de trabajo jueves santo.
En un microcentro recuperado por verdaderos vecinos, ventanas de chat en la redacción, se lee el peor prólogo por aburrido, ñoño y megalómano escrito por el propio autor. Ni ganas de reseñar ni de chatear.
de premio consuelo.
Expedición al quiosco de avenida de mayo, agrandar la vuelta en pandilla de redactoras, mirar las chucherías de Florida, la Plaza, dos bares y volver obedientes pero caminando lento, a propósito el paso se demora, es algo convenido y aprobado por unanimidad, mientras se piensa la tibia resistencia para el viernes en que, dicen tristes, murió Jesús.
Dicen cosas de Fogwill en la presentación de ayer, y digo que sí porque hasta el más inteligente de los personajes y de los escritores puede tener o de hecho tiene su propio apolillado o revoltoso repertorio de lugares comunes.

2 comentarios:

mercedes dijo...

de golpe me acorde de otro jueves o viernes santo donde fuimos a comer a un lugar de hamburguesas por ahi, como algo que debía hacerse casi obligatoriamente un jueves o viernes santo. ¡Como extraño la pandilla!

Sonia dijo...

¿Comer carne casi obligatoriamente un jueves o viernes santo?¿no es acaso al revés? De todos modos, si. La línea fundadora ya no es lo mismo, claro que no, como tampoco lo son las pandillas de redactoras en el desierto urbano.
Snif.