el intento de manejar demasiadas cosas, registros, temas, tareas, eso no es necesariamente malo.
leer por la mañana suplementos viejos no tiene el misterio de encontrar en cualquier lado un cuaderno de años atrás pero es más pacífico; después escribir "cosas mías" cuando aún por leer el interpretador y por terminar de leer esos fragmentos vitalistas entre Rubio y Garcés, cada hora una idea y el escape siempre fácil, pesado, ambivalente de decir tengo que ir a trabajar; por acá entonces leer el desprecio justo del trabajador de la prosa y considerarlo una buena definición, aunque siempre es mejor preferir los matices, aunque la palabra siempre sea estrema, deje de lado esa ambiguedad que nos convoca y apabulla pero "siempre" nos interesa.
Un manual del dolor y de amor de Laiseca son demasiado exóticos ante relatos que quieren que los escriba yo, mínimos y efectistas como en el teléfono mi amiga cuenta que desde una plaza en la que pasea con su amigo y el bebé de su amigo ve a un hombre saltar del segundo piso, intenta reproducir el sonido, planes que se frustran, yo una leve enfermedad y la dispersión de la lectura y el hombre que "por suerte" dice ella, no murió.

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