dedicatoria

Cuando éramos chicos y no conocíamos escritores, cada vez que regalabas un libro, le ponías una dedicatoria. Tus amigos también.
Últimamente los libros dedicados que te regalan cada tanto tienen la firma del mismísimo escritor. Y los que te regalan los amigos que no son autores del regalo, vienen sin nada. Una pena privarse del íntimo y sacrílego y auténtico gesto de desear y dedicar y cursilerear un regalo; de personalizarlo bah, como cuando en una época anterior regalabas tarjetas que venían con leyendas impresas y con espacio en blanco para garabatear en el interior.

ojo

Abrir el powerpoint adjuntado que llega en mail colectivo, casi eufemismo de spam, es un límite que es necesario registrar.

"Esclavas de un Señor"

Por Liliana Viola/ Reseña Publicado en el Suplemento Las 12 del diario Página 12

En las calurosas y por momentos ridículas discusiones sobre si se debe permitir o no que las mujeres musulmanas usen burka en los países europeos, la figura de la monja (quién más occidental y cristiana que ella) aparece como ejemplo sorpresa y bastante contundente en los discursos a favor. Si en Inglaterra se le impide a una maestra musulmana que dé clase con el rostro tapado esgrimiendo que los niños merecen y necesitan ver los rasgos, expresiones e incluso la silueta de su educanda, por qué se deja en manos de tantas religiosas, con sus hábitos tan misteriosos y poco democráticos, la educación de gran parte de la infancia occidental. La monja, equiparada aquí a “la otra mujer” con su connotación de oscuridad y de indefensa figura que no hace lo que hace porque quiere y que por lo tanto merece un salvataje, es una ficción de monja muy próxima la que la cronista de este libro, Sonia Budassi, decide ir a buscar por calles, escuelas, sitios web y conventos de la Argentina. El trecho que va de la fantasía a la vida cotidiana, a las razones personales y las historias únicas, es piso que Budassi decide pisar, grabador en mano, para registrar en su crónica. Representación por un lado y el tono de la voz de cada una por el otro, la gracia de este libro está en la intersección. Como advierte en el prólogo María Moreno, no hay actitud policíaca, detectivesca ni siquiera escandalizadora. No habrá en estas páginas revelaciones sobre sexualidad, represiones de alcoba, ni aparecerán monjas falsas, monjas asesinas, monstruos fáciles de vender en programas de interés general. Sin romper jamás la clausura que les quite el velo encantador, Budassi intenta dar con ellas mientras va mostrando sus propias figuraciones. Una vocación en franca decaída, según los números que se registran en el prólogo, tiene aquí un retrato incompleto y personal, sujeto a los misterios que la religión siempre impone y sujeto también a una ansiedad propia del coleccionista. Sí, una coleccionista de monjas o de historias con monjas presenta aquí lo que parece ser una divina muestra de una vasta colección.

Vendedor de belleza. Sobre Presente Gourmet

Autor: Sebastián Matías Oliveira
Título: Presente Gourmet
Género: Novela
Otras obras del autor: Suaves dedos finos, Antipoemas
Editorial: Milena Caserola

Un sujeto levemente descentrado, cuya voz se fragmenta alrededor de sucesos cotidianos, recuerdos y experiencias, da forma a la novela Presente Gourmet, de Sebastián Matías Olivera. Su estrategia, en consonacia con la época, consiste en relatar no ya grandes peripecias sino pequeños quiebres, fluctuaciones que responden a la escisión de un personaje reconocible. El narrador responde a los más omnipresentes imperativos de la cultura urbana actual, en la que los permisos y exigencias para sobrevivir socialmente se concentran  la división del tiempo entre el trabajo y el consumo (o el ocio). La novela parece imponer aquí un énfasis controlado, sin declamaciones, un conflicto que se desarrolla, se deshace, se desvía y reaparece, sin las “curvas dramáticas” que impone una estructura narrativa tradicional. Y en esos aparentes desvaríos, en esa mirada obsesiva, en esas transgresiones mínimas del personaje y también del relato, residen los hallazgos que hacen de Presente Gourmet una obra extraña, personal y atrapante. El protagonista es un vendedor de productos de belleza que recorre colegios, casas y hospitales “de traje y corbata”, mostrando su destreza en las artes del comercio y la persuasión, pero también es un diletante que recorre las plazas y salas de ensayo, fumando marihuana y planeando la próxima presentación de su banda. La ironía discurre haciendo de los grises escenarios, los del trabajo y los de la música, algo tristemente homogéneo, pero salva al relato de los lugares comunes del desencanto. Sin ser una novela trash, el soliloquio no es condescendiente y se arriesga a llegar, por momentos, al límite de la referencialidad; lo que despega al libro de algunos de sus contemporáneos. Las formas de la transacción pautada o salvaje se da en todos los planos, y es el lenguaje el que se plantea como la única resistencia posible. En esa tensión, a pesar de querer conservar la distancia, el narrador puede no ser ajeno a la crueldad del sistema del que reniega. Las primeras páginas, ya imponen el ritmo del resto del texto: “Tuve que escuchar a diez mogólicos hablar de sus capacidades, grupo familiar, expectativas, antecedentes laborales, pero no digas laburo. Si todos hacemos lo mismo, digo, eso de que cuando te dan a dibujar una persona bajo la lluvia, para el BANCO, vos ya sabés que la lluvia son rayitas, que el tipo es de tu sexo, que usa paraguas y tiene sombrero porque sos SEGURIDAD y también no es que está pisando la nada de la hoja A4 en blanco más lápiz que te dieron”. Las reiteraciones, el énfasis silábico, el pulso salvaje de cada fragmento, de aquí en más, trabajan para problematizar el sentido, y hundirse en la paradoja, sin dejar de lado la densa y colorida contrucción de personajes tan lumpenes como- contradicciones naturalizadas- sobreadaptados a su medio laboral.
UNA VERSIÓN EDITADA DE ESTE TEXTO SE PUBLICÓ AYER EN EL SUPLEMENTO DE CULTURA DEL DIARIO PERFIL.

naty


el viernes, cansada pero contenta, hablé con ella.
y hoy me pinto el exhibicionismo, el cholulismo y saber que también, como una Magdalenita del subdesarrollo, tengo una foto con Isabel Allende así que creo que ya está, qué más, ya me puedo retirar.

Gracias al fotógrafo Solier.

Un Vatimo, una redacción, un fotógrafo, un fulbo

Esta semana vi a Giani Vatimo en medio de la redacción, resguardado por un editor, mirando el partido Argentina Escocia en un televisor que estaba adelantado con respecto al que está enfrente de la sección deportes "un problema con el trascodificador". Vi a un par de periodistas de otra redacción cuando subían y bajaban presos de cholulismo a veces no asumido y camuflado de excusas pueriles y sostuve charlas incoherentes con estos sujetos que no me miraban por mirarlo a él pero yo trataba de mirar el partido. Vi como el tipo casi no hablaba, vi a un fotografo practicar el arte del contorsionismo para lograr que el filósofo, la redacción y el televisor entraran en un mismo plano. Me pregunté qué clase de nota resultaría de eso y no me preocupé por averiguarlo. Bajé un rato mientras la página 11 entraba en segunda corrección, a un lugar menos poblado donde la pantalla era chiquita y cuatro espectadores en ronda se pasaban un mate. Vi a un Tevez maravilloso correr sin vincha. Vi a una chica, que parecía saber mucho de fútbol, apoyar un dedo en la pantalla e indicar el lugar correcto del pase. Dije que todos los escoceses parecían metrosexuales y hubo risas, un comentario que hubiera sido censurado por Vatimo y por los de deportes por su precisa puerilidad. Escuché críticas a Zanetti y dije que es hijo de un gringo laburante albañil, que tiene una fundación para chicos, que parece ser el mejor alumno, que hasta en el más peleado de los partidos, al final, cuando todos son un desastre, él es el único que a pesar de haber corrido tanto, sigue peinado prolijo como si nada.

Buena onda los libreros con los Domingos son para dormir


En el blog de la librería Eterna Cadencia hacen festejantes comentarios sobre el arribo de las novedades entrópicas a su petitero local.

