Sin análisis pretensioso, apenas un breve inevitable registro


Día de elecciones en una redacción gorila

“Y la gente gritaba “Karina, sos hermosa, Karina, sos divina. A Scioli nadie le pasaba tanta bola. Y cuando llegó el turno de que vote Karina, le dije al presidente de mesa, un viejo desdentado- pobre un solo colmillo tenía, y negro- le dije bajito: “ofrecele un mate a Karina”
-¿Te parece?
-Sí, sí
“así que le hice tomar a Karina un mate de la persona más desdentada de la provincia. Después le pregunte si tomaba mate habitualmente y me dijo “no; me da acidez”

*
-Está difícil el tema acreditaciones. Y vos sos de cultura, ¿para qué querés ir?
(…)
Redactores de política y del mundo: no los necesito.


*
Día de elecciones en un bunker peronista
(a una cuadra de la redacción gorila, mientras tanto...en el hotel Intercontinental)

*Un amigo periodista
“antes decían que había que quemar el Sheraton. Y ahora están acá”

*Un productor de cine con el que solía trabajar hace años, (raro encuentro y simpático encuentro luego de una larga temporada: “¿qué haces acá?” ¡Vos qué hacés acá!) me dice que ellos hicieron el spot de Dolores Argentina. Y que hoy, antes de que hable ella, van a pasar el del Abuelo Argentino; que es su propio abuelo. Cuando después de horas pasan el spot, y él se emociona groso y por contagio bueno...qué va ser.

*Calor y demasiado periodista junto. Me doy cuenta de que en cada lugar que estamos, “creamos pasillo”; gente que pasa por delante y por detrás que antes no lo hacía, esto no es un recital en el Faena, tonto, pienso ante los comentarios de alguien pero no digo nada.

*Mensajes de mi amigo militante “No dan más acreditaciones” y de otros, “qué envidia

*Militantes cantan el clásico “Para la gorda que lo mira por TV” adentro y afuera dos pinguinos enormes inflables y gente disfrazada de pinguino y otros con prolijas remeras Cristina 2007. Y “A saltar, a saltar los gorilas se quedan sin el ballotage”

*Llega ella y no tengo señal para compartir este momento.

*Un niño que grita, cuatro o cinco años “Cristina Kirchner, Cristina Kirchner”
Y ella: “Gracias mi amor”
Y: “Para vos Daniel”

"cristina cristina cristina corazón / acá tenés los pibes para la liberación".
"Esto me recuerda mi juventud. Aunque no lo crean, fuimos jóvenes también"
La “gloriosa JP”

Y militantes de género:
“A nosotras nos pasa lo mismo que a vos, Cristina”
“¡Cristina, Cristina, acercate!”

*Locutor: “es difícil este momento de gran emoción, pero vamos a pedirle que dejen trabajar a los reporteros gráficos”

*Cuando vuelvo a la redacción, todo me parece de lo más deprimente. Gente de oficina.
Me llaman de Bahía para contarme novedades. “Cristian y Cristina”

*De vuelta, sola cansada, por avenida de mayo no hay mesas en la vereda de los bares, una linda noche, me encuentro con el amigo militante que no dejaron entrar. Me cuenta que cuando iba con su hija a votar, el taxista lo hizo bajar del taxi porque era peronista. “Decir que estaba mi hija, que si no lo cago a trompadas”.
Hablamos de lo que generan los actos.
Me dice:
"Uno se siente implicado.
Siente que está viviendo un momento histórico"

¿Por qué?¿Era realmente necesario?

