¡Al ladrón!¡Al ladron!


No tengo pruebas, pero algo en este traje me resulta conocido.

Julián Gorodischer en una nota a fondo con el famoso "ladrón de la feria del libro" nos pinta a un ladri teorico hecho y derecho.
Tiene código y si hay justicia en este mundo

¡nunca lo atraparán!


"El apogeo del “ladrón de libros” se da durante este mes, cuando otra edición del evento literario los congrega como si se tratara del Congreso internacional de la profesión que comparten. Durante la Feria, el ladrón sale de su madriguera, y relega las actitudes que lo definen como espécimen urbano: esconderse y evitar las entrevistas." (...)
El ladrón de libros no es un vulgar ratero sino un teórico concientizado sobre objetivos, pretensiones, peligros y limitaciones sociales de la tarea, que consiste en recorrer estantes en busca de piedras preciosas entre las novelas y los ensayos. Para Néstor, el “Manifiesto” autoimpuesto es una Biblia que se consulta antes y durante cada misión: “No robar a librerías chicas –dice–. Ni tampoco a editoriales independientes. Ni a autores argentinos”. En una única ocasión, la transgresión es vivida sin culpa: “La excepción son los autores que me caen un poco mal”. Entonces sí, mete decididamente entre la ropa o en la mochila.
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"Beata Mater, et intacta Virgo gloriosa, Regina mundi
"

(Ginobili es bahiense; Milstein también)
-pero queda mejor decir crónicas, te digo. Suena así como más cool.

-Y bien, bien, ¿qué es eso? ¿un género?

-No sé del todo cómo es; son como entrevistas con otro texto, qué se yo.

-O sea que es cualquier cosa.

-Guarda, no te hagas el canchero que dicen que hay un boom.

-¿Tiene que ver con el cualquierismo, no? ¿Eso de la poesía que es cualquiera?¿que cualquier cosa es poesía y ahora resulta que todo es crónica? No entiendo.

-No, no entendés nada. Tenés razón. Decí como quieras, dejá.

sexis

sí, sí.
el libro de los cuentos y el libro de las monjas.

así en un medio como en otro, puros e independientes se igual


(...)
"Hasta ahí todo bien. Lo que siguió después es distinto. Las autoridades editoriales (en este momento no se me ocurre otro término) le comunicaron a mis jefes que "de ahora en más" dejara de escribir la página 3 del Zonal (que se supone es la más "importante") y que me limitara a hacer -es textual- "notas blandas". Una estupidez, realmente. Pero pocas horas después se emitió otra orden: que no se me autorizara a tomar la totalidad de días de vacaciones adeudados, que había pedido para esta semana. No dieron argumento alguno para justificar la negativa.

La verdad es que por ninguno de estos dos castigos tendría que haberme hecho mala sangre. Sin embargo, dije "basta" y tomé la decisión de no seguir adelante con mi trabajo en el Zonal, harto del doble discurso de este diario, de su hipocresía, de pontificar en sus editoriales y notas de opinión una cosa para después hacer otra. Es tanta la repugnancia que sentí por quienes posan como adalides de la libertad de expresión que me dije a mi mismo: "hasta aquí llegué".
Alejandro Wall postea la carta entera

revistas de ayer

La contrareforma por aquí; incluye artículo de Hernán Vanoli; le salta la ficha del sociólogo pero la maneja con el tono entre otras cosas y le sale muy bien; leála usted mismo.

Prometheus por acá; incluye una linda reseña del libro de relatos Toronto no de Leonel Livchits, en este específico link

apdeit: La revista la mujer de mi vida reaparece y se puede comprar en los quioscos.

Las falsas perlas del emperador



(publicado en el Suplemento de cultura de Perfil en abril de 2008)
No ocurre con frecuencia que la salida de un libro de ficción sea noticia en el cuerpo central de los diarios como sucede desde hace unos años con la obra de Haruki Murakami (no confundir con su compatriota Ryu). Desde hace tiempo Occidente recurre, postmodernidad mediante, a saberes de Oriente que guían un consumo cultural extendido: se toman complejas teorías de la más antigua filosofía china para convertirlas en tips de decoración. Salvando cierta distancia, podemos incluir a Murakami dentro de una refinada moda new age, si bien la literatura japonesa ha sabido dar buenas obras, como las de los premios Nobel, Kawabata y Kenzaburo Oé, o Yukio Mishima. Y como por ósmosis, cada vez que se acerca la entrega del Premio Nobel, el nombre de Murakami vuelve a sonar en los medios como posible candidato. No parece, sin embargo, sólo un capricho periodístico; “Madera Noruega,” traducción literal de la canción de los Beatles, conocido aquí como Tokio´s blues, vendió casi cuatro millones de ejemplares en inglés.
Vocación universal y una cuota de exotismo. La aparición de Sauce ciego, mujer dormida, que reúne más de una veintena de cuentos del japonés, sirven para contraponer los efectos literarios a la expectativa mediática. Se ha señalado con acierto que las historias de Murakami podrían transcurrir en Buenos Aires o New York a no ser por mínimas referencias a Japón. Al mismo tiempo, presentan animales que hablan, gente con poderes extrasensoriales y planteos místicos; suele decirse que todo sucede en un “clima irreal”. Tanto en Kafka en la orilla como en sus relatos, los conflictos se inician en un marco realista pero pronto se sugiere que hay algo más, una lógica inaprensible y oculta. Los gatos antropófagos, por ejemplo, narra la historia de dos amantes que se instalan en Grecia luego de ser descubiertos por sus respectivos esposos. Una mañana, leen una noticia que cuenta que dos gatos comieron el cadáver de su dueña, lo único que tenían a su disposición. ¿De qué manera este evento se relaciona con la historia de la pareja?. No lo sabemos. Una noche, el hombre despierta y su amante no está junto a él. Sale a buscarla por la isla mientras repite –planteo de todos los personajes-“¿Adónde está mi auténtico yo?”. En medio de la noche, escuchará una voz en el aire, (un pichón desnutrido de El horla), que responde “Tu yo real ha sido devorado por los gatos”. ¿Entonces? Podemos suponer que hay algo que interpretar, que pueden seguirse señales que den sentido al relato. Pero los misterios que construye el autor no son tales porque, precisamente, no hay en ellos construcción ni lógica alguna: no hay nada que descubrir; en todo caso, sólo el efecto del azar.
Monocorde. Los personajes, autoconcientes, son una misma masa compacta de incertidumbres pseudos existenciales a pesar de sus diferencias de edad, profesión, conflictos, etc. Cuando se llega a este punto, no hay más que reconocer que El alquimista, de Paulo Cohelo, es un libro honesto: el personaje va “en busca de sí mismo” y a lo largo de un extenso (y redundante) recorrido, encuentra ciertas respuestas. En los cuentos de Murakami, no hay nada que encontrar, menos por un posible nihilismo del autor que por una cierta incapacidad para resolver la trama. Pese al aura de “profundidad” (ayudada con citas de Hegel a Tolstoi, edulcoradas con guiños pop) no hay más que superficialidad filosófica y dramática. No se cava en el fondo de un problema, no se profundiza en ningún conflicto, no se crea ningún carácter. La “irrealidad”, entonces, tiene sentido en cuanto a inconsistencia del efecto realidad; a falta de densidad. Si el extrañamiento ante lo cotidiano tiene, desde Lispector a ciertos cuentos de Cortázar, un efecto perturbador, es por el compromiso de la literatura con el asunto que se está contando. Una de las virtudes del “cuento extraño”, como señala el Prólogo a la Antología de la literatura fantástica de Ocampo, Bioy Casares y Borges, es que sea aceptado de forma natural por el lector. Murakami trabaja con una distancia desde la que ni el mejor predispuesto puede involucrarse; los sucesos, más que raros, resultan entre inverosímiles y ridículos. En Somorgujo, relato de aires kafkianos, el protagonista no puede ingresar al nuevo empleo porque desconoce una contraseña, lo que desata un extenso diálogo con el guardián de la puerta. En el último párrafo, hay un abrupto cambio de punto de vista y de narrador (que pasa a ser el ave), al igual que en La tragedia de la mina de carbón de Nueva York, entre otros. Suponemos que el recurso pretende resignificar lo anterior, pero sólo resulta un agregado inorgánico (o, en rigor, el título sólo ancla con el párrafo de cierre). Es como si el autor no supiera qué hacer con sus personajes, muchas veces interesantes en potencia. Como decía G. B. Shaw, “casi todos saben comenzar algo. Lo difícil es ponerle fin”. Murakami tampoco teme a los clichés. A veces los vuelve fundantes de la trama pero no logra iluminarlos desde otro lugar. Sucede con unos de sus tópicos preferidos, el de la madurez. Como en tantas canciones populares, sugiere que todo está perdido una vez que “te cortas el pelo, te afeitas todas las mañanas. Ya no eres poeta ni revolucionario ni estrella de rock”. Los lugares comunes se repiten también en comparaciones: algo es “Tan triste como la lluvia de invierno”. O “se había levantado entre nosotros una barrera difícil de atravesar”. O alguien “era joven como el barro recién formado”. Entre la pretensiosa superficialidad y el tedio, la literatura de Murakami puede atraer por su ilusión de mágica trascendencia, pero no hará más que irritar y aburrir al lector. Vale la pena esperar, entonces, al verdadero heredero de los autores japoneses mencionados al comienzo de esta nota.


