Meneses y Bielsa: a hinchar por Argentina ahora, que no decaiga tanto, plis!

En un día complicado para hinchas y selección y chilena, y para DT argento chileno, les dejo esto del cronista argento chileno, talentoso y generoso él, no sé si decir lo mismo de Bielsa, que me cae bien pero es tan discutido pobre.
Ahora Meneses va a empezar a hinchar por Argentina. Ya lo había advertido.
Meneses dice así:

messiytevez.jpg


Aposté a que Argentina sale campeón del mundo. Creo, como varios, que esta vez puede ser. Con Messi y Tévez, Argentina mete miedo. Pero, además, con Maradona en el banco, las sorpresas vuelven a ser parte de la rutina (debo aclarar, eso sí y para ser justo, que también aposté a que Chile sale campeón). Argentina no sólo tiene buenos jugadores y un cuerpo técnico de leyenda. También, y eso es lo que nos convoca ahora, tiene personajes de historia. Jugadores capaces de conseguir buenos autores, que los persigan por meses. Es el caso de las dos puntas más famosas del equipo del Diego: Lio y Carlitos.


Partiremos por Tévez. O, mejor dicho, partiremos por Sonia Budassi, autora del estupendo perfil “Apache, en busca de Carlos Tévez”, de la editorial Tamarisco. Sonia es una rubia que nació en Bahía Blanca, vive en Buenos Aires y siguió por varios meses a Carlitos.


Daniel Riera, Cristian Alarcón, música arriba, muestra tremenda. El miércoles 30 venite



















en el blog de tamarisco Violeta dice así pero edita mejor:
Editorial Tamarisco presenta Apache. En busca de Carlos Tevez de Sonia Budassi, e inaugura su colección de no ficción.
Presentan: Cristian Alarcón y Daniel Riera.
El miercoles 30 de junio a las 19 hs. Centro Cultural Ricardo Rojas.
Corrientes 2038
Prometemos algo de vino y piolavago sonando en el ambiente.¡Los esperamos!

Apenas se estrene estamos ahí

Funes se pregunta por las garantías y los premios y yo no puedo más que tener todas mis fichas puestas ahí, me atrevo a decir. Bueno, admito que me afecta mucho la gran actuación de mi sobrina niña Inés :)
Y para ser más objetiva, me intriga ver el trabajo que hizo Rafael Spregelburd. Y de los directores, obvio, también.

Apache Escandinavo

De la nota que me hizo el SUECO Claes Aronssons para la radio y web, SUECA (se puede escuchar mi voz traducida al SUECO, claramente el periodista corrige los errores conceptuales en los que incurrí ¿?).


Al mismo tiempo, el escritor traducido por Lengua de trapo, Kjartan Floegstad también leyó Apache y lo citó en un artículo publicado en un diario noruego

"Takk til Miguel Bossio, Sonia Budassi og Fabián
Mosenson. Budassis Apache. En busca de Carlos Tévez
vil bli utgitt på forlaget Tamarisco i Buenos Aires
i 2010."

gracias, escandinaviaaa :)

"La fantasía del gringo rústico de campo"

Ayer se publicó en la revista Ñ, este texto que escribí, sobre Heinze, durante la semana. Comparto el espacio con geniales escritoras, teníamos derecho a elegir a nuestro jugador, para hablar de lo que inspiran desde su anatomía, actitud y demás. Preferí no hablar más de Tévez -y por suerte escribió sobre él Gabriela Saidón -sino de quién, bella coincidencia, hizo un gol ayer. El primero de la selección en el Mundial.