¿era necesario que se estrenen? ¿que se teminen de editar?

películas que nadie debió haber visto nunca, parte 1:

-La fuente de la vida (The fountain); de Darren Aronofsky

-Palermo Hollywood "Una fábula porteña"; de Patagonik Film Group

-Rodrigo, la película (pero esta tiene algo más raro...como que de tan tan mala llega a parecer una verdadera obra de arte. Y las canciones de Rodrigo, que son excelentes. Igual, ver a la madre de Rodrigo y a Agustina Cherri actuando, es algo complicado)

La salvaje seducción de la paranoia

Sobre Yo, yo y yo. Monodiálogos paranoicos
Autor: Juan Filloy
Otras obras del autor: Caterva, Karcino, Gentuza
Editorial: Cuenco de Plata

El título del libro responde, una vez más, a la obsesión del autor cordobés por nombrar cada pieza de su prolífica obra con palabras que sumen siete letras. Pero es la bajada, Monodiálogos paranoicos, lo que nos acerca al preciso mecanismo de seducción que pone en marcha desde las primeras páginas. Divididos en capítulos –"Yo y el arquitecto", "Yo y Walt Disney", "Yo y la Madre Patria"...– los diálogos que componen el libro se desatan con una interpelación a otro que sólo logrará acentuar la obstinada capacidad argumentativa del "yo".
Juan Filloy parte de los protocolos del diálogo para llevarlos al límite y contagiar al lector de un humor exasperado. Cada relación, forjada por una tradición dialógica –cura y secretario eclesial; psicoanalista y paciente; una sesión deliberativa– es llevada hasta las últimas consecuencias, y suele desembocar en el quiebre de la comunicación. Los oradores buscan imponerse desde la desesperación, la incomodidad con el mundo, el rechazo a un sistema, el desprecio por una cosmovisión, y la voluntad de alcanzar un objetivo tan delirante como necesario a través de un aparato oral híper construido. La erudición y la desfachatez, los neologismos, el lunfardo y la hipérbole –sellos del autor– atraviesan la pasión de cada protagonista. Rebeldes, los personajes se valen de distintos tópicos para rearmarse, entre la anarquía y el orden, frente a sus interlocutores.
Filloy –que escribió el libro en los 50– burla y desdibuja; recrea y aguijonea las contradicciones de diversas doctrinas. Y se divierte al extremar las superficies discursivas que esconden otras realidades. La crítica en Filloy es un ejercicio lúcido y travestido con los discursos del "enemigo". El ensayo como método, los modelos teórico-ideológicos, la historia como herramienta de la política, Walt Disney y el imperialismo cultural, el Soviet y sus exquisitos métodos de persuasión, la ferocidad mística de la teología de la liberación, el desorden urbano de las grandes capitales y la serialidad como medida de producción y consumo son los pliegues que se tejen por debajo o por encima del texto.
"Usted desea construir una casa ¿no?", pregunta el arquitecto. La respuesta es: "Yo deseo una vida sin mermas ni limitaciones." Los extravagantes pedidos suelen exceder al profesional interpelado; el deseo que se argumenta y se sostiene con ferocidad esconde demandas de otro orden y vuelve inútil la razón de ser del profesional. El personaje pide: "No se masifique", y exige: "Prescinda de las ideas hechas de cuadra, manzana y ciudad". Filloy confronta la soberbia del progreso moderno y juega con un lugar común del actual discurso ecológico bien pensante: "La paradoja de avanzar hacia el futuro, cuando en realidad se retrocede hacia la animalidad", señala y así va fundando, capítulo a capítulo, una metacrítica ingeniosa y lúdica. En Yo y los anónimos, la voz del monseñor se aleja de la ortodoxia para parodiar la política: "Debemos practicar el insulto directo, como León Bloy, y la furia solapada del maquiavelismo político", afirma para volver a insistir en que "no hay que ahorrar ninguna maldad que persuada, ninguna ignominia que convenza".
Como un niño que desarma un juguete para ver qué hay en su interior, Filloy desglosa con soltura significados atribuidos previamente, exprime la anécdota y la palabra (por ejemplo, deduce que si vocablos que connotan maldad terminan en "aña", como cizaña, lo mismo vale para España). En Yo y la Madre Patria retoma con ironía los tópicos del siglo XIX de civilización y barbarie al tiempo que anticipa postulados indigenistas: "Frente a la caballería antigua con magnanimidad quijotesca, la conquista de América constituye el ejemplo más ruin de la caballería del oprobio".
La fuerza de cada capítulo reside en la seguridad de quien habla. Hay, incluso, frases que pueden leerse como aforismos: "Cuanto paraliza la mente del imbécil es deleite del culto" o "Resulta paradojal no reclamar más que la verdad sin prostituirse". Pero detrás de aquella confianza, Filloy deja claves para sobrevolar –sin ingenuidad– la seducción del colorido flujo de argumentaciones. Si en Yo y la oratoria, la operación es casi obvia, los capítulos anteriores señalan aspectos sutiles que funcionan como un sello autorreferencial: "Me pudren los tipos atrabiliarios de su calaña, que discrepan con todo, por pasión, no por razonamiento". Si para Filloy ya no cabe el mito de autor "oculto" es, en parte, por la tarea de reedición de las publicaciones privadas originales. Cuenco de Plata nos acerca esta obra deliciosa, editada por única vez en 1971. "Anhelo sólo que la obra se adapte a mí", dice un personaje. El concepto puede aplicarse a Yo, yo y yo, un libro exquisito, de género irreductible y genial.

