"Careta"
Si viene alguien y se sienta al lado, baja el volumen para que el otro pasajero no sepa qué es lo que está escuchando.
Si viaja escuchando a otro cantautor no toma semejantes precauciones.
Tengo derecho a hablar con mi abogado
En un rato salgo a hacer mi declaración.
Voy a negar todo.
Voy a pedir hablar con mis abogados.
Mejor: "Tengo derecho a hablar con mi abogado".
Voy a pedir que no me dejen adentro.
Voy a gritar Policía Federal la verguenza nacional.
Voy a decir:Gracias, oficial, muy amable.
Voy a repetir: "Señor Inspector" oración de por medio.
Voy a explicar: Yo no fui.
Voy a reconstruir los hechos con un discurso de precisas descripciones objetivistas.
Nada de decir la palabra "horror".
Y después otra vez gracias a usted, señor Inspector, señor oficial.
Me tomo el subte en Corrientes, seguro, y me voy a trabajar.
No tiro piedras ni maldigo al oficial ni al inspector ni a nadie de ese nosocomio. Un poco sí al que reconozco,el que dijo el día de los hechos: "uh, el cadaver está azul".
"Su humor no me gusta señor oficial. No tiene ni me causa nada de gracia".
En la cabeza una canción de Dos minutos. Nada más me acuerdo del coro. Igual la voy a cantar.
viva el pijama sabático
Ayer o antes de ayer estuvieron Violeta y Hernán en la Plata hablando de lo que escriben y demás, vi un post pero no lo terminé de leer, ahora lo linkeo para leerlo más tarde, y digo eso todo seguido ultimamente si agarro libros no los termino de leer y a veces ni los empiezo, eu misma escribo cosas que no llego a leer y eso que paso en estos días más de una jornada laboral legal escribiendo.
La conclusión es obvia aunque por ahí no queda tan bien decirlo:
para escribir a veces hace falta no leer.
Ni tener vida social: hoy no voy a esta presentación aunque me gustaría:
Editorial Mansalva los invita a la presentación de la novela "La Boliviana" de Ricardo Strafacce, en el bar Varela-Varelita (esq. de Paraguay y Scalabrini Ortíz) este sábado 24 deMayo a las 19:00 hs. Presentarán el libro Mauro Libertella y Marcelo Damiani, y el autor leerá algunos pasajes de la obra. Habrá vino y muchas otras sorpresas. Los esperamos! Francisco Garamona
(igual el libro voy a comprarlo y voy a leerlo después)
Farc, Paramilitares,Campesinos y Soldados, son, para ella, todos iguales
Carmelita Misionera Teresiana
una mañana de sol como esta
por la causa
ésta sí es una novedad editorial.
Otra real pegada de la Funesiana.
Grunge, de Alfredo Jaramillo, Editorial Funesiana, 2008.
comprenló
hablar recien más tarde; a la tardecita, hermana y hermano y madre, chistes en el teléfono que despues de horas causan gracia, recuperar la mueca de sonreir en el subte de vuelta y todos dicen no deberias haber ido a trabajar.
tratar de comer y fin de noche como las viejas que me da culpa decirle viejas pero se le dice así que escuchan LU2 hasta dormirse para no pensar en eso.
No pensar en eso: en el subte de ida al trabajo querer sentirse no, sino ser Dios y tener un arca de soña y poner primero pensé a todos los que quiero, a los chicos y a los pares y a los ancianos queridos, después pensé en todos porque quien es uno no, para decir este que no venga. Querer ser Dios y haya vida y paz
ahora como las viejas ver Sex and the City madrugada y repetido para no pensar, fantasmas feos, fúchale, el mundo es un hogar.
extenso mantra de viernes con forma de otra cosa
no debiera nacer el que no tenga una causa noble por
la cual luchar, justificando así su paso por la tierra"
un coment indignado y anonimo del blog de tamarisco
Una nota en un suple de musica o cultura joven no es taan importante ¿no? (bah, ¿alguna lo es?) A pesar de que el comentador peque de actuar lo mismo que critica -se indigna porque quienes supuestamente "lo legitiman" son giles, qué fácil caer en la trampa retórica- hay algo de verdad en alguito de eso. Y tampoco es para culpar a los redactores de ese alguito de los males del mundín literario todo, creo, no parece haber nada de mala leche en la cita que hicieron del sello cordobés. No sé, tomarse tan en serio no siempre está tan bien y a veces incluso es perjudicial para la salú, no te estresés, digo otra vez, noche de sábado limado aún frente a la compu, afirmo como si fuera cierto, eu en mi ingenuidade.
apdeit:
Confieso: en realidad todo este post para poder decir y citar "Los periodistas sacan notas como choripanes".
me cuentan que
Se sienta, saluda, charla, primero saluda después charla y después de hablar de rumores infundados con respecto a la situación económica del país se da cuenta de que no habrá pasado ni media hora desde que está sentada ahí picando esa papas fritas medio húmedas y que ya otra vez casi sin querer está conspirando con carota de mal disimulada felicidad; por cuarta vez en el mismo día llega a más de una interesantísima conclusión.