Madurez, frescura y experiencia
Por Sonia Budassi

Gabriel Heinze no es de los niños casi adolescentes de la Selección, esos púberes tardíos llenos de hormonas estandarizadas por la edad. Preciosa mezcla de madurez, frescura y una experiencia que no lo pone del lado del que "está de vuelta", sino de una entusiasmada seguridad, cumplió, ariano, perfectos 32 años en abril.
Su primer nombre, Gabriel, es nombre de Arcángel, y de uno protagónico, importantísimo en términos cristianos. Pero el segundo es Iván, de raíces rusas e inevitable asociación directa al sádico zar, apodado "El terrible". Esa combinación es su oxímoron: en su nombre ya se leen las grietas de una provocativa perversión.
Lo busco en Facebook y descubro el grupo "para que Gabriel Heinze no esté en la Selección". Pero se sabe que el desaire es hijo de la envidia. Una boca generosamente delimitada, contundente, compite con el resto de sus rasgos en el que cada elemento tiene un peso fuerte: los pómulos pronunciados, las cejas tupidas, los ojos –repito los ojos– cristalinos, hipnóticos, luminosos, atrapantes. No es una armonía dócil.
Una amiga dice que los rubios no le gustan porque son insulsos. Que no le transmiten nada. Estoy segura de que nunca vio a Gabriel y sí a esos metrosexuales andróginos sin sangre tipo Beckham. La belleza de Heinze es demasiado viril. Quizá por eso molesta a los hombres. Hay otro dato relevante en la biografía del rubio: es entrerriano. De un pueblo llamado Crespo. Es imposible, entonces, resistirse a la fantasía del gringo rústico de campo. Sus mechones dorados, a veces en cortes urbanos, de conductor de transporte público, incitan otra vez un cruce que estalla en el desborde, cuando lo ves gritando, porque grita, patea, pelea feroz, en todos los partidos. Es un arcángel guerrero en la cancha y, siempre, un mix perfecto del estereotipo proletario, menos urbano que rural. El colectivero esmerado y el paisano hijo de inmigrante. La última vez que lo vi usaba jeans anchos, como pinzados: bombachas de campo urbanizadas. Gabriel Iván es el tractorista que habría aprobado el casting de aquel videoclip, Crazy, de Aerosmith. El que, transpirado, se acerca con esa mirada brava y dulce a la vez, y te lleva hasta el galpón para mostrarte la lana grasosa de las ovejas que acaba de esquilar. El que, galán macho, rústico adiestrado, te ofrece un mate gentil, y te ayuda, dándote la mano de un brazo fuerte, hipermusculoso, a subir a la cosechadora. El que, después, muestra ese otro costado, salvaje, sin tantos modales, que emerge cuando quiere pegar y grita como un puma, caliente, en un partido, aunque, ahora, en la película, sus gestos son sólo para vos y manifiestan la precisa actuación de una perversa caballerosidad.

Sonia, melodrama y euforia. Un diario lateral del mundial

Hoy es un día especial (qué manera más cliché de empezar un post, perdón, pero estoy emocionada).
Para todos es especial, porque empieza el Mundial.
Para mí también, por eso, y porque tengo cable. Después de muuuuchos años sin tener, ahora tengo. Y, por primera vez, voy a escribir un blog durante el mundial. Y en el diario de bahía!
¿Cómo voy a hacer para cumplir con mis obligaciones?

Miren este pony hermoso que hizo Gustavo Pereyra.
Y leanme acá!! Gracias a todo el equipo de lanueva.com , que me ayudó a resolver el título, tira buena onda. Y que me hizo la propuesta, claro.

"El dinero es un personaje omnipresente en Apache". Ezequiel Alemian

El autor de El talibán, El tratado contra el método de Paul Feyerabend (este último es rarísimo y apasionante) y del genial Diario del Mundial o sea, Ezequiel Alemián fue el primero en leer el Apache publicado y corriendito vino a hacerme una entrevista que se publicó en estos días. Muchas gracias a él y a Revista Llegás.
Hizo preguntas bravas, inteligentes:

Apache también puede leerse como un libro sobre los periodistas y los medios de comunicación. ¿Te animás a hacer una evaluación del periodismo deportivo después de esta experiencia?

–¿Los periodistas funcionan un poco como miembros de esa “guardia pretoriana” que vos mencionás, esa protección que rodea a los jugadores?

–¿Cuáles son esos significados que se protege? ¿Qué es lo que no se puede cuestionar?

–El dinero es un personaje omnipresente en Apache.

No necesariamente respondimos idem eh


"CREDENCIALES QUE NO RANKEAN"

Gracias a Juana Menna, que escribió esta reseña -tan bonita escrita!- en el Suple las 12 de Pagina 12.