El periodismo cultural opera en la propia ética como esa campera gruesa de lana que lleva el que se te pega en el subte lleno un día de calor. En un momento o te corrés o te bajás o tratás de aguantarlo y hacerte el que pensás en otra cosa, porque a él, si tiene frío, qué le vas a decir.

(se puede tener sidecar propio también, eso con suerte, con dinero, con cinismo, incluso con trabajo podría ser)

la voz de Valentina no la tenía pensada

bueno, siempre hay alguien mejor que uno; ¡se las piensan todas, ey!

"The personalities of the plants are inspired by their biological characteristics. For example, spider plants are fast growers and produce prolific plantlets that can be cut and easily replanted. So, the voice of the spider plant is friendly, bubbly and generous. The slow-growing and adaptive Lithops, also called the Living Stone, sounds quite ponderous and proud while the Scotch Moss, which is neither completely Scottish or a moss, has a fake accent and is a touch crazy. Listen to the Lithops, the Scotch Moss, and the Papyrus.

Giving the plants voices based on their characteristics is important to us because the project is meant to educate people about the habits and needs of plants so that they might better understand how to care for them.

Además, esta que es re top hasta tiene twitter!!

patos volados III


Hagan lo que quieran.
No los posteo más y chau. Buen fin de semana.

descubrimiento del día: sister Julie es monja y tiene un blog


"Portrayals of Nuns in Film and Popular Culture"

(...)

Some examples of caricatures and stereotypes that I’ve seen:

  • mean nuns with rulers
  • hapless nuns
  • giggling gaggles of nuns
  • nuns always in full traditional habit
  • sexually repressed nuns
  • nameless nuns
  • nuns who are theologically unsophisticated
  • unquestioning nuns
  • ethereal nuns who float in and then mysteriously disappear

Advierten sobre los riesgos que podría correr la planta Valentina

sonix sónica:
puede ser que le de mucho sol. la planta es para exterior o interior con luz, pero no pleno sol. lo que más jode es el sol del mediodía y hasta las cuatro de la tarde, como con los protectores solares, pero ¡no le pongas protector, noooo! en todo caso mandala adentro, que mientras tenga luz está todo bien. tema riego: que la tierra esté siempre húmeda es preferible a inundarla cada tanto. puede ser más laburo pero para el tiempode adaptación conviene, así mi primorcito se queda contenta, si no hace pucherito. ojo, también puede ser que necesite más compañía. ¿vos estás mucho en tu casa?, ¿seba a qué hora llega? son cosas de suma importancia. la plantita necesita rutinas, afianzarse, sentir seguridad, protección, sus hojas son piel de bebé, se machucan pero se componen, la naturaleza es sabia siempre, sí, pero tampoco hay que abusar. si se paspa no uses hipoglós ni pomadita alguna, agüita, no más, y llegado el caso consultá con un especialista (digo: en caso de que se abiche o algo así, puede pasar, acá en el campo pasa más, en la ciudad no tanto, pero ojo que pasa). otro tema: hormigas. ahí ya no sé. a veces no se ven y es como si no hubiera, pero esas guachas en la noche salen de sus hormigueros en las grietas (todo edificio de capital las tiene, no hay excepciones) y atacan sin piedad ni tino. igual hay que ver, porque hay plantas que no les gustan, les caen mal, y entonces estaríamos salvados, eh, ojo, es cuestión de suerte. pero igual tenés que estar atentaa porque a lo mejor la maltratan de dañinas que son, no más. hay de todo.
bueno, cualquier otra cosa avisame. te mando un beso grande y un currucurru a la plantita, que estén las dos bien,
felo.
pd: el nombre me encanta, demás está decirlo, y desde ya que es un honor. por un momento pensé que la pobrecita iba a quedar como NN, y eso a veces me angustiaba. la verdad, tengo que agradecer tu maravillosa decisión, gracias, de verdad, gracias por darle tan preciosa identidad.

La planta Valentina no se achucha de noche

Hola Felix, cómo estás?
Che, te escribo por la planta que me regalaste...¿vos decís que es de exterior? La tengo en el balcón, bien regadita, le da el sol pero se achucha; cuando llega la noche se pone bonita y crespa otra vez. No sé, por ahí es por este tiempo de adaptación...o por ahí es que necesita estar adentro. ¿te acordás si el vendedor florista les dijo algo al respecto?
(Las flores sobreviven eh)
Un beso y gracias!
PD: Pensaba ponerle Valentina de nombre, en honor a ya sabes quien; siempre y cuando los padres lo vivan como un honor y no se me ofendan.

Sapo explorador

El sapo explorador pasea por el barrio de casas bajas y disfruta el ruido de las hojas verdes lejos de la avenida. El sapo quizá sea un hombre, pero elige sapo porque tiene misterio. Toca timbre en una casa que tiene pintado un cartel que dice Jardinero en la puerta.
El jardinero japonés o peruano es amable y dice que vuelva mañana, después del mediodía,; promete tener algo interesante para él. Y hay que decirlo aunque suene a puesta televisiva: el jardinero usa un jardinero de jean.
En la esquina los taxis esperan en fila el GNC. Pacíficos, no lo aplastan.
Otra sería la situación si el sapo explorador cruzara la ruta de Médanos, siempre llena de camiones, más pesados y cansados con ese calor seco que al sapo tanto le cuesta soportar.

borrador

trabajo en esto mientras el campo, la ciudad y la política, trabajo en el libro éste.

(...)Olvido convenir una forma para identificarnos, así que esa mañana ruidosa de lunes, al ver una chica con un cuaderno en una de las mesas, no dudo en acercarme y preguntarle su nombre mientras me siento a su lado, un acto que atrae de inmediato a un mozo preocupado, “¿necesita algo señorita?”, pregunta para que yo entienda “¿puede hacer el favor de no molestar a nuestros clientes?”. La confundí con otra persona nada más, digo y me paro y la chica, que ahora se identifica extranjera sonríe nerviosa, todavía algo asustada o sorprendida. Me siento en otra mesa y al rato aparece, pelo largo, morocha, pulovercito azul escote en V, camisa blanca debajo, jean, botitas, una cartera enorme, una carpeta gigante y voz algo chillona, Malena, que se acerca directamente gracias a que dejé el grabador sobre la mesa; símbolo internacional de entrevistador que espera entrevistado. Pido una gaseosa y ella un café, pero ya empieza a haber olor a pizza, de a poco va entrando más gente, la extranjera se va, y me parece que hay demasiado movimiento como para lograr una charla íntima, eso que alguien puede suponer que tiene que tener este libro: confesiones únicas, secretos guardados por años, y hasta revelaciones escabrosas.

De todas maneras, ya es tarde para buscar el decorado de mis sueños, el que quede mejor en el libro ideal. Ya estamos acá y confieso yo: todavía no se con exactitud cuál es la certeza que el libro debería dar; desconfío de las revelaciones y la confesión tiene un peso relativo en este contexto. Entonces hablo de este barrio, le pregunto adonde vive, si tiene novio y me dice que sí. (...)
(entrevista con ex monja en pizzería Kentucky)