, es procesado y analizado en el libro, sin concesiones. Reventaditas. El desarraigo habilita cierta transparencia en los procesos y las contradicciones políticas que configuran un ethos social, y otro de los méritos de Los Domingos es trabajar con los matices de esa experiencia. Por eso, y en nombre del reventadito que hay en mí, tengo que decirle gracias a Sonia por invitarme a decir estas palabras, y gracias a la Editorial Entropía por publicar este hermoso libro.

celebramos un libro, se vienen otros, soy Susana soñada

Todavía emocionada y contenta por todo lo lindo que pasó ayer (Vanoli y Bruzzone, la lucidez como forma de cariño; la bella Viole emocionada cuando nos viene a saludar) y fue tanta gente, pero gente linda y volver con la mochila con muchos libros, la resistencia de 10 kilos más y jazmines perfumosos en la mano y en el bolsillo de la mochi guardar lo que Lorena mi artista favorita me regala el color irreverente y glamoroso, la dulzura justa de los sugus confitados; porque antes mechi que me consuela y le pone garra y todo su conocimiento estético fem "chic lit" y dani me regala un pico dulce y después Mati una lata de cerveza y más tarde en la pizzería me dicen "vos no tenés que pagar -esta noche-" generosamente, antes Valeria Entrópica que vende libros y yo cuando agradezco de atolondrada un poco nerviosa contenta me olvido de nombrar a la otra mitad del cuarteto entrópico pero todo está bien, la celebración de un libro más con muchos amigos, Funes, Luis D Fernandez (mi filósofo hedonista favorito), Ale Caravario, Juan Terranova, Leo O y Ale Zina, Celia, Bren, Lio, Mr. Jota y Mr Hernaiz, la patota de Perfil que es una banda, la banda de escritores (el libro de Pandolfelli está agotado, para cuándo la reedición) y reseñistas y periodistas y músicos que andan por ahí como también pasean o charlan en las mesas esa gente "de otro lado" (Mercedes; Marcelo Ezquiaga y su chica divertida y linda y te cambio un disco por un libro) y suspendemos, solo por esta noche, la palabra operación, el cinismo y la crítica distancia; me gustaría recordar la máxima entusiasta de Jaramillo en la vereda que tenía que ver con "no nos olvidemos de que somos amigos cuando" y seguía, era algo así.
Y quiero hablar de cada uno y las cosas inteligentes -mucha intelectualidá hubo también- o bobas pero divertidas y cariñosas que se dijeron seguir pantalleando esa noche tan llena de gente y preciosidad ("quedemonos un rato más, la gente tiene buena onda", dijo un amigo)en Libario bar, pero qué fiaca tengo que ir a trabajar.
(...)
Me salva que ahora le robo algunas fotos a Pola mi Moria revelación de nuestra intrépida lucha a favor de la proliferación de los libros en las arenas de Mar del Plata, en los campos de la Pampa, en las calles de Buenos Aires, en los teatros, las revistas y en los cabarets. (qué revelador rrrrr)

Ella dice (y fue así mutuo, instantaneo, luminoso):

"Ayer noche, en la presentación del libro de Sonia Budassi, todos quedamos vaporosos después de oir las palabras de Vanoli, Bruzzone y el cuento que leyó Soña, yo corretée a felicitarla y entonces, entre la brisa del patiecito y las ondas biondas de Soña, nos miramos a los ojos y fue como despertarnos del Leteo; porque había un arquetipo platónico que nos unía, y Soña y yo nos conocíamos de toda la vida. A saber, de ésta:


En un maravilloso post, la preciosa Pola cuenta "todo lo de anoche" y las rutilantes peripecias de nuestra extensa carrera literaria.

(click para ampliar en esas simultaneas dedicatorias -ninguna había chusmeado la de la otra eh- pero era esperable, libro azul, libro rosa, uñas azules, uñas rojas; que bueno que ya tengo su libro para leer)

ojalá venga gente linda


"Editorial Entropía presenta el libro Los domingos son para dormir, de Sonia Budassi".

Félix Bruzzone y Hernán Vanoli dirán unas simpáticas palabras y brindaremos por todo lo bueno que pasó este año, por los amigos, por lo que quieran y por lo que vendrá.
El lunes 22 a las 20.30, en Libario Bar (Julián Álvarez 1315, entre Cabrera y Gorriti).