Por Juana Menna.
Un periodista deportivo le dijo: “Con esos ojos cómo no te iba a dar pelota, Carlitos”. Otro fue más frontal. “Ves, hay que ser mina y rubia”, farfulló mirando su grabadorcito mudo, que no había sido tocado por la voz de Carlos Tevez. ¿Qué se dijeron la escritora Sonia Budassi y el astro futbolístico mientras estuvieron frente a frente, en esos pocos minutos donde ella logró derribar las vallas de seguridad, la obsecuencia de los varones que rodean al ídolo, los códigos de “hombres del ambiente” del cual liban periodistas, técnicos, cazautógrafos como un néctar imprescindible que marca la distancia precisa entre pertenecer o quedar afuera de un status con reglas caprichosas? No importa demasiado. Sonia, outsider del mundo futbolístico, había logrado hablar con Tevez en exclusiva. ¿Para salir en la tele, para el diario Olé, para algún medio con las bolas bien puestas? Bueno, no lo tenía muy claro entonces. Para un artículo periodístico quizás. O, como sucedió, para un libro. Porque ella le dijo a Tevez que era escritora y él respondió “mirá vos” con extrañamiento, como una especie de cumplido para diferenciarla de las fans y de las chicas que lo siguen para conseguir algo menos inocente que un autógrafo. Luego él fue fagocitado por su mundo y ella, separada de la manada.

Apache (en busca de Carlos Tevez) –Ediciones Tamarisco– es un perfil atípico del jugador construido a través de su obstinado modo de no estar nunca disponible. Es, entonces, la crónica de un desencuentro, una love story por entregas donde cada capítulo empieza con el año y el lugar, como una libreta de notas o un diario íntimo. Pero en su faceta menos privada es un trabajo periodístico, si por eso se entiende acumular y clasificar datos, estar “en el lugar de los hechos”, escribir con claridad para público entendido o no.

Todo empezó hace poco más de diez meses como una nota para la revista Brando que buscaba ver, conocer y entender al jugador talentoso y millonario, surgido de un barrio estigmatizado por la pobreza mientras la Argentina iniciaba los partidos para clasificar para el Mundial. Pronto se dio cuenta de que no sería fácil un mano a mano con semejante celebrity. Básicamente porque sus credenciales de mujer y escritora no rankeaban. Como dicen las abuelas, ella buscó hacer de la carencia, virtud, y entendió que sumergirse en ese mundo era imprescindible para entender sus lógicas. Recopiló materiales periodísticos, presenció decenas de prácticas en el predio de la AFA y caóticas conferencias de prensa en la Selección, estuvo en los partidos, estudió las jugadas repetidas hasta el infinito en la tele mientras la Argentina clasificaba con lo justo y el entorno de Tevez se ponía cada vez más hostil a la prensa. Así es como Sonia fue construyendo una especie de “etnografía urgente”, una bitácora caótica que comenzó a ordenarse cuando Nicolás Cassese (su editor en Brando) y Cristian Alarcón (su docente en escritura de crónicas) le dijeron: “Acá hay buen material”, una frase que entusiasma a cualquiera que busque encontrar en la realidad su fuente creativa.

Apache fue el germen para el relato “Sí, quiero”, publicado en la antología Hablar de mí (Lengua de Trapo). De esa primera versión, Sonia tomó el ritmo, la cadencia de relato fragmentado, construido desde lo vivencial por una voz de mujer que desde su condición de extranjera mira con desprejuicio el hipermediatizado mundo del fútbol. Así se apropia de diálogos y gestos accidentales con la convicción de que un buen perfil puede transformar en precioso lo residual, lo que el periodismo canónico rechaza cuando sólo persigue la primicia.

Las pequeñas traiciones de colegas, el celular apagado de representantes luego de asegurarle la nota y las intermitencias del manager de Piolavago (el grupo donde Carlitos canta de vez en cuando) que de a ratos no le prestaba atención y de a ratos le decía “reina”, las incursiones en Fuerte Apache (donde nació Tevez). Situaciones retratadas con un sentido del humor que sirve para quitar solemnidad a asuntos propios y ajenos, como cuando Sonia logra entregarle sus libros anteriores (la no ficción Mujeres de Dios y el libro de cuentos Los domingos son para dormir) mientras le dice a Tevez que pueden servirle para emparejar una mesa de luz chueca.

En el prólogo, Sonia define el resultado de su trabajo como una lucha desigual contra el sistema futbolístico, “una aventura tortuosa, divertida, desesperada y siempre al borde del fracaso”. Así son las historias de amor que, literariamente, valen la pena. Las que enfrentan el sexismo y proponen nuevas formas de mirar ahí donde los medios hegemónicos buscan imprimir un sentido único.

"Radiografía íntima y social", esta semana en revista 23! "Tevez es un personaje en busca de su autor"



















Charlamos con Diego Rojas sobre Apache. En busca de Carlos Tevez. Super linda editada y vendida en tapa de la Revista Vientitrés.


“Su manera de correr y luchar como un guerrero santiagueño con la pelota y, por otro lado, su manera de hablar me cautivaron muchísimo”, reconoce Budassi, que persiguió la entrevista, finalmente concedida, durante todo un año en los que usó los artilugios más literarios o detectivescos, según requiriera la situación."
(...)
No debería resultar extraño que Tevez provoque en una escritora el impulso por retratarlo. Bien podría ser que el jugador sea, además, un personaje en busca de un autor. ¿Qué características del jugador del pueblo seducen a una persona que trabaja con las palabras? “Tevez tiene una relación privilegiada con el significante: tiene una chispa que se aleja del guión del jugador políticamente correcto.
(...)
"Ser un jugador del pueblo no es sólo un mérito que se conquista a través del buen fútbol, sino que condensa una actitud y una percepción cultural en el imaginario social. “Tevez trabaja para ser el jugador del pueblo. Nada más fuerte que el poder del ídolo entre sus seguidores. Muchas veces, Carlitos invierte la relación y se pone en una posición sumisa ante sus fans, permite que lo agarren o manda un saludo a un sobrino del seguidor, que lo toma con una camarita. Pone un esfuerzo, una dedicación para ser ese ídolo popular.”
(...)

Argentina-Canada según mí-Segunda Parte. El show pautado antes del adiós

Sí, fue lindo mientras duró. Esta es la segunda parte de ésto

  1. Aviones de papel blancos y celestes caen en picado al terminar el primer tiempo; aviones verdaderos pasan a poca distancia de lo más alto del monumental. Los periodistas se levantan de sus asientos para ir a buscar café o agua; ya empieza a oscurecer y a refrescar. El cielo, por suerte, despejado. Nunca nos ganó tanto la lluvia como en partido contra Perú. Como nubes de una plaga de langostas, nadie vio con claridad cuando Palermo hizo su famoso “gol de la salvación” en el último segundo del último minuto.
  1. Tevez hace amagues, canchereadas, lujitos que, no se cómo se vio en la tele, acá hacen reír, graciosos.
  2. La hinchada hiper producida: niños con caras celeste y blanco, muchas remeras de Palermo, cantitos cada tanto del que no salta es un inglés, una ola que se rompe al llegar a la platea de prensa
  3. El sonido es clave. Como dije, al principio música festiva. Después, el himno raro. Luego, cantitos de arenga. ¿cuál es entonces la novedad? Por primera vez, se escuchan los gritos de los jugadores. No es que estemos mucho más cerca que otras veces.*Teorías:

La gente estaba más tranquila, no sólo porque el resultado iba más que bien, sino porque bueno, sí, era un amistoso. Entonces no hay puteadas, no hay órdenes vociferadas a árbitros, jugadores y DT. Tampoco hay hinchada visitante. La colombiana, la peruana, la venezolana no dejaban de cantar en ningun momento, resaltando cuán parcos éramos los argentinos.Había menos periodistas transmitiendo, con los medios que podían, la mayoría por celular.


