Esto quedo afuera de ésta nota sobre editoriales independientes. Acá, parte de la charla con Miguel Balaguer del sello Bajo la luna. Un poco desprolijo, a causa del frecuente caos laboral. Sabrán disculpar.
Cómo surgió la editorial, y el contexto económico que la hizo posible (tengo entendido que Bajo la Luna nació en los 90 pero se relanzó en 2002)
La editorial fue fundada a principios de los 90 y durante una década fue llevada adelante bastante informalmente. En 2002, Valentina Rebasa y yo, nos hicimos cargo de la dirección editorial y reformulamos el catálogo. En ese momento leímos cierta oportunidad para desarrollar un proyecto que poco a poco se transformara en una alternativa argentina o sudamericana a las colecciones españolas de poesía, sobre todo en traducciones. Además, nos interesaba el desafío de ser una editorial de poesía que buscara insertarse en el mercado y trabajar profesionalmente sin cobrar las ediciones y apostando a crear un mercado lector que permitiera el sostenimiento del sello. En esa primera etapa la sustitución de importaciones (es decir, esta cuestión de ser una alternativa a las ediciones españolas que estaban a precios imposibles) y la posibilidad de empezar a exportar libros por las ventajas que nos proporcionaban los bajos costos nos permitieron sostener el proyecto.Más tarde, ampliamos la propuesta editorial incorporando una colección de narrativa, que, al igual que la de poesía incluye autores argentinos, latinoamericanos y traducciones.
Cuáles son las dificultades al día de hoy para poder competir, si sienten que compiten, o convivir, con las grandes.
Las editoriales grandes, antes y ahora, se han disfrazado de cualquier cosa. El objetivo, en definitiva, es que cierre la planilla excel de las utilidades. No importa demasiado con qué. En los últimos años llegaron a poner en la calle hasta 50 novedades por mes. Entre estas novedades hay libros de autoayuda, divulgación, testimonios de jovenes-anoréxicas-en-desgracia, libros de “cuentos” de chicos malos de la radio, consejos de moda y maquillaje y, a veces, y hasta podríamos pensar que por error, literatura, algo de ensayo y ciencias duras. Es difícil pensar que una editorial independiente o chica “compite” contra eso. Más bien buscamos presentar alguna alternativa o alguna propuesta diferente. Por supuesto que el riesgo de dar visibilidad a autores o proyectos marginales o alternativos es que sean descubiertos y fagocitados por las editoriales más grandes, pero también, y gracias actividad de varias editoriales independientes en los últimos años, hay muchos autores que prefieren mantenerse en estas editoriales por diversas razones como por ejemplo no ver los libros saldados a los 6 meses, conseguir una proyección más allá de Argentina, o la calidad, visibilidad, cuidado de las ediciones y el trato mucho más personal entre autores y editores. Nos gusta llamar a estos autores “autores independientes”.Con respecto a la competitividad en la producción de los libros, sí, la inflación es un problema que se está volviendo grave. Se ha perdido competitividad, de la misma manera que se ha perdido en todas las ramas de la industria. Se vuelve difícil trabajar en una coyuntura como ésta. Los precios se emparejaron mucho con los de los libros importados dificultando la exportación, que empieza a restringirse en número y a acotarse a títulos muy puntuales, cuando antes era bastante más posible exportar casi catálogos completos.
Sobre si están conformes con el rol del estado en politica editorial.(en este momento, por ejemplo, hay un proyecto de ley para crear un Instituto Nacional del Libro)
Me interesa el rol del estado en política cultural, que es más amplia que la política editorial. El estado argentino tiene una deuda fundamental con el sector editorial que es la sanción de una ley del libro. Todos los países de hispanoamericanos que desarrollan una industria del libro fuerte cuentan con la ley: España, México y Colombia tienen leyes del libro que permiten desarrollar proyectos editoriales de mediano plazo amparados en legislaciones. Nosotros no contamos con esa ley porque luego de aprobarse en el Congreso, fueron observados algunos artículos en el Ministerio de Economía, fue posteriormente vetada por el presidente y nunca llegó a reglamentarse. El caso del Instituto del Libro, también es consecuencia de la ausencia de una ley del Libro. El proyecto del instituto es una especie de “placebo industrialista” que supliría, en una parte ínfima, a la ley. Es un proyecto parcial, completamente ambiguo en su redacción, muy basado en la ley del instituto de cine, –cuando las realidades del libro y del cine son completamente diferentes–, y que no trabaja sobre cuestiones imprescindibles como la promoción de la lectura o del capital simbólico, porque se ocupa de la recaudación de un impuesto o de la desgravación del IVA del papel. El mayor problema que hay desde el estado es la incapacidad de entender, por parte de muchos secretarios ejecutivos o legisladores, pero también de parte de muchos de los actores del sector editorial, qué es un libro. En la mayoría de los proyectos de ley se trata al libro como una cantidad de papel manchado con tinta forrado con tapas cuando, en mi opinión, debería ser pensado como el mejor instrumento desarrollado hasta hoy para la fijación y transmisión de conocimiento. Su materialidad