"La voz y el pueblo"

fotografa, talentosa y premiada

Lorena Fernández ganó el Primer Premio por su trabajo Cama, de la serie marido/luna de miel/arrastra mi corazón hacia la luz.


"una historia de amor montada sobre un empapelado con clima hogareño"
Para el segundo número de Esto no es una revista literaria me pidieron un texto que -cuánta culpa por los editores, siempre pacientes y generosos- hice a las corridas y salió poco inspirado. Pero como las excusas no se filman y estamos un poco melancolicos y masoquistas lo posteamos igual dejando en claro que el resto del contenido de la revista es mucho mejor.

++

Prejuicios, etiquetas y generalizaciones, la prensa suele descubrir el libro del año todas las semanas. Sabemos que una publicacion con aspiraciones de circulación masiva necesita nutrirse del áspero goce de convertir su rutina en una determinación certera que, cuando la máquina editorial funciona, cambia el trabajo de discernimiento por el reposo activo del lugar común. La sentencia en forma de título nace a veces del prejuicio o la ignorancia más que de la lectura, el pensamiento o, mucho menos, el rigor. Decir, por ejemplo, que las “editoriales independientes” son interesantes de por sí es un fácil detonante, un botoncito generador de contenido tan bueno como puede serlo cualquier otra generalización.
La editorial 451, por ejemplo, es española y la distribución de sus libros en el país fue recibida, en ciertos espacios de la capital, con una efusividad refleja y muchas veces ingenua.

(Nos estamos salteando el problema, la eficaz pero frágil carátula del término independiente, utilizada con desatino muchas veces para equiparar un proyecto como puede ser VOX, con otro extranjero y bien distinto como el de Tusquets, Acantilado, Anagrama o la misma 451, autoproclamadas independientes pero con una diferencia abismal en cuanto a sus recursos y apuestas, entre otras varias diferencias. Largo etcétera.)

*Una novela de una festejada nueva editorial.
Entonces, el libro.
“Un cajón conservaba docenas de recortes dedicados a la Casa que repetían una y otra vez la manida y proverbial ‘escultura habitable’”, se lee en Casa, tercer libro del peruano Enrique Prochazka que, según anuncia la contratapa, fue nombrada “la mejor novela del año 2004” en su país. Los recortes son periodísticos: un personaje busca saber quién es, en principio, a partir de lo qué dicen de él y de su obra los diarios y las revistas. El detonante de la novela es un golpe, un hombre que cae y nota que ha perdido la memoria de los últimos quince años. Prochazka no elige un personaje simple, sino a un “genio loco”; Hal es un reconocido arquitecto, tan famoso como ermitaño, que ha construido su propia casa de una manera original y exótica. El lugar se intuye como un Frankestein posmoderno, mientras las primeras páginas prometen un descubrimiento detectivesco, de estilo inglés intelectual, en el que, más que pedir testimonios para reconstituir su identidad, el personaje busca con un énfasis que irá colmando cada página, leer los símbolos de su obra; los indicios que él mismo ha construido en su pasado.
Hasta acá, todo parece ir bien. Pero en seguida el autor elige despegarse del riesgo posible y tomar, en cambio, el camino de la pretensión intelectual, del despliegue de citas cultas y de ciertos clichés de la sofisticación y de lo que se supone complejo.