*Conclusión provisoria: lo que más emoción genera son esos gritos pelados, espontaneos, en bruto. Mucho más que la música dramática o alegre, los papelitos volando, los mensajes de los hinchas en la pantalla, el relator. En medio de tanta parafernalia, las voces de los hombres, la acción percibida cercana, gestos sin deidad, el show de la simpleza, el juego, humanos que corren y patean, potencian todo, la austeridad que genera un efecto impresionante.

  1. Pidieron a Palermo, le dieron a Palermo. Antes de terminar piden a Messi. Cuando me doy vuelta para preguntar a los chicos de perfil si ellos también querrían a Messi hacen la típica atinada observación que me hace quedar como una imbécil:

-Sí, ponele que nos encantaría. Lástima que el partido se terminó.

Giro, derrotada, y veo como los jugadores van saliendo de la cancha y yo retrocedo 5 casilleros en mi camino lúdico hacia cierta legitimación.

  1. Termina. Copa Bicentenario. Estallido que da miedo. Fuegos artificiales. Fito Paez y un lacónico pedido a “los muchachos” para que le “den una alegría a la gente” y canta, sí, adivinaste, “Y dale alegría, alegría, alegría a mi corazón”.
  2. ¿Y entonces cuál se supone que era hoy mi misión? La que me dijo el periodista deportivo que me saludó alegre: ¿Por qué no le das tu libro a Tévez?
  3. ¿Por qué no?¿Tengo algo que perder?
  4. Antes hizo un despliegue involuntario que despertó cierta -bueno, mucha-envidia y una falsa resignación:

-Uy, qué boludo. Cómo no se me ocurrió. Esta seman

a entré al predio con X que quería conocerlo a Maradona y Maradona quería conocerlo a él y...

-¿Cómo que entraste? ¿Pasaste del hall?¿Fuiste adonde nadie puede ir a menos que sea de la AFA?

-Sí, sí –dice con displicencia- bueno, estaba Tevez ahí dando vueltas y le saqué una foto, y bueno, a X con el Diego, también. Le pude haber dado tu libro. Ok.

Entonces me dice que se lo de en la zona mixta. Y yo con eso de que no hay nada que perder.

  1. Los VIPS vuelven al mundo de los pasillos alfombrados y dejan ahora las puertas abiertas de sus palcos ahora repletos de botellitas vacías. Escucho que alguien dice que Maradona suspendió la conferencia de prensa. Bajo las escaleras, siempre toco las acreditaciones en bolsillo –una para nada: la de acceso a Conferencia de Prensa; otra lista para mostrar: la de la zona mixta.
  2. Pasillo ancho que bordea todo el estadio. Al costado hay cuartos, canchas, gimnasios con ventanas. Nadie juega en la cancha de voley: hay una convención de policías que parecen tomar clases teóricas mientras fuman; no parece posible que eso pase en este lugar; están ajenos a todo. Del otro lado, cada tanto ventanas que muestran el interior de la cancha; el punto de vista es tan humano, que se siente de veras la desproporción como no se siente tanto desde las tribunas.
  3. Los Seguridad me mandaron por este lado. Cuando llego al vallado, veo que los periodistas deportivos están del otro lado del pasillo conformado también con vallas; la zona mixta. Y a mí me dejaron del lado de afuera. Me mandaron por el lado equivocado, pero si doy toda la vuelta al estadio, para cuando llegue todas las estrellas habrán huído como cenicientas luego de bailar con los príncipes que los galantean con sus micrófonos y cámaras de televisión.

–No puedo hacer nada. Tengo órdenes de que no deje pasar a nadie.

No se conmueve cuando le muestro mi acreditación, ni cuando invento que mi jefe –vendría a ser Rubén García –me va a matar si no logro estar donde están los otros. Le digo que su colega Seguridad me dijo que viniera por acá y nada. Pruebo con otro, en la punta de la izquierda. Un chico está en la misma pero no se preocupa tanto: en general los equipos de producción se mueven de a dos o tres. Su compañero está del otro lado y se pudo relajar. Seguridad de izquierda dice lo mismo, y que cualquier cosa preguntemos a Seguridad de la derecha. Le digo a este chico que insista él, que yo vengo de fracasar con ese tipo. El chico no se copa. No queda más que insistir con Izquierda. Le digo que tengo el mismo derecho que cualquiera que tenga este pase. Dice no. Y de repente, la frase que pronuncio por primera vez es eficaz:

-Me estás discriminando.