(publicado en el suplemento de Cultura de Perfil, Buenos Aires)

mantra de jueves a la madrugada

(dada la poca síntesis y la escasa vibración, más que un mantra es un consuelo)

"Para entender una obra es importante que el artista esté emocionalmente en su centro mismo; que vea, que conozca, que experimente las cosas sobre las que está escribiendo"

(ahora que lo escribo, hasta parece un poco new age. Pero está bueno; qué tanto cinismo autoconciente, vamos...)

Estímulos

"A fines de los 80, la revista Billiken publicó una suerte de dossier sobre detectives. Había algún cuento de Sherlock Holmes con ilustraciones y un simpático y práctico manual de “cómo ser detective” que incluía un set de barba, pipa y lupa. Todos queríamos ser Sherlock Holmes, parecernos a él aunque fuéramos nenas y resolver, con omnipotencia infantil, los casos de los noticieros del momento. Por lo menos aprendimos a detectar huellas digitales, y algún otro truco que enseñaba el manual. Pero cuando los mayores escuchaban el “cuando sea grande quiero ser detective” nos miraban con sorna, ternura o desaprobación para decir, en cualquier caso: “No, en la Argentina no se puede ser eso. Los detectives acá no existen”. La anécdota esconde, como siempre, algo de apócrifo, de retórica y alguna verdad." (...)


Quería ser detective, de verdad (y tres cosas más)

Ya en Buenos Aires di unas clases sobre "policial" (sí, me re sabía la cuestión y evite el exceso de autores, matices y relaciones porque claro, los caracteres no son infinitos y no estoy haciendo crítica académica y claro, la idea era hacer la cosa un poco entretenida; aunque sea un toque), y el género enigma -policial clásico; "novela-problema"- siempre fue horrible en estas tierras salvo en aquellas versiones paródicas; casi pongo el nombre de mi coterráneo -más viejo pero contemporáneo al fin- como el ejemplo de lo que no queremos leer.



No... no es que no me alegre...es que...
no sabía que te iba a encontrar acá.
Por ahí me agarraste como por sorpresa...
Pero todo bien. ¿Querés algo de tomar vos también?

lunes,


pampa seca en la ventanilla, ansiedad de vacaciones.

(pero sol y mosquitos en la ciudad, dejo al costado todos los papeles del libro que todavia no salió y con el que convivo desde el fin de semana, enorme pila de papeles, las galeras parecen fotocopias para estudiar y de alguna forma estudio, la semana pasada tenía un libro armadito, se podía leer en el subte, ahora estoy rodeada y encerrada -por la ventana luz por suerte- pienso dejar todo en el piso y abrir el word)

El periodista lee, pregunta y luego escribe "Un recorrido por los barrios a traves de las versiones ficcionales editadas en 2007. Mapa de fantasía para narrar a Buenos Aires."

La nota editada bonita completa acá (¡pinchar!); domingo pasado; Página 12.

Y mis respuestas completas, hechas como siempre a las corridas aquí mismo (me pregunto si debería corregirlas):


1) Narraciones recientes sobre ese barrio (Villa Crespo) que te hayan impactado: de ser nuevos narradores mejor?



No me crucé con otros relatos literarios recientes sobre Villa Crespo –más allá de una nota periodística del escritor Jorge Boccanera- pero es un barrio que está cruzado por muchos relatos sedimentados, casi, en el saber popular. Sus ritos fundacionales que incluyen, como corresponde, personajes míticos, desde Pugliese, a Marechal a la imagen de Juan Gelman recibiendo los honores del club Atlanta. El tema es que la mitología barrial empieza a actuar, en un punto, como sentido común anquilosado; una mediación cultural y simbólica que a veces deriva en folkore superficial; postales turísticas for export; y desde luego estereotipos y prejuicios. Me resulta más atractivo, entonces, el barrio como una geografía simbólica en la que producir un quiebre, una problematización o actualización del sentido común, una intervención sobre los implícitos, el prejuicio y el estereotipo.


2) Narraciones recientes de otros barrios que te hayan impactado...
En relación con lo anterior, me impactaron textos que se alejan de cierto pintoresquismo vacuo, relatos en los que se interviene en ese folkore y se reescriben y actualizan códigos discursivos sobre distintos terrenos; y que tienen una impronta vinculada también con la búsqueda del escritor; supongo que leo eso, y luego el barrio.

Primero me sedujo el Monserrat de Daniel Link; el Boedo de Fabián Casas y Daniel Durand, pero quizá más aún el tránsito antiflaneur de los textos de el Villa Lugano de Juan Incardona y del Parque Patricios de Hernán Vanoli, y el cruce crítico entre lo social y lo personal -cada uno en unestilo muy distinto- en el Puerto Madero de Félix Bruzzone y en el Caballito de Violeta Gorodischer; entre otros, claro.

a veces

me gustaría ser poeta.

de qué lado estás:¿Sos un escritor de texto o de rosca?

Ayer escribía:
*Llueve y en casa escribo la nota que tengo que cerrar a la tarde: trabajo extra redacción para la redacción. Horas extras, podría decirse y me entero aunque no me interesa, de quién ganó en premio nobel seguro ¿también escribiré algo al respecto?

* al final no; y pude comprometerme con la prosa ligera y amable y el comienzo que incluye una vivencia de infancia, difraces y juegos para una retórica como siempre atractiva y falsa, en una versión funcionalmente linda y casi real.

*Tengo el comienzo de un cuento que tengo que entragar, taller, tallar, talar sobre el texto no; de algún modo siempre emerge el instinto ese; escucho buenos poemas, mi billetera que reaparecerá luego de haber hecho todas las denuncias vendrá a mi otra vez, sin plata y con documentos, contenta. ¿hay un recurso más horrible que la personificación?

*Esribo una nota que quiero escribir, empieza a haber una continuidad no deseada; crítica, obra, periodismo, continuidad feliz, antes había un ritual de amistad, ahora también pero lejos de todo eso.

*Recibo una propuesta: contar los caracteres que escribo cada semana. La competencia no me interesa, pero es un lindo dato de color. Vuelvo al jueves a la noche

Una lectura hermosa,
Un poema sindicalista
Un reencuentro tamarisco
Unos poetas que discuten:
¿a favor del texto o de la rosca?

¿Quién sos?
¿Un escritor del texto o de la rosca?
(escritora y basta)
La discusión sigue y como siempre los poetas no pueden delimitar esas acepciones; quizá las discusiones mejores partan de esa incomprensión básica, un culto a la vaguedad.

*Qué mal título de tapa el del último ADN
¿Ya son grandes? Que me quiere significar? Todo lo que entiendo con eso me parece nefasto.

