Desgrabo un audio malísimo; imposible escucharlo con la tecnología de Perfil por más que pongamos la mejor voluntad.
En casa hoy lunes hiperbólica ingeniera en sonido: de la compu un cable a los parlantes y todos los comandos de volumen a todo lo que da
el portero (“encargado”, otro eufemismo de clase)
me dice que la voz del tipo llega hasta abajo.
Mis vecinos creerán que tengo encerrado a un hombre al que, en un micrófono defectuoso, lo obligo a hablar de su vida y obra sólo para mí.
No: el efecto debe perderse con tantas veces que rebobino y vuelvo a escuchar
y otra vez soy yo la que imagina todo, cuando pongo pausa, llega la alegría invasiva de la música armenia del departamento de al lado.
Qué suerte que casa no es la redacción, acá siempre es de día hasta que se hace de noche aunque esté nublado. Así sí se puede trabajar (mmm).
(la fantasía recurrente -entre infantil y burguesa- de volver al campo y dedicarse solo a escribir; quizá algún minimo y bien pago trabajo freelance y la tecnología necesaria que todavía no ha llegado a La Vitícola, la ilusión de que, como todo, algún día llegará)
6 comentarios:
Mi papá, cuando estábamos por llegar a La Vitícila, no pedía que nos dejáramos de golpear: decía que esa era una curva muy peligrosa.
vitícola
hay una estacion de tren con un cartel desdibujado que siempre parece abandonada en ese paraje; creo que la curva peligrosisima esta ahi
en moreno, en una zona que no es campo pero tampoco llega a ser urbana, compañera budassi, hay una casa que la está esperando...
En el campo no hay blogs. En el campo no hay lectores. En el campo no hay literatura. En el campo, con un cuaderno y una birome, yo me cagaría de miedo.
Jaramillo: en el campo sí hay literatura, pero con una lógica íntima, al contrario de lo que digo en el post. Birome y papel son una tecnologia potente.
Pero la verdad es que, corrijo, en el campo hay que laburar de las cosas del campo.
Saludos!
Vanoli: a falta de viticolas, bienvenidos sean los morenos!!
Publicar un comentario