políticas de la amistad

Entrevisté a Daniel Link por su libro Fantasmas. Imaginación y sociedad (Eterna Cadencia, 2009)

—“La discusión sobre lo imaginario fue abandonada después de Althusser”, se lee al comienzo del libro. ¿Con quiénes discute con mayor ferocidad “Fantasmas”?

—No sé si el libro discute con alguien, pero en todo caso establece una línea de división entre las concepciones autonomizantes y estetizantes de la literatura y los fenómenos artísticos en general. Los fantasmas son figuras del pavor y del deseo. En ese sentido, es imposible controlarlos. La cultura lo ha intentado todo el tiempo, y así nos fue. El Apocalipsis vuelve a nosotros, pero bajo la forma despojada de potencia de las películas de Hollywood que lo tematizan. Al desencantar el mundo, hicimos un mal negocio.

—Planteás tu relación con ciertos autores como una relación de amistad, “fantasmagórica”. ¿Qué te aporta leer desde ese lugar?

—La amistad sólo puede reivindicarse en términos imaginarios (ninguna estrategia le cuadra bien). Siento como amigos a los autores más distantes, con la condición de que ofrezcan alguna forma de felicidad compartida. La ficción de unos amigos distantes: ¿no es esa la mejor definición de la singularidad literaria?


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