Alguien dice: por lo menos es más legible en donde trabajás vos. En ADN ponen en tapa al lindo que escribe feo. Un lindo que escribe feo.

Igual, toda perpectiva va a cambiar en unas horas.

Hoy, por fin, me voy al campo.

hoy

Mercedes Halfon/ Clara Muschietti
presentan
ES A PROPOSITO

Sebastián Morfes
Miguel Petrecca
Susana Villalba
Daniela Pasik

La conspiración de los porteros

No sólo tiene un título excelente, es un libro alucinante (se me ocurría que un mal editor robaría el brillo del libro y titularía una nota dedicada al autor: "la conspiración de colautti"; eso sí que es plagio encubierto)

El "rescate" siempre tiene ese vaho a opereta editorial, pero en este caso, el talento del autor te hace no poder creer que no lo hayan reeditado antes. Tanto que Quintín sospecha que Colautti no existió (pero sí, existió, a mí me lo dijo Elvio Gandolfo y yo le creo, quiero escribir algo sobre "el método gandolfo", un sistema que usa en el prólogo del libro de Colautti y en otras notas, tiene que ver con esa fantasía que tengo hace rato, que el suplemento salga en una plantilla formato blogger y poder entrar a reescribirla cada domingo si se me da la gana, hacer anotaciones, repensar cuando el libro ya es un sedimento burbujeante. Igual, acá va mi reseña (casi) intacta, tal cual salió. Compren el libro, agradezcan a Mansalva. O, agradenzcanle a Mansalva comprándole un libro.


La conspiración de los porteros
Autor: Ricardo Colautti
Género: Novela
Editorial: Mansalva, $ 28

¿Es posible que un escritor genial pase inadvertido en su época? ¿Que, si es "bueno", su obra permanezca fuera de los muros de la escena crítica y el debate literario? ¿Que apenas sea leído por sus colegas". Mansalva brinda las pruebas con La conspiración de los porteros, obra reunida de Ricardo Colautti (1937-1992). Elvio Gandolfo confiesa en el prólogo: "formaba parte, para mí, del grupo de los marginales auténticos". El libro incluye las novelas que publicó el escritor en vida: Sebastián Dun (1971), La conspiración de los porteros, (1976) e Imaginetta (1988).
La placentera perplejidad de la lectura está rodeada por cierta sensación de desconfianza, una inestabilidad provocada por la delicada ruptura de determinados presupuestos narrativos. Por un lado, las tres partes conforman por separado una unidad. Pero, ¿de qué tipo? Es difícil saber cómo calificarlas; parece mejor considerar el libro como un proyecto. La estructura trabaja más sobre desvíos y saltos elípticos que sobre una progresión causal clásica. El proyecto Colautti se arma sobre una acumulación de atmósferas enrarecidas, lógicas entendibles a medias, sucesos extraños narrados a veces con desidia por un protagonista confundido en perpetuo movimiento.
El personaje de Sebastián Dun reaparece en cada novela, pero la reiteración no configura una saga convencional. Su historia no tiene un desarrollo cronológico, y si algunos de sus rasgos se mantienen, se muestran estadíos existenciales, lo que imaginamos como vidas posibles del mismo personaje. En todo caso, un feliz atentado contra el héroe clásico. Colautti logra un balance incómodo entre la permanencia y el cambio, una ambigüedad condensada y vertiginosa.
Sebastián Dun comienza con un raconto: un preso cuenta qué lo condujo hasta la cárcel. Dun se encapricha con una mujer y se casa, pero también tiene una amante "corista" con la que se enreda en estafas y negocios turbios; se considera un vago y lo único que lo motiva es hacer "grabaciones". El cruce de la clase alta con la "escoria social", va marcando el recorrido del personaje. El tipo burgués inserto en el lumpenaje tiene un peso sociológico (el de un Fogwill que no va a fondo; a Colautti le interesa otra cosa) pero también existencial. "A esta casa ha venido a recalar toda la mala vida, te das cuenta de lo que va a ser la muerte de esta gente, cuando estén rodeados de sus parientes, de sus amigos, y vean desfilar las imágenes de sus vidas turbias, ¡qué repaso angustiante!". Por cosas así, Gandolfo vincula esta obra con la de Artl y su feroz descripción de los tipos porteños.