"Llegaron en estos días a la librería las novedades de Entropía, editorial estética como pocas y con un catálogo muy interesante.

Los domingos son para dormir, de Sonia Budassi y Condición de las flores, de Mario Bellatin, son los 2 nuevos libros que nos presenta la editorial, y vale la pena fijarse en ambos.

El libro de Bellatin está formado por un conjunto de textos inéditos y dispersos, recuperados y editados por los integrantes de la editorial. En tanto, Budassi nos regala uno de los mejores libros de cuentos editados en este año."

demasiado arte para un sólo martes. Narradores y poetas uníos.



reseñin pastillero en Llegás

Sobre Mujeres de Dios
"En la introducción, se señala a la invisibilidad –por ser mujeres y, además, religiosas– como una característica de las monjas. Budassi se encarga, a partir de testimonios que revelan las enormes diferencias que existen entre una congregación y otra, de despejar cualquier estereotipo. Simplemente cuenta historias de vida, lo que alcanza para poner al descubierto el aparato silencioso que sostiene a la Iglesia Católica. Con prólogo de María Moreno, estas mujeres muestran que sus vidas pueden ser mucho más interesantes que la de la “Extraña Dama”."
También hay una nota a Funes por la Editorial Funesiana que se puede leer acá

un paraguas de varón

Tenía un paraguas transparente con mango azul y dibujos del Pato Donald también en azul.
Me parecía de varón o sea horrible y evitaba usarlo cuanto podía; fracasaba la mayor parte del tiempo, cómo vas a convencer a alguien, a los 4 o 5 años de que es posible preferir la lluvia; lloraba humillada pero a escondidas o inventaba una excusa porque me daba culpa llorar porque mis hermanos no habían tenido nunca cosas con dibujitos y además yo sabía que había incluso chicos que no tenían para comer.

Un día me puse recontracontenta cuando abrí mi cama y vi la sorpresa de las sábanas con nenas de vestido largo y con volados, unas con un conejo, otras con sombrillas, juntando flores, eran hermosas como de Sara Kay. Me olvidé del Pato Donald, de la lluvia, de esos chicos que no tenían para comer.

Hoy esa sábana son servilletas viejas que reaparecen de vez en cuando si las nuevas están para lavar y casi nunca viene, cristiano y torturado, ese recuerdo del paraguas bajo la forma de deseo de querer tenerlo otra vez, de ser agradecida, de regalárselo a algún chico, de hacer de ese desprecio secreto un acto pequeño de justicia, un relato que sirva como una forma misteriosa, floreada, perfecta, casi invisible, de reparación.

"evitan cualquier guiño sostenido en efímeras modas literarias"

Mujeres de Dios en ADN de hoy, por Cecilia Macón



Opinión

La autora trabaja la crónica como una superposición de géneros diversos en los que asoman, privilegiadas, las voces de las protagonistas y la propia extrañeza de la mirada del testigo. La presentación de la información dura, la reproducción de las palabras y los silencios de las monjas y el relato de las dificultades de la reconstrucción de su mundo evitan cualquier guiño sostenido en efímeras modas literarias.

Autor

Periodista cultural, Sonia Budassi es redactora del Suplemento Cultura del diario Perfil, autora del libro de relatos Los domingos son para dormir y fundadora de Tamarisco, editorial que difunde literatura producida por las generaciones más jóvenes de escritores locales. Ha participado de antologías como Uno a uno, Hojas de Tamarisco y Buenos Aires Escala 1:1.

Tema

La crónica de Budassi prologada por María Moreno busca reflejar el modo en que viven y conviven las monjas en la Argentina. Al margen de los prejuicios de aquellos que denuestan de manera inmediata y de aquellos que se someten a la reverencia, el libro confronta historias personales donde se cruzan la vida en las escuelas religiosas, la incertidumbre de la selva colombiana y un intento por comprender las razones del voto de silencio.


hoy


Editorial Entropía presenta
Condición de las flores, de Mario Bellatin.