La redundacia como efecto de la estupidez
Enrique Prochazka toma el tópico del doble; cada vez que se refiere a sí mismo, Hal habla de un “Alguien”. “Apareció la mañana colorida, que hinchándose como una burbuja parecía huir del ciego y ya inútil alfabeto de mil toneladas que Alguien y su erróneo dios habían inventado”. También su hija adolescente funciona como espejo de su esposa muerta; lo sabemos porque suele reiterarlo en varios pasajes.
Mientras el personaje recorre la casa buscando esos raros efectos que él como arquitecto a diseñado, observa con distancia el movimiento de sus hijos y de un mayordomo atildado que por momentos recuerda al simpático e irónico personaje de Batman. Pero en busca de todos los recovecos, los juegos de ángulos y espectros ópticos que el diseño arquitectónico de su hogar le ofrece, Hal encuentra “el centro” y la novela da un vuelco. En ese reducto blanco y hermético, el personaje recuerda algunas cosas de su vida, pero también lee obras de antropología en las que se afirma, por ejemplo, que en ciertas tribus, ante la escacez poblacional, se concebía un sororato (es decir, una forma de incesto), “donde la hija, no la hermana, era la igual a la madre”. Ese subrayado, innecesario como todo subrayado, sobre la tensión erótica entre Hal y su hija no es el único.
Cada capítulo está precedido por citas a distintos autores. La frase de Levy Strauss sobre el incesto es tan obvia en esta novela como la de Borges: “¡Oh, dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!”. A medida que se avanza, entre teorías del arte, antropológicas y filosóficas que no complejizan la experiencia literaria ni la cosmovisión del personaje sino que desarticulan y desinflan la intensidad narrativa, la novela se vuelve un cúmulo de pretensiosas abstracciones que diluyen el interés del comienzo. Laberintos, mitología griega, poemas que escribió el arquitecto -“se dispuso a leer con atención y pausadamente su propia obra maestra, sin perder de vista que ella era efecto no del talento, sino del horror moral e intelectual”-, el recuerdo de una confusa iniciación del protagonista junto a un indígena australiano al que llama “el Gran Hombre”, y diversas consideraciones teológicas que terminan por crear una novela de nula densidad, en la que se descubre, sin las vueltas que ya se le han dado desde lo paródico, la gran influencia, tardía, de Borges.

Literatura arcaica
¿Qué propone hoy una literatura que adopta a Borges desde la llana reescritura, desde el solemne homenaje? Es sabido que los best sellers tienen la sana intención de enseñarle cosas al lector sobre distintos tópicos, y que eso los vuelve interesantes agentes culturales. Pero no parece ser éste el objetivo del autor; por el contrario, concibe un arcaico proyecto literario, una literatura frívolamente “seria” y “profunda”. Prochazka parece querer hablar de cosas importantes, inteligentísimas y complicadas, que luzcan escritas con resaltador amarillo fluo.
No es una desviación del narrador si no parte de su estrategia, dejar de lado otros potenciales nudos narrativos, como por ejemplo el reencuentro de ese hombre con una familia a la que le no hablaba desde hace años, entre otros.
Enciclopédica y cosmopolita
La ambición de concebir una novela enciclopédica y cosmopolita es visible desde el vamos, a partir de los nombres de los personajes, “Hal” (alguien me dice que puede hacer referencia al crítico norteamericano Hal Foster), “Anna”, “Aleister”, “Señor Clarke”, todos de tono foráneo o que no suenan precisamente ni peruanos ni latinoamericanos, y también en las nulas referencias a una sociedad, lugar y tiempo determinados. Casa parece traslucir esa ideología de best seller literario de calidad –un estilo que tiene copyright en, precisamente, sellos “independientes” europeos-; de literatura “fina” de exportación, que se pretende para lectores “inteligentes” de cualquier parte del mundo. Pero en ese propósito Casa termina siendo algo ezquizofrénica: en este contexto, no puede extraerse de la redundancia otro efecto de lectura que no sea la subestimación del lector. Y al mismo tiempo, las numerosísimas referencias a artistas disímiles –desde Le Corbusier al escritor Sebald- parecen buscar engolosinar a ese lector con cierta idea de cultura para que se intuya compartida.
Esta combinación hace que Casa sea una obra difusa, que no termina de hablar ni del mundo, ni de la representación, ni de la filosofía, ni de sus propios personajes de manera convincente; y que termine sumando a una larga lista de libros falsamente inteligentes.
(Del libro Ruta 2 (Gog y Magog, preciosa editorial) de Fernanda Nicolini (preciosa autora); se puede comprar en muchos lugares (preciosos ellos también))

12.

dice que su hermano dice que buenos aires
comenta nuestro romance: palabra que nunca usamos
en cambio yo podría haber muerto en medio de un lago
volcanes ahí
el remo clavado en la nuca sin filo entonces la marca
del remo en la nuca bronceada


pasó: quién se llevó la plata de la revista quién sabe
otros se preguntan cómo contemplar el río y los yuyos que se mueven cuando
no hay trabajo y para qué
mi abuelo colgó una cruz en mi puerta: "viene
bendecida desde jerusalem y fue mía por treinta años"
adopto la religión de mi abuelo.

