Entrevista a Vitagliano

más posteadora de entrevistas que entrevistadora posta.
cuac.
¿final del día en la redacción?
Acá una versión de la entrevista que se publicó en Cultura de Perfil la semana pasada. Hay un nuevo sello editorial que saca una nueva novela de Vitagliano. La versión prolija no es del todo esta.
"Leer es un acto de confianza"

Info de copete:El sello Eterna Cadencia acaba de debutar con el lanzamiento de "Cuarteto para autos viejos", nueva novela de Miguel Vitagliano, que es no sólo un libro sobre el amor, si no de los intentos por controlar el mundo que nos rodea. El novelista habla, en esta entrevista, de su concepción literaria, y de la novela como una manera de romper "las posibilidades de cálculo, ofreciendo nuevas posiblidades más que el cálculo y la medida" y lograr una y del intento de escribir una "épica de la frustración".

"Soy de esos autores que investiga mucho; me divierto, la paso bien", dice el escritor Miguel Vitagliano en una primera aproximación –claramente llena de entusiasmo- a su último libro, Cuarteto para autos viejos. Profesor de teoría literaria, celebrado ensayista y autor de varias novelas - como Posdata para las flores, Vuelo triunfal, Golpe de aire y La educación de los sentidos, entre otras- Vitagliano desestima la idea de que Cuarteto represente un quiebre en su obra, aunque sí reconoce un "momento distinto". Vuelo triunfal, estaba ambientada en la década del 50; La educación de los sentidos, incluía una historia del Japón mientras que en esta última enlaza cuatro historias en el Buenos Aires actual. "En aquellas novelas no había una mirada histórica sino, una mirada que parte de la invisibilidad de lo cotidiano, de las cosas que van sucediendo". Su última novela conserva, entonces, esa perspectiva. "Me interesaba jugar con distintas voces para que creen un tono, dos femeninas que funcionan como si fueran dos instrumentos de cuerda, que tienen un timbre particular y dos voces masculinas que funcionan de otro modo".
-Recién hablabas de investigación, ¿en qué sentido la aplicás a la literatura?
-Para mí escribir una novela no es tratar algo que conozco si no lanzarme hacia algo que está ahí por descubrir. Por lo tanto no escribo novelas sobre lo que manejo si no sobre lo que ignoro. Esto es lo que me impulsa a meterme en el mundo de esa novela e ir aproximándome de distintas maneras que no tienen que ver sólo con la estructura misma. Al lanzarme sobre cosas que desconozco hay cuestiones como en este caso, las matemáticas, porque hay un personaje que es aficionado de los cálculos en las que tengo que meterme. Traté de hacerme a la voz y al modo de ver de ese personaje, y así con cada uno para descubrir el timbre, eso único de cada uno de ellos. Investigar es meterme en ese universo rodeado de pequeñas cosas.
-La novela está en tercera persona, pero en la mitad aparece un "creo", que tiene un impacto bastante fuerte...
-Los lectores del manuscrito me decían, ‘¿acá se te escapó?’ (se ríe) Es la mostración de que toda tercera persona es una primera. Y esa palabra tiene tanto que ver con la creencia como con la creación.
-En la contratapa se hace referencia a que es un libro sobre el amor, pero otro gran problema que plantea es el de tener el del control. Cada personaje quiere ejercer control sobre lo que lo rodea; cada uno a su manera.
-Cuando uno cree que controla algo, no lo controla. En ese sentido, esos personajes y si se quiere el protagonista, que es taxista, el hombre que hace las casitas, que recorre la novela anonimo, y tan anónimo que por momentos sólo aparece como referencia de otros personajes, cree que controla las cosas. El resto también, y la novela va jugando con esa fantasía del control a partir de lo que aparece como casualidad y la no casualidad. Las cosas que a mí me gustaba pensar como autor es que, ahí donde el lector pueda esperar la casualidad, la casualidad no ocurre, y al revés. Los personajes inventan cosas que los otros van a leer como casualidad.
-Hay momentos claros en los que la novela trabaja, sutilemente, carcomiendo las expectativas del lector...
-En las cuatro partes aparecen timbres diferentes y la novela va jugando acerca de las conexiones que hay entre estos personajes, y ahí juega otra vez la casualidad y la no casualidad. Creo que el arte está más vinculado al no control. Vivimos en una época, en una sociedad, donde todo parece estar controlado, segmentado, parcializado, todo es medible. Generalmente, mis personajes siempre tienen esa ilusión de que controlan, pero mis novelas no. En todas mis novelas aparecen -quizá en esta más- personajes que van midiendo lo que hacen o no hacen y la realidad se les escapa. Cuarteto... tiene que ver con una épica de la frustración. Hay un autor clásico de la teoría literaria que decía que las novelas cuentan la historia de personajes que están buscando algo y que al final esos personajes no llegan a conseguir lo que buscan y que esa frustración del personaje es el éxito del novelista. Eso me interesa. Pensar que una novela se presente de esa manera, rompiendo las posibilidades de cálculo, ofreciendo nuevas posiblidades más que el cálculo y la medida. Y en el caso de Cuarteto una de las cosas que a mí me atrajo como desafío técnico, formal, es que pudiera ser épica en ese sentido pero que tuviera altas dosis de concentración.
-En un momento dijiste que te interesaban las novelas que hablaban...
Pienso el hablar y el decir. El decir tiene el peso de lo afirmable, de lo meditable; otra vez, del control. Tiene que ver con aquel que profiere un discurso y siente que es algo que él controla. El hablar es aquello que se lanza sin ser dicho. Aquello que está dando vueltas por allí y no termina de afirmarse con la autoridad. La novela tiene más que ver con el hablar no por la oralidad, sino porque quizá es un discruso opuesto al cientifico. El hablar es indeciso, vacilante. Es el que tienen los individuos que siempre piensan que dicen cuando hablan y sin embargo hablan por debajo de lo que dicen. Creo que esto de trabajar las novelas con la invisibilidad de las cosas, está ligado con el hablar. Es lo que se ve en la fotografía cuando se mira lo que está fuera del centro, ese detalle menor; eso es lo hablado frente a lo dicho. Me interesa no registrar ese hablar; si no poder interpelarlo.
Fuera de contexto (fragmentos sueltos de la desgrabación):
"
-Si tuviera que hablar de un libro de la literatura argentina hablaría de un libro de poesía, la Masmedula de Girondo.