Sábado 15 a las 20:30 en La Boutique del libro - Thames 1762.
Presentación a cargo de Ariel Schettini y el autor.

circulacion simbólica de un libro

hoy me chatiaron y me dijeron que ya estaba en la librería, y que lo habían comprado y cuánto costaba.
El lector conocido siempre tiene toda la data. Uno, en general, no.

viernes

Planificando con los compañeros el llamado almuerzo de balance como si hiciera más corto el viaje en subte, como quien mira la hora en la pared haciendo cálculos para el último recreo de un viernes, pedimos que hoy es viernes, que nos dejen ir a leer a nuestras casas, siempre hacemos los deberes bien aunque ya estamos grandes y todo es un poco más deslucido.

"hacemos lo que queremos"


los gnomos felices alivian tu tristeza con ese implícito festejo de rulos

recién estrenado


todavía no cumplió una semana, pero llegó a tiempo a Bahía Blanca para la presentación -narrada aquí.
gracias a Valeria Castro, Gonzalo Castro, Juan Nadalini y Sebastián Martinez Daniel que supieron crear, editar y casi diría negociar y apurar al habilidoso encuadernador.

más clipping de reseñas

Bajo el hábito de los estereotipos

Por Leandro Ferreras.

Reseña publicada el domingo pasado en la edición impresa del diario La Nueva Provincia.


Este libro de Sonia Budassi propone al lector un insólito ejercicio de voyeurismo: atisbar, por medio de testimonios de primera mano –a veces cándidos, a veces reticentes, siempre reveladores–, cómo viven, qué hacen y qué piensan las monjas de la Argentina en la actualidad. Sobre el tema puede especularse mucho pero se sabe muy poco, y no es el menor acierto de la autora contrastar explícitamente los rudimentarios estereotipos del imaginario colectivo –desde chistes verdes que ya conocía Bocaccio hasta delirantes productos televisivos como La extraña dama– con la experiencia concreta de la vida religiosa. "Estas crónicas –advierte Budassi– son apenas una pequeñísima muestra de la diversidad que hay detrás de las silenciosas mujeres invisibles, del estereotipo o del monstruo que imaginamos; un pequeño coro de contrastes, para escuchar a las que eligen, felices, algo distinto a lo que parece pedir, incentivar y sugerir la cultura de nuestra época".
Mujeres de Dios es en principio una serie de entrevistas a monjas pertenecientes a distintas congregaciones: una misionera que vivió en Colombia muy cerca de la guerrilla, una carmelita descalza enclaustrada en Constitución, la ex miembro de una orden cuyo fundador fue acusado de abuso sexual, religiosas posmodernas que escriben blogs y usan Facebook… Los testimonios son muy diversos y muestran que el fenómeno es complejo y refractario a las generalizaciones. Incluso dos monjas de la misma congregación y que de hecho trabajan en el mismo colegio responden a la convocatoria de la autora de maneras opuestas: cordial y verborrágica la más joven, parca y autoritaria la mayor. Todas, aun las más temerosas, aportan a su modo piezas de un rompecabezas que se sospecha insoluble desde el vamos: el de la vocación religiosa, de sus causas y sus consecuencias.
Decir de un libro de investigación que se lee como una novela es uno de los más socorridos lugares comunes de la crítica. Sin embargo, las monjas de estas crónicas son al mismo tiempo personajes novelescos, en el mejor sentido de la palabra. Esto se debe tanto a lo vívido de los testimonios –"Una risa –cuenta la hermana Francisca acerca de su experiencia junto a guerrilleros colombianos–, porque iban a rezar el rosario y después van a matar a todos. No es posible, nunca entendí eso"– como al buen ojo de la autora para captar y registrar detalles y gestos dramáticos: frases a medias, sonrisas nerviosas, silencios forzados. Como siempre ocurre en los buenos diálogos, lo que aquí se calla –y todas las entrevistas de este libro son de antemano callejones sin salida– no es menos relevante que lo que se dice.
Otro aspecto sobresaliente es el modo en que Budassi, cuya prosa suavemente irónica abunda en momentos felices –basta leer las páginas que dedica al espiritualista mediático Claudio María Domínguez–, imprime a los relatos una extraordinaria dinámica a través del uso de flashbacks, intercalaciones, digresiones y aun pequeñas infidencias autobiográficas: en el comienzo de un capítulo, y marcando así la distancia acaso insalvable que la separa de las mujeres con las que va a encontrarse, la autora lamenta que la hayan citado un sábado a la mañana. "Hubiera preferido otro día", confiesa con mundana pesadumbre. Este involucrarse de la cronista en el relato produce un atractivo contrapunto con sus entrevistadas, especialmente patético en el encuentro con la hermana Alicia, la monja de clausura que se comunica con el mundo exterior a través de rejas y que se ríe al recordar que de chica fantaseaba con casarse.
Lejos del encomio hagiográfico, Budassi sondea a las religiosas con evidente espíritu crítico y a veces con estupor, pero también con irreprochable respeto. Es de agradecer la certera discreción con que la autora aborda el tema de la sexualidad, por demás delicado en este contexto. Lo cierto es que para el lector curioso el libro no sólo resulta amenísimo sino que además contiene notables e imprevistas revelaciones. "Las monjas –se lee en la introducción– son un misterio construido muchas veces sobre la ignorancia y el rechazo, la idealización y el estereotipo". Mujeres de Dios investiga con lucidez ese misterio y lo vuelve más claro, más verdadero y, por eso mismo, más profundamente misterioso.