El personaje empieza a adquirir un carácter parasitario que se profundiza en la novela siguiente. También su participación en conspiraciones, como víctima y luego victimario, en el plano familiar y luego en el social. La paranoia inducida termina por ser el perfecto instrumento de poder; pero a Dun no le interesa ni siquiera eso; se deja absorber por movimientos y deseos ajenos. El personaje no es sólo un autómata, sino alguien capaz de camuflarse y cada tanto regirse por su genuina pulsión. Si, como Aira o Copi, el autor desdeña el verosímil clásico, crea al mismo tiempo un personaje magnético, que huye y busca de su propia tragedia pero que nunca se detiene.
La conspiración de los porteros profundiza la línea tejida sobre una doble desconfianza: la del narrador sobre él mismo y lo que lo rodea (y es el lector el que termina de adoptar una posición extrañísima). Dun se suma a la mecánica eliminación de cuerpos, y si al principio se sorprende, luego actúa la eficacia de esta instrumentación con frialdad. Los porteros conforman una suerte de masonería secular, una militarización civil que Dun también dejará atrás para seguir con lo suyo. Las referencias más aberrantes siguen actualizándose más de veinte años después.
Imaginetta radicaliza el planteo anterior. Si antes había una continuidad trastocada, la última parte genera la fantasía de un video clip con hiperpostproducción: escenarios, personajes y también roles en constante mutación. Hay algo del Daniel Guebel de El perseguido en Imaginetta, pero Colautti condensa todos los recursos de su maquinaria narrativa. Entre la paranoia y la pasión vital, el final es una hipérbole delirante. En Sebastián Dun leemos: "Tenía el proyecto de proseguir las grabaciones hasta llegar a hacer una enciclopedia de la fantasía; recopilar todas las figuras que me asaltaban día y noche y luego vender esa enciclopedia a los productores de cine, de teatro, a los argumentistas, a los artistas y a todos aquellos que necesitasen en sus conversaciones o en sus pensamientos algo esotérico, insólito, original, algo que los apartase de pensar todo el día en sí mismos". El autor casi logra el cometido de su personaje: un libro vivo, que no hace otra cosa que sacudir, descolocar, divertir y angustiar al lector una y otra vez.

éste sí que responde

Vanoli en el cuestionario de Zunini habla bien de mí - y de otros- y entre otras cosas dice:
"La idea del barrio como comunidad orgánica con sus particularidades cercanas al folclore no me estimula, no creo que haya ningún tipo de verdad en “el barrio”, y si la hubiera me parece más bien nefasta."
Sería algo así como si yo dijera que mi campo, el campo que me interesa, es como éstos
(Nos gusta esa cosa rotunda de Hernán, aunque al toque le ponga el golpecito relativo. Vean todo el post y se van a dar cuenta)

mantra de lunes

"cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central""cuanto más marginal más central"

¡Que vuelva Locomía!

Cicco vuelve; después de su nunca igualada columna sobre Pepe Eliaschev.

(en la "muestra" de gimnasia de séptimo grado, éramos re chancheras haciendo la coreografía con esta música)

cuantas veces leíste "que lo parió"