14. Apretujamiento. Me toca al lado hombre con cámara y micrófono, tiene las manos llenas de cosas: un sobre con un resumen del banco y más papeles. Hace malabares, es ridículo. Trato de twitear y de sacar fotos con la otra cámara, soy ridícula. La pregunta es ¿quién falta salir?¿Fulano habló?. Y el consuelo que me tira chico tele de pronto cuando le pregunto quién pasó ya es que “no habló nadie todavía”. Creo soy la única que siempre buscó otra cosa, aunque tuve que fingir, camuflarme con la ansiedad de “la declaración”. Un día metí el micrófono cuando “habló el kun Aguero”. Nunca hice nada con esa grabación.

15. Espero que el de al lado me saque un ojo “sin querer”; ya ha sucedido. Es un tipo alto de un canal deportivo. Me pregunta de qué medio soy

y no se bien qué decir. Él no espera respuesta, parece que además de hablar conmigo en una intimidad no buscada, escucha por un auricular que tiene en la oreja y dialoga con él. Al rato da por sentado que soy periodista de espectáculos. Repregunta y repregunta de a quién tengo que conseguir. Me da un poco de vergüenza decir que tengo que darle algo a Tevez pero lo digo. Y agrego: “me mandaron a”.

16. Lo imprevisto no es que Mascherano hable y Heinze no, que Maradona declare después de haber cancelado la conferencia de prensa porque no tenía nada que declarar, sino que, de pronto, el notero de la tele diga cosas como “claro, te entiendo, este medio no es solidario”. Y otras como: “¿querés que si viene lo llame yo?”. “Ponete así, más visible”. “Decime y yo me corro eh”. Sí, sí: algo tan básico como la solidaridad.

Lo imprevisto tampoco es que cancheree con que tiene los números de todos los jugadores, que me ponga en el compromiso de darle el mío, y que hoy haya recibido interesantísimos sms como “y llego el encargo a manos de tevez?” y “le va a llegar vas a ver tenes un halo especial” o “Anoche los muchachos estuvieron de farra jajajaja” para luego otro con nombre y apellido de vedette supuestamente involucrada (claro, pensaba que soy de espectáculos, eufemismo de chimentos, ahora entiendo por dónde me quería enganchar: haciendose “la fuente”). Ni hablar de metáforas que equipararían, en comparación, a Corona con Shakespeare: “querían seguir haciendo goles jajaja”.

17. Lo interesante es ver a Jonás que hace tres paradas, cumpliendo con el deber interior de atender a la prensa –muchos siguen de largo- según lo pautado. Se detiene en dos lugares específicos. Se acerca, somos una de las opciones para la última parada, la tercera–el chico de al lado lo llama, yo le hablo, le entrego un sobre, pone cara de sorpresa de dibujo animado, repregunta nombre de destinatario- y vemos unos ojos que quieren disimular el shock de la luz de la cámara, el asedio de las preguntas que responde diplomáticamente, pero vemos un sudor intenso que le cae de la frente, sobre la sien, todos los demás salieron impecables pero el parece abatido, algo estresado, y cuando se apaga la cámara es un perrito de la calle, de esos a los que le pegaron mucho y cuando lo llevás a tu casa para cuidarlo se asusta y sale corriendo y se choca las ventanas aún cuando la puerta a menos de un metro esté abierta. Jonás cumple con el protocolo perfecto y termina las palabras de siempre después de cualquier partido, se aleja de la valla y camina unos pasos paralelo a nosotros pero hacia la pared, casi choca a un patovica que lo agarra y le dice, “es por allá, Jonás, es por allá”, él tira la cabeza para atrás y se deja guiar unos segundos, hasta que se ubica y se va, caminando rápido, muy transpirado, con un sobre en la mano, por el lugar correcto, después de habernos dejado esa pequeña escena intensa, como un desvío de guión.