Llegamos a la Feria de Editoriales Autogestionadas de Bahía Blanca, de la mano de la querida editorial Tamarisco, y haciendo cadena de oración, ritos umbanda y quema de pastizales para que la buena voluntad del encuadernador haga llegar el libro de Entropía, para la presentación de mañana.



"Allí, en la principal avenida, están confirmadas, entre otras, las presencias de Sonia Budassi e Ignacio Molina, ambos autores bahienses residentes en Capital Federal. Budassi estará presentando Los domingos son para dormir, su flamante libro de cuentos publicada por la Editorial Entropía.Molina, en tanto, seguirá robando, a ya más de dos años de su aparición, con su volumen de relatos Los estantes vacíos.Ambos estarán presentando sus respectivas obras el sábado 8 a las 17 horas en una mesa conjunta. Los acompañarían, en principio, el también bahiense Luis Sagasti y el capitalino Lucas Oliveira."


Inconcluso el post del Fuerte. Mucho sueño culpa del dolor de muelas que no deja dormir, entregarse más tarde al terror del dentista porque es la que hay, al dolor de muelas lo calma el calmante pero lo cura el sádico.
Lo linda que salió la presentación, "se alinearon los planetas", me dice uno y la gente que decía que suelen ser un embole las presentaciones pero ojo que esta estuvo fresca divertida re bien. "Es difícil presentar sin caer en el chupamedismo", le dijo alguien a Alarcón, inteligencia áspera, simpatía aguda, como en criollo como quien te dice tipo un groso re bien.
Gente linda en todas partes, sonrisas, sonrisas, sonrisas, aplauso. Muchas gracias, claro que sí. "todo inmejorable"; Diego Domínguez saca fotos deluxe total como alguien también dijo "Presentadores deluxe". La gente inteligente es generosa, es lindo conocer gente así.
Me voy al dentista, mientras leo que Linne, que cumplió años el día de presentación, cita un lindo poema de Halfon y habla de la presentación, y un libro, dos. Mi muela le gana a mi capacidad de redactar pero no al bienestar.
Sobre Mujeres de Dios de Sonia Budassi

Por Juan Terranova
(Leído ayer en la presentación)

— No me interesa el tema —me dijo.

Estábamos parados en Avenida de Mayo y Lima.

— Prejuicios —respondí.

— Quizás —insistió ella.

— El libro es atractivo, de buena factura —seguí yo.

— Eso no lo dudo —terminó ella.

— Tiene un público —fue mi último intento.

— Eso no es tan relevante —cerró ella.

La periodista, buena lectora, me dio un beso y se metió en el subte.