""Budassi por Sagasti"

"En la presentación bahiense de Los domingos son para dormir, Luis Sagasti expone una extraordinaria vivisección de la literatura de Sonia Budassi:

"Los incómodos cuentos de Sonia Budassi, cuyo sistema nervioso se funda en un formidable sentido del ritmo, niegan esa tríada constituyente de un modo de ser, de una identidad, de un lugar de pertenencia. Acaso sea en el domingo donde mejor se ve un país, una cultura. El resto de los días el trabajo globaliza, la búsqueda de la renta nos hace ciudadanos del mundo.

Los cuentos, como dije antes, dan testimonio de que estos tres pilares se han hecho añicos o se encuentran en vías de. A diferencia de la narrativa norteamericana que lo que muestra es apenas el indicio de un drama que se soslaya, la famosa teoría de la punta del iceberg que John Cheever y Raymond Carver elevaron a cotas casi insuperables, Sonia se interna por ese lugar en donde el iceberg se ha quebrado. No le interesa tanto qué es lo que subyace tras la eterna sonrisa Kolynos de la familia frente al televisor, sino los perfiles agrietados que el témpano ha dejado al desprenderse de la barrera de hielos.

Del mismo modo rehuye del costumbrismo o, si leemos bien, inaugura acaso un costumbrismo de las grietas. Veamos. No hay un andar por el borde, pese a que hay desplazamientos, deslizamientos sobre lo estipulado, lo socialmente convenido, los domingos; digamos que sus cuentos no bordean el filo sino que sencillamente se instalan en las grietas de una sociedad cuyos valores instituidos, el núcleo que fundamenta identidades, señala pertenencias, exige reconocimientos, se ha deshilachado. Sexo, familia, resguardo, intimidades, constituyen tópicos que uno a uno la autora deconstruye mediante un proceso de revisión acrítica, indolente, como al descuido, sabiendo antes que muchos, cuáles son los colores de los nuevos paisajes".

(Vía Entropía. Sigue acá)

mañana

Duetos.

Pablo Alí/Joaquín Linne.


Matías Capelli/Sonia Budassi.

No vale copiarse, pero quizá lo haga igual.


Existe el amor a las guillotinas














hay días que esta imagen así (vía)te emociona tanto como que alguien pueda comprar una guillotina o más bien que la novia de un chico arme para su cumpleaños una suerte de colecta en un lugar de un regalo entre sus amigos para que el cumpleañero compre ¡una guillotina!; el mundo te pega con una maravilla. Hay gente que ama hacer libros. Hay gente que se ama y escribe libros lindos como. Hay twiteros que te hacen creer en el amor pero en los libros a la vez como http://twitter.com/amorsincero y http://twitter.com/prettyprinting (qué raros algunos nombres en twitter fuera de contexto)
Nuevas tecnologías, web friendlys, libros lindos, qué hacer con el cinismo. Siempre podés decir que a esa chica linda poeta la conocías de antes, de "Existe el amor a los animales" por ejemplo, que el libro te lo regaló Violeta Revelación, otra chica linda pero Tamarisca y fue uno de los mejores regalos de cumpleaños y en apariencia hay algo que cierra bien.
Festiva lectora dosis permisiva de domingo en madrugada, sí.

"no estaba solo"

"Tan bien me fue con la preparación de la pizza que no podía creer que estuviera cocinando yo solo y ahí fue que me di cuenta: no estaba solo, tenía mis asistentes. Sonia y Nadia se pusieron el delantal y acudieron con generosa algarabía a mi llamado de soldados de la reina Rosa. Nos pusimos manos a la obra y parecía una orquesta; mientras amasaba con puño y letra, las chicas iban picando la carne, los morrones, el queso, la cebolla, preparando los pequeños bols, limpiando utensilios, sirviendo la picadita y tomándose, a escondidas del jefe cheff pizzero, unos traguitos de cervecita cada tanto."