Cuando muere Fontanarrosa, salvo excepciones que pudieron leerse sobre todo en la web, las necrológicas no distaron mucho del soporífero y lacrimógeno tono de las notas dedicadas al aniversario de la muerte de otro autor popular, Osvaldo Soriano. En general, la "prosa homenaje" –en los medios masivos- es una hiperbólica exhaltación de emotivismo y afectividad que invariablemente termina en una cursilería difícil de leer. Si existe un género lacrimógeno, entonces, podemos distinguir dos subgéneros. Mientras autores eruditos –o encasillados en ese lugar- motivan notas pomposas y solemnes, el autor popular despierta en gran cantidad de cronistas –siempre "fanáticos" de la obra del difunto- una necesidad, al parecer inevitable, de descargar dolor, impotencia y melancolía. Pero esto no es lo peor del asunto: del fanatismo a la intención de copia sentimentalista hay una corta distancia.
Imaginemos que la discusión acerca de si el comic es un género literario genuino se desarma frente a las historietas de Inodoro Pereira. Admito: son divertidas, sagaces, un poco machistas; y el duo Mendieta-Inodoro es uno de los mejores en la obra del rosarino. Acertadas consignas que no se toman muy en serio a sí mismas -como cuando Mendieta le dice a Pererira: "Vivimos en una época muy contemporánea"- y diálogos que hasta tienen un guiño a Lewis Carroll. "En el pueblo dieron la obra ´El gayinero´ de Pepín García basada en el libro del mesmo nombre", dice Inodoro."¿El libro se llamaba "El gallinero?", pregunta un hombre. "No", dice Inodoro."Se yama Pepín García".
Y si extrañamente expresiones como "Qué pucha" y "qué lo parió" funcionan en ese universo, cuando los periodistas travisten su propio estilo al del admirado autor –¿en homenajes parasitarios?- el resultado es bochornoso y acartonado. Si Fontanarrosa se inspira, por ejemplo, en el lenguaje "de la cancha" para crear la perfecta coloquialidad de sus textos, cuando otros citan la coloquialidad de Fontanarrosa el resultado (una reproducción de tercer grado) suele ser un desastre: la emotiva coloquialidad buscada -valga el oxímoron- se vuelve pretensiosa y artificial.

conferencia de prensa

(versión personal)

Hombre uniformados en la "mansión", chicas elegantes con cartelitos de siempre que indican su rol dentro de la conferencia con la presenecia de destacadas figuras del ambito academico internacional, anotan mi nombre y dicen que suba escaleras de madera, enormes hasta un nuevo hall, sala a modo de aula, cortinas rojas, pantalla gigante muestra en tamaño gigante a los mismos que hablan debajo, tamaño natural, me quedo mirando, no es tan grande la sala como para necesitar eso, "cuando un chico de veinte años viaja a Europa a estudiar no sólo aprende lo que ve en la Universidad, sino que también gana nuevos amigos, se acosutmbra al clima", dice una rubia conferenciante, otra rubia pregunta si soy de prensa y luego pasá por acá, entrá a la sala de prensa (claro), entro todos ya acomodados, un mozo junto a la puerta junto a una mesita con jarras de café y tazas limpias, nadie se habrá animado a pedir que le sirvan y ahí está el mismísimo embajador de la UE, habla un español claro, el señor de prensa se llama Branko, países del este, canas, acento ¿lituano?, ojos azules, hace años una charla con un ucraniano que trabajaba de lustrar zapatos, recién llegado a la Argentina, soy ingeniero dice en nuestro encuentro en la peatonal de Florida o Lavalle, le preguntamos interesadas ingenuas por la discriminacion, nos da su tarjeta por si sabemos de algo, si alguien quiere darle trabajo de ingeniero, termina la conferencia de prensa, tengo hambre y podría quedarme al almuerzo pero la obligación de la redacción, salgo de la mansión (sí, sí, rimas, rimas, feas, feísimas), tomo un colectivo, el microcentro me abraza con ese vapor humedo, sucio, tan lugar común pero no por eso no se siente, al ucraniano nunca más lo vi, no le conseguí trabajo, escribo un breve que habla del maravilloso intercambio estudiantil entre Argentina y la UE otra vez no hay aire acondicionado, otra vez hace demasiado calor
(versión oficial:
Estimada Sonia:
De acuerdo con lo conversado hoy con XXXXX (pirulo, ponele), te mando los archivos con las informaciones de prensa sobre Europsogrados 2007, y sobre el otro evento dedicado a la cooperación UE-Argentina. Al mismo tiempo te invito a una reunion con el embajador de la Union Europea Gustavo Martin Prada que hablará de estos temas con un grupo reducido de periodistas el jueves próximo, 4 de octubre, a las 12,00hs, en la mansión en Las Heras 1722. Te agradezco de antemano por tu presencia y cobertura (...)
Te mando mis saludos. Branko )

todo se reduce a llenar páginas en blanco.
me hago tanto quilombo y al final era eso.