Yo le comentaba que había salido el libro de Sonia Budassi, Mujeres de Dios. Un libro “sobre monjas”. Pero no. Las discusiones literarias nunca son ni tan escuetas, ni tan prolijas, ni tan cortantes. Estos es la síntesis. Antes, está el barro húmedo del lenguaje con varias preguntas: ¿Cuáles eran las dificultadas con las que se iba a encontrar? ¿Cómo narrar ese mundo? O mejor, ¿había allí un mundo para narrar? La conversación en la puerta del subte vale igual como ejemplo. Las mujeres modernas, infectadas de un feminismo mal entendido, de un anarco-marxismo liberal, tratando de descular todavía cómo hacer para gozar un poco más, no se interesan por las monjas. ¿Deberían hacerlo?

Mujeres de Dios era un libro muy difícil de escribir y se me hace difícil también escribir sobre él. Primero, porque el tema es esquivo y complejo y da para creer y sospechar al mismo tiempo. Segundo, porque el lúcido prólogo de María Moreno dice lo que hay que decir para vestirlo y presentarlo. ¿Quedo, como hombre, como heterosexual, como católico, en una posición secundaria?

Retomemos. En una sociedad atravesada por el deseo y el lívido, estas mujeres, monjas y religiosas, parecen imposibles personajes de un libro, o al menos, de un buen libro. Con los gronchos o los putos, por ejemplo, es más fácil. No digo que sea mucho más fácil, pero sí un poco. Porque son “el otro” clásico, el otro de la lucha de clases, y al mismo tiempo que son el otro, encarnan una fuerza libidinal, incluso mística, que muchas veces no es más que un reflejo distorsionado de las imposibilidades o fantasías de nuestros escritores y lectores indefectiblemente pequeño-burgueses. El marketing, la publicidad y la literatura han sabido sacar provecho, con diferentes resultados en calidad y cantidad, de esta épica de mirar en la sopa del pobre y ver contornos que nos sorprenden.

Con las monjas, sin embargo, la historia es diferente. El otro aparece opaco, mostrando la falta, la renuncia. Si hay pobreza, también hay riqueza. ¿Puede haber sensualidad en eso? Puede. Pero es una sensualidad distinta. La pregunta sigue acechando a nuestra imaginación siempre escasa. Hagámosla de una, sin dudar: ¿cómo es una vida sin un horizonte de sexo? Y más allá todavía: ¿cómo evitar la perplejidad ante la seguridad en la renuncia?

Me pregunto: La descripción de una felación, que puede ser mujer-hombre, pero también hombre-hombre, ¿resuena en el escándalo? Quizás, pero sabemos qué hacer con eso, sabemos dónde ubicarlo en la estantería personal de nuestro orden simbólico. El libro de Budassi plantea otros enigmas. Sin llegar a lo insondable, ¿no produce una rara incomodidad la frase (cito la voz de una de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús) “La virginidad es la continencia, que ofrece en voto, consagrada y reserva al Creador la integridad del alma y del cuerpo”? Las cosa se vuelven todavía más refractaría si le agregamos conceptos tan devaluados como “Dios” o “Piedad” y prácticas tan poco claras como “la Fe”.

¿Qué hay entonces adentro de Mujeres de Dios? En el libro de Budassi está la monja buena y la monja mala (parecidas al policía bueno y el policía malo). La buena va a decir: “Algo que tiene Jesús es que es un cabeza dura”. Y la mala le va a hacer preguntas todo el tiempo a la cronista: “¿Quién te manda? ¿Esto no lo va a supervisar nadie de la Iglesia?”.

Pero también está la monja que se va al encuentro de la guerrilla rural en Colombia, los efectos del Concilio Vaticano Segundo, una carmelita de clausura que confiesa haber tenido miedo de volverse loca, monjas que tienen blog y aparecen en facebook, el machismo de los Jesuitas y de las mismas consagradas, la entrevista con la piba que dejó los hábitos y cuenta su experiencia “en una congregación conflictiva” (Llega a decir: “La guita, el sexo, la violencia… ¡Faltaba la droga!”).

Y hay también, aparte de las historias, las personas y los personajes, una autoconsciencia del libro que es atractiva, que lo hace sólido. La cronista se cita con una informante en una pizzería de Pacífico y escribe: “Hay demasiado movimiento como para lograr una charla íntima, eso que alguien puede suponer que tiene que tener este libro: confesiones únicas, secretos guardados por años y hasta revelaciones escabrosas”.

Creo que el mundo es demasiado complejo para hacerlo pasar entero por nuestra subjetividad. Sabemos de la trampa de reducir todo a un esquema binario –que remite a la moral, lo bueno o lo malo– o a un sistema cartesiano –que remite a la amplia gama de las teorías sociales del siglo XIX.

Nos queda construir o descubrir nuevos lugares y personajes, examinar, dejarnos modificar por el mundo. Quizás el futuro nos depare, a nosotros, cronistas de hoy, el estilo de la denuncia o la marca del escándalo, mientras tanto nos entrenamos en la inteligencia solapada, en la sutil diferencia, en la trompeta brillante que suena con sordina. Termina un encuentro con una monja y Budassi escribe: “Me deja la impresión de una persona alegre, convencida y entusiasta; es raro pero suena auténtico”. Me gusta esa frase. Ni los cronistas ni los críticos literarios deberían perderla de vista: “Es raro, pero suena auténtico”.

Foucault dice en su Historia de la Sexualidad que, lejos del silencio o el tabú, sólo hablamos de sexo. ¿De qué hablan estas mujeres de Dios? O mejor, ¿cómo hablan? Esa es la pregunta que se hace Sonia Budassi. La precisión y el humor de sus epígrafes, títulos y subtítulos y la elegancia de su prosa se agradecen y confirman, contra todo pronóstico y todo prejuicio, que Mujeres de Dios es un libro que no hace otra cosa que revisar diferentes formas de la libertad.




Editorial Sudamericana invita a la presentación del libro de crónicas

MUJERES DE DIOS

de

Sonia Budassi

Lo presentarán Cristian Alarcón, Juan Terranova y la autora.

Martes 4 de noviembre - 19:30
Boutique del Libro - Thames 1762

y es todo o nada o todo todo o dos cosas por lo menos juntas. Tamarisco estará en la FEA (Feria de Editoriales Autogestionadas) de Bahía Blanca; y el sábado estaremos presentando -si el imprentero se pone las pilas y entrega el libro como le dijo a Entropía - el libro de cuentos Los domingos son para dormir y Los estantes vacíos (De Ignacio Molina) junto a los escritores Luis Sagasti y Funes.

cliping-reseñas

Por Valeria Tentoni para Nexo, suplemento de Cultura de Ático. Publicado ayer.

Sonia Budassi, nacida en Bahía Blanca en 1978, desembarca con este, su primer libro de crónicas, con un trabajo notable. Mujeres de Dios cuenta con un prólogo exquisito de María Moreno, en el que se anota que la autora “…conserva estratégicamente cierta escisión entre su prosa de cuentista, sus notas de periodismo cultural y su estilo de cronista”, y aplaude su carisma casi transferencial al momento de entregarnos este trabajo, que no se contenta con explotar los elementos que podrían dejarla en un mero efectismo –el tema lo permitiría, sin dudas- sino que se adentra con adultez en un universo que para la mayoría de nosotros, es desconocido. “Las monjas son un misterio construido muchas veces sobre la ignorancia y el rechazo; la idealización y el estereotipo”, introduce Budassi. El intento de la cronista se ejecuta con agudeza sobre la enorme tarea de desmitificar y echar luz con aquella, que parece pueril, intención de encontrar la verdad detrás de las formas. Pero nada de adolescente tiene este intento, sobre todo cuando al final del libro uno encuentra que lo logra, que la joven autora consigue abordar el asunto desde la palabra de las entrevistadas –dándoles su lugar exacto, tomando la distancia necesaria a veces, acercándose cautelosa y rapaz otras-, y haciendo de los testimonios, el elemento prioritario en esta construcción. La investigación se encamina por diferentes vías, congregaciones y experiencias que dan cuenta de la diversidad en la vivencia de la religiosidad de las mujeres que hoy, cada vez siendo menos, todavía conforman un “ejército” que la mayoría de las veces, dicen, es uno de “madrecitas felices”. Otras veces las respuestas evidencian lo opuesto, y los clichés se develan ciertos. Una imagen, apenas: un criadero de orquídeas, la belleza incontrastable de la flor, que de querer salir corriendo, sería detenida por sus raíces enterradas en el suelo.