ha mutado desde el manuscrito hasta el libro electrónico, pero su esencia sigue siendo la misma: ser un objeto capaz de fijar pensamiento, de materializar y difundir una idea. Es uso material del lenguaje. Pongo un ejemplo, a mi modo de ver irritante, de cómo se piensa desde el estado argentino en materia de política cultural: cuando se invita a Argentina a la feria del libro de Frankfurt (la más importante del mundo), el secretario de Cultura y el representante de la cancillería hablaron, en el anuncio del proyecto en la feria del libro de Buenos Aires, de hacer un envío que “represente a la cultura argentina en general”: mostrar productos regionales, hacer degustaciones de vinos argentinos, llevar bailarines de tango, invitar a futbolistas (o deportistas que son la imagen de la “cultura argentina” en el exterior), etc. Y no me molesta porque yo sea reaccionario o “antipopular”, me molesta porque me parece el ejemplo perfecto de lo retrógrado, es prácticamente medieval, una cultura pre-imprenta (ojo, incluso muy anterior a la cultura de los medios de comunicación de masas o internet) en la que todo debe ser comunicado oralmente o presentado a través de actos en vivo. La Feria de Frankfurt es una oportunidad excepcional para entender que la industria editorial es un mecanismo de difusión de la cultura más efectivo que el evento puntual o que el show mediático, que no se agota en una hora, que puede dar una serie de beneficios (incluso económicos) de largo plazo. Si, por ejemplo, se aprovechara la ocasión de la feria para anunciar un programa de apoyo a la traducción de autores argentinos a otras lenguas (programas que existen en casi todos los países que cuentan con ley del libro), seguramente podríamos vender derechos de traducción de autores argentinos (no me refiero exclusivamente a literatura pura y dura, sino también a divulgación, periodismo, ciencia, arte y un largo etcétera) y dar a conocer de manera más perdurable, trascendente y extensiva, tanto en sentido temporal como espacial, aspectos de la cultura argentina que seguramente, y por mera propiedad transitiva, involucrarán el fútbol, el tango, los vinos y cualquier otra cuestión que nos represente. Repito, no digo esto por reaccionario o jodido, lo digo porque creo que con este tipo de estrategia se trabajaría con mejores resultados sobre el campo específico de la industria editorial, promoviendo autores, editoriales, libros y una dirección cultural definida en el lugar donde corresponde hacerlo.
Ha habido en la historia de la editorial algún cambio en la conformación de su catalogo, promovido por el contexto (hay momentos en que comprar derechos es más accesible, etc.)
Ha habido en la historia de la editorial algún cambio en la conformación de su catalogo, promovido por el contexto (hay momentos en que comprar derechos es más accesible, etc.)
Pensamos el catálogo del sello como “aporte” y no como “intervención” en el campo cultural. En ese sentido, tratamos de mantener la dirección del catálogo más allá del contexto económico, armamos colecciones en las que convivan autores argentinos y latinoamericanos con traducciones que amplíen la visión o la perspectiva del “campo”. Casi siempre, la compra de derechos y la traducción son costos altos para asumir, pero siempre los consideramos imprescindibles. En general, tratamos de nivelar o compensar las oscilaciones locales con las posibilidades de proyección hacia otros mercados de lengua castellana.
En qué etapa por decirlo así, "economico financiera" están. Si se autosolventan, de dónde surgen los fondos, si este están en crecimiento, en una meseta, etc.
En qué etapa por decirlo así, "economico financiera" están. Si se autosolventan, de dónde surgen los fondos, si este están en crecimiento, en una meseta, etc.
Este año cumplimos cinco años a cargo de la editorial. Inicialmente el proyecto apuntaba a autosolventarse llegado este punto, y de alguna manera el objetivo está alcanzado. Digo “de alguna manera” porque nos sostenemos con una estructura que ni siquiera califica como mínima, es ínfima: somos dos personas a cargo de casi todo (lectura, selección, edición, producción, prensa) y una tercera que acaba de incorporarse al equipo para trabajar la comercialización, que desde este mes, y luego de casi cinco años de delegarla en un distribuidor tradicional, decidimos manejar por nuestra cuenta. Esa estructura de tres personas se mantiene con el producto de la editorial. Por lo demás, para poder llevar adelante proyectos un poco más ambiciosos buscamos subsidios o apoyos.
Sobre el aporte de EDINAR.
Encontrarse para pensar, compartir información, plantear ideas, discutir objetivos de conjunto y, en el mejor de los casos, resolver problemas comunes siempre es bueno. EDINAR fue –y de alguna manera sigue siendo– un espacio de intercambio y relación productivo para nosotros. Me parece que el principal aporte de EDINAR es esa materialización de un espacio de discusión con un sentido de identidad. Los espacios gremiales tradicionales –como la Cámara Argentina del Libro, de la que formamos parte, que agrupa a editores medianos y pequeños y la CAP Cámara Argentina de Publicaciones, que agrupa a las grandes y multinacionales– incluyen proyectos muy disímiles, y a veces es difícil tratar problemas específicos en ese entorno gremial.
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