Vendedor de belleza. Sobre Presente Gourmet

Autor: Sebastián Matías Oliveira
Título: Presente Gourmet
Género: Novela
Otras obras del autor: Suaves dedos finos, Antipoemas
Editorial: Milena Caserola

Un sujeto levemente descentrado, cuya voz se fragmenta alrededor de sucesos cotidianos, recuerdos y experiencias, da forma a la novela Presente Gourmet, de Sebastián Matías Olivera. Su estrategia, en consonacia con la época, consiste en relatar no ya grandes peripecias sino pequeños quiebres, fluctuaciones que responden a la escisión de un personaje reconocible. El narrador responde a los más omnipresentes imperativos de la cultura urbana actual, en la que los permisos y exigencias para sobrevivir socialmente se concentran  la división del tiempo entre el trabajo y el consumo (o el ocio). La novela parece imponer aquí un énfasis controlado, sin declamaciones, un conflicto que se desarrolla, se deshace, se desvía y reaparece, sin las “curvas dramáticas” que impone una estructura narrativa tradicional. Y en esos aparentes desvaríos, en esa mirada obsesiva, en esas transgresiones mínimas del personaje y también del relato, residen los hallazgos que hacen de Presente Gourmet una obra extraña, personal y atrapante. El protagonista es un vendedor de productos de belleza que recorre colegios, casas y hospitales “de traje y corbata”, mostrando su destreza en las artes del comercio y la persuasión, pero también es un diletante que recorre las plazas y salas de ensayo, fumando marihuana y planeando la próxima presentación de su banda. La ironía discurre haciendo de los grises escenarios, los del trabajo y los de la música, algo tristemente homogéneo, pero salva al relato de los lugares comunes del desencanto. Sin ser una novela trash, el soliloquio no es condescendiente y se arriesga a llegar, por momentos, al límite de la referencialidad; lo que despega al libro de algunos de sus contemporáneos. Las formas de la transacción pautada o salvaje se da en todos los planos, y es el lenguaje el que se plantea como la única resistencia posible. En esa tensión, a pesar de querer conservar la distancia, el narrador puede no ser ajeno a la crueldad del sistema del que reniega. Las primeras páginas, ya imponen el ritmo del resto del texto: “Tuve que escuchar a diez mogólicos hablar de sus capacidades, grupo familiar, expectativas, antecedentes laborales, pero no digas laburo. Si todos hacemos lo mismo, digo, eso de que cuando te dan a dibujar una persona bajo la lluvia, para el BANCO, vos ya sabés que la lluvia son rayitas, que el tipo es de tu sexo, que usa paraguas y tiene sombrero porque sos SEGURIDAD y también no es que está pisando la nada de la hoja A4 en blanco más lápiz que te dieron”. Las reiteraciones, el énfasis silábico, el pulso salvaje de cada fragmento, de aquí en más, trabajan para problematizar el sentido, y hundirse en la paradoja, sin dejar de lado la densa y colorida contrucción de personajes tan lumpenes como- contradicciones naturalizadas- sobreadaptados a su medio laboral.
UNA VERSIÓN EDITADA DE ESTE TEXTO SE PUBLICÓ AYER EN EL SUPLEMENTO DE CULTURA DEL DIARIO PERFIL.

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