Los clásicos para principiantes

Sobre La historia recién comienza. Ensayos sobre literatura, de Amos Oz


Editorial: FCE/Siruela, $ 49
Otras obras del autor: La tercera condición, Una historia de amor y oscuridad, Un descanso verdadero.


Hay un momento en la carrera de ciertos escritores en el que las editoriales se desesperan por publicarles casi cualquier texto. En esta etapa, el "narrador consagrado" se anima a dejar momentaneamente el género de ficción que lo hizo famoso y se inclina por escribir ensayos, textos autobiográficos o lecciones literarias. Autores disímiles como Haruki Murakami, Martin Amis, Carlos Fuentes, y también el israelita Amos Oz (1939) han explorado ese camino y sus nombres suenan, cada tanto, como posibles Premios Nobel. Oz es novelista y uno de los fundadores del movimiento pacifista Shalom Ajshav, ha recibido premios como el Goethe y el Israelí de Literatura. Ya ha publicado su autobiografía, Una historia de amor y oscuridad y Contra el fanatismo, ensayo en el que se pronuncia en contra del enfrentamiento entre israelíes y palestinos. Es probable que a esta altura el autor y sus editores sean conciente de los posibles efectos de estas publicaciones heterogenas y políticamente correctas. En este contexto puede leerse La historia comienza. Ensayos sobre literatura, un libro basado en el material que Oz ha utilizado en sus clases y conferencias en la Universidad de Boston, entre otras.


La introducción, titulada Pero ¿qué existía antes del Big Bang?, habla de la dificultad para enfrentar la "hoja en blanco" y anticipa un manual de técnicas sobre como empezar una historia, narrando la manera en que algunos escritores comienzan a escribir, no necesariamente desde lo que será el principio del relato, si no por la escena que consideran más "fácil". Sin embargo, a las pocas páginas, el libro termina por proponer lecturas y no consejos prácticos. Es prometedor el fragmento en que se critica el principio de Una historia de amor sentimental (de las memorias de un soñador) de Dostoievsky, pero el impulso iconoclasta que intuímos se desvanece enseguida: se redime aquel comienzo repleto de "banalidad sentimental" por la proximidad del narrador con el personaje. "La frase de inicio es deliberada y premeditadamente penosa", justifica Oz.
Comienzos ejemplares. Si la introducción amenaza con ser un manual disimulado de "Cómo escribir un buen comienzo", cada capítulo estará dedicado a lo que podríamos llamar "comienzos ejemplares" de autores consagrados del Siglo XIX y XX: Gogol, Chejov, Kafka, Carver y García Marquez, entre otros. El corpus insinúa un propósito ambicioso: brindar nuevas lecturas sobre textos conocidos de autores clásicos.

El método de Oz consiste en citar la primer página o escena de un texto. Luego, hacer un análisis inmanente de esos párrafos para, acto seguido, describir el resto del relato. Oz cuenta sin escatimar detalles, sin dejar sombra de misterio cada avance de la trama; principio, nudo y descenlace. El objetivo es revelar cuál es el "contrato" propuesto al lector desde las primeras líneas (Oz los clasifica en contratos "engañosos", "filosóficos", en algunos casos, no encuentra una palabra precisa que los defina). Para deducir cuál es el pacto de lectura se vale, entonces, del análisis de la forma en que se dosifica la información, la sintaxis, los personajes y su comportamiento, el ritmo de la prosa de las primeras líneas; pero luego busca comprobar su tesis relatando lo que sucede en la obra hasta el final. Sobre Effi Briest, de Teodor Fontane escribe: "Una rápida ojeada al principio de la narración revela únicamente un mundo inmóvil y despoblado. Más exactamente, un mundo inanimado. Y aún más exactamente: unos objetos inmóviles que imponen su inmovilidad". Luego de dos páginas, concluye que esta obra exige una lectura "lenta y pormenorizada: sin una observación prolongada no podemos oír la totalidad del silencio y la inmovilidad". Más allá de esa lógica lineal, el problema es que las apreciaciones de Oz no parecen moverse de ciertas obviedades o lugares comunes sobre esos autores. Esto ocurre cuando afirma, por ejemplo, que en los cuentos de Carver se trabaja sobre una "censura emocional" contruida a partir de hacer explícitos ciertos eventos violentos o sexuales. Las lectura que ofrece Oz, entonces, es la sedimentada por una larga tradición de críticos y hasta por instituciones educativas; sus ideas resultan reiterativas y escolares. Si bien sus conclusiones son correctas, su obsesión por encasillar cada obra genera un análisis estático y convencional; un ejercicio de insistencia sobre lo que ya se sabe y ya se ha dicho, que anula cualquier posible curiosidad por volver a los textos citados. Si no comete grandes errores –es verdad que los personajes kafkianos no tienen control sobre lo que les sucede; por ejemplo- tampoco toma ningún riesgo.
De prosa ágil y coloquial, el libro termina ofreciendo un resumen de todas las historias que cita. Es difícil, entonces, imaginar un tipo de lector para La historia comienza, más allá de algún estudiante perezoso al que ante el encargo de un profesor de leer un clásico, prefiera ver la película.

Reseña publicada en el Suplemento de Cultura del Diario Perfil. Mayo 2008.

No hay comentarios: