Cuando era chica creía que si ponía una pava en el fuego para que el agua se evapore podía provocar lluvias; en Bahía Blanca siempre hay sequía. En esa época mis hermanos mayores me regalaron sus libros de Sandokán y, un poco creída, imaginaba que había crecido como ellos y que eso me daba cierto poder. Pero empecé a escribir cursis cuentitos de aventuras de un extraterrestre que tenía piel de peluche. Se ve que, como el vapor de la pava, la influencias, por lo menos en aquel entonces, no eran tan directas. ¿Habré robado ese imaginario de los pocos dibujos animados que veía? Al contrario de la tele, la lectura siempre tuvo la épica de la pesquisa detectivesca. Revolver la casa y agarrar lo que me sonaba a libro importante: Erich Fromm, pero también Juan Salvador Gaviota y Camus (había una colección de "Obras Maestras" en fascículos coleccionables) y algún libro de budismo del que no me acuerdo el nombre. En el secundario la biblioteca del colegio fue el bunker más seguro: la conciencia de la modulación profunda de la intimidad, el mundo privadísimo, una forma de evadirse o resistir en soledad, al contrario de mi primer aproximación a la lectura que, ahora que lo pienso, fue casi "para pertenecer". Por mucho tiempo no compré libros nuevos: llegaban en fotocopias, en ejemplares usados, por préstamos de bibliotecas o de los amigos. Cuando fui por primera vez a la feria del libro tuve una sensación similar a cuando inauguraron el Wall Mart en Bahía: un pasmo ante lo inabarcable; opresión de altoparlantes que suenan feo, dan instrucciones y gente que empuja. Pero la bibliotecaria y profesora de literatura del colegio iba siempre y lo sigue haciendo.Recorre y compra libros que en Bahía Blanca le cuesta conseguir. Y entonces me parece bien que exista la feria. Porque a ella le gusta. Y seguro que a un montón de profesoras que aguantan adolescentes conflictivos también.
Jimena Arnolfi me pidió está columnita que salió publicada en Miradas al sur el domingo pasado.
6 comentarios:
La última vez que fui a la Feria del Libro fue en el año 2006, y dediqué la mayor parte del tiempo a seguir a un muchacho que había robado un libro en Planeta, vi como sustraía ejemplares de Sudamericana y de Losada, dije que nunca más volvería, la sensación es la de estar en el subte a las 8:30 de la mañana.
Nunca pensé que tres años después estaría en la Rural desde el principio de la Feria, todos los días, desde que abre hasta que cierra, trabajando en un stand, vendiendo libros; la experiencia es sustancialmente distinta, tiene algo de redención, la Feria desde adentro es dulcemente cruel.
Está bien que exista, pero debería hacerse en el interior, un año en cada localidad, en Buenos Aires, salvo para los que trabajamos adentro que tenemos buenos descuentos, es mucho más saludable y barato caminar por Corrientes.
Saludos.
Y seguro que a un montón de profesoras que aguantan adolescentes conflictivos también.geñal
MAguila: Si! POr una feria itinerante!! Ahora estas laburando en la feria?
funes: gracias :)
arnolfi! sin n! =)
una genia, sonia.
GRACIAS.
un placer gigante.
Sí, en el stand de Corregidor
Maguila: Iba a pasar a saludarte si andabas por ahí pero estuve corriendo por laburo!!
Jimena querida:
Mil perdoneeeeeeeeeeeeessssssss!!!!!!
Sabía a la perfección como se escribe tu apellido, pero viste lo que pasa por postear atolondrada!
Un beso y mil gracias a vos!!!!!!!
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