Villa Crespo

cómo responder cuando no querés responder.
cómo responder cuando no querés explicar
y cómo terminás diciendo absolutamente casi nada.


(Pero no la Buenos Aires de Borges ni de Cortázar ni de Marechal ni de Castillo.
¿sí la Constitución de Cucurto, el Boedo de Durand, de Casas y la Montserrat de Link.?)
Buenos Aires 1:1. Editorial Entropía


una mini lectura de Revelación de un mundo


(no lo intentes en tu casa I)

La frágil verdad de los géneros literarios
Con la frescura y la extensión justas, los textos de Revelación de un mundo van de la superficie a la profunda particularidad de las cosas (muchísimas cosas) con brillante admirable destreza. Entre 1967 y 1973, la ya por entonces reconocida escritora Clarice Lispector, necesita dinero y acepta la propuesta de escribir todas las semanas una columna para el Jornal do Brasil.
El libro ofrece variedades de las insólitas y también de las más domésticas: historias de mascotas, odiosas amigas de la infancia, tristes ancianas que pasean, taxistas –Lispector estaba fascinada por sus relatos- empleadas domésticas y hombres de toda clase. A pesar de que escribiera todas las semanas y bajo un género para ella hasta entonces desconocido, la fuerza de sus cuentos permanece en la prosa que se leía en la prensa diaria. Si puede hablar en tercera persona, el uso de la primera deja ver, en algún caso, un hilo de inseguridad; su sello confesional no llega a ser, por suerte, emotivista.
En general, los textos que hablan de la imposibilidad de crear un texto son un fiasco; aburridos y vacuos, típico de los primeros ejercicios de escritura en que el autor se retuerce hasta el espasmo y canta la sufriente oda fallida a la siempre personificada hoja en blanco. Lispector, en cambio, encara la cuestión de una manera inteligente; analizando las posibilidades: "Todavía me siento un poco perdida en mi nueva función con eso que no puede llamarse propiamente crónica. Y, además de ser neófita en el asunto, también lo soy en materia de escribir para ganar dinero. Ya trabajé en prensa como profesional, sin firmar". Si en alguna ocasión afirma, provocadora y consecuente con su proyecto literario "Los géneros no me interesan. Me interesa el misterio", en esa tensión dialéctica sus crónicas se ponen en riesgo y la reflexión sobre los géneros literarios se vuelve polémica. En "La verdadera novela", escribe: "Bien sé a que llaman una verdadera novela. Sin embargo, al leerla, con sus tramas de hechos y descripciones, me siento disgustada. Y cuando escribo, no es la clásica novela. Aunque es novela".
update: en el programa de tele en que mi ex compañero de banco aparece charlando con Sasturain, se afirma que este libro es un diario íntimo. Si bien tiene algo de eso; no lo es "del todo". O sea, no lo es. (Me siento de esas señoras que mandan cartas de lectores corrigiendo un error en una nota o dando su opinion sobre la opinion de un columnista. zas. no debería meterme con la televisión; tras que hablan sobre libros, me vengo a hacer la erudita)


lunes lime

las grandes frases del día de la fecha en la redacción de un despoblado suplemento cultural son (¡mías!):

-"Sí, sí. Entregué la reseña de Victoria Ocamping"
-(¿risas?)

**

-¿cuántas visitas tenés en tu blog?
-no sé, no muchas.
-Oh... entonces... ¿no somos populares?