-La lectura es un acto de confianza. Y vivimos en una sociedad que ha cambiado ese valor por el de la conveniencia.
-En un punto, en el trabajo de lanzarse a escribir una novela, me meto en ese mundo y lo interesante para mí es que voy trabajando con un solo personaje, sino con una pulverización en lo que me interesa es encontrar y confrontar para tal vez formularme nuevas preguntas en la que la literatura que uno escribe o la que leo tiene una forma, algo de lo que se juega ahí del orden del conocimiento. Pero es un conociimiento que no tiene contacto con el mundo. No es un conocimiento que se pueda mostrar. Y en la escritura de la novela pasa eso, en esas distintas voces, ofrecen perspectivas diferentes para mirar las cosas pero no se pueden pensar en términos de conveniencia. Reivindico que la novela es mucho más que un género, es una forma de mirar que puede atravesar distintos generos, y hasta un modo de contruir eso que llamamos literatura. Cuando uno piensa en una novela, necesariamente tiene que ser despareja por más tersura que el novelista quiera adjudicarle, es una, como diría Bajtín, una de las formas artísticas que trabaja con el no arte para hacer arte. En el Siglo XX, está bastante extendido a las otras artes, pero en la novela es algo muy fuerte el trabajo con aquello que no es arte, que está dejado de lado, lo que el discurso social ha dejado caer comod desprestigiado. Es fascinante el trabajo en donde uno va tanteando ese tipo de cosas.

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