Y a Rambona:
Leer sólo novedades no le sirve de mucho porque le cuesta leer de todas formas. Pero entonces toma las novedades editoriales que cree "legitimadas" por otros que considera tienen algo prestigioso en su apellido o su cuenta bancaria o su aparición en el medio tal y entonces se anima, toma envión y recomienda y enseguida, cuando escribe esta es la mejor novedad editorial del mes, se olvida del plagio mental encubierto, de la cobardía, del manual escolar de dónde sacó ese puñado de principios que, después de todo, me contradigo, le resultan útiles. Lo mismo valdría para los clásicos, claro.
Por mi parte oscilo en la visión de algunos cuadros que se quedan en la síntesis anticuestión gorila o no gorila y los otros que igual piensan porque pueden pensar desde la dualidad y creo que eso ya es mucho, tener una plataforma desde donde lanzarse a pensar otro país esta región otro lugar. Esas son las bondades de la militancia "digo yo en mi ingenuidad".
De libros y lectores y escritores y editores hoy prefiero no hablar.
Marcelo López escribe una reseña de La marca del milagro
de Damián Terrasa (Editorial Tamarisco, 2007) en un nuevo número de la revista NO RETORNABLE
Por supuesto, comenzar con esta cita del santafesino, no quiere decir, de ningún modo, que la novela en cuestión –La marca del milagro-, tenga que ver, o incluso mantenga, algún tipo de filiación interna con la obra de aquel autor. Sin embargo, y sea o no homologable la poética de Damián Terrasa a la propuesta de Saer, hay algo en lo que ambas –la novela, la propuesta saeriana- se asemejan: en su función. La novela de Terrasa, como demandaba el santafesino, no intenta de ningún modo “corregir las distorsiones a menudo brutales de la historia inmediata”. Más aún, se apropia de ellas y las convierte en un factor clave de su material narrativo. Esas distorsiones, en realidad, lo que hacen es configurar una parte fundamental de su objeto y del mundo que, por acto reflejo, nos devuelve la novela. No faltan en esta ópera prima travestis, ni una candidata a presidente que intenta dar una imagen parecida a Evita, tampoco la problemática de la violencia social que el fútbol se encarga de hacer visible cada fin de semana (los aprietes a dirigentes, las corridas entre hinchas, etc).
Los sistemas de exclusión que la novela veladamente propone –me refiero al problema de la sexualidad, la violencia social- derivan, a otro nivel, en una exclusión más particular: la exclusión del sentido. Se promete, ya desde el título, un “milagro”. Y, ¿qué es lo que un milagro, en tanto tal, debe excluir? Precisamente eso, el sentido. Si la explicación tuviera un sentido lógico (una confirmación racional, digamos), entonces no sería un milagro propiamente dicho. No contaré de qué se trata ese milagro que se menciona ya desde un principio. Vale la pena leer la novela y despejar esa duda por motus propio.
Divertida, de una escritura muy ágil pero trabajada con un tratamiento formal poco convencional, la novela de Terrasa tensa los lugares comunes de la literatura para ubicarse, por momentos –son los menos, pero sí los más divertidos- en situaciones incómodas, como por ejemplo: narrar la travesía de una aceituna antes de ser deglutida por un personaje casi infrahumano o el punto de vista de una muñeca de plástico (literal) que ha sido tirada a una bolsa de basura.
También la locura es un modo de exclusión social y no falta en la novela. Denominamos, casi en una convención tácita, como “loco” o “anormal”, a todo aquello que no respeta una serie de parámetros dispuesto por una entidad superior jerárquicamente –el Estado, las diferentes ciencias, en este caso, la psicología-. La historia de la mujer que anhela casarse y ve potenciales maridos por todos lados, no deja de tener en sí misma una cierta dosis de cinismo que resulta divertido. Pero, a la vez que divierte y distiende, esa misma historia atraviesa la novela como metáfora de la sociedad. El corte, la separación cada vez menos clara entre lo que es “ficción” y lo que entendemos por “realidad”, es un modo de cuestionar el momento que nos toca vivir.
La marca del milagro, es una novela tan original que se da el gusto de hacer su crítica social más concreta y seria a través del monólogo interior de uno de los personajes más border: “todos juntos en el mismo tacho, a la espera de no se sabe qué, y con la angustia palpable de que ya no vale la distracción fácil de mirar hacia el costado, de drogarse con el invento de un futuro que nos hacen creer eterno, repleto de proyectos, hipotecas, planes, metas, cualquier cosa que pueda entretener pensamientos porque la conciencia de lo finito de nuestras existencias es demasiado pesada, abrumadora…” ¿Quién dice esto? ¡la muñeca!.
“Asumir la experiencia del mundo en toda su complejidad, con sus indeterminaciones y sus oscuridades” pedía Saer en la cita textual del principio. Damián Terrasa lo hace, a través de una forma que por momentos es compleja, pero que representa perfectamente esa zona de indeterminación que la realidad suele presentar. La apuesta del autor no es menor, y la lectura de esta divertida novela bien vale la pena.
Sobre la lista del super
Mi escritorio fue y parece abandonado. Sobres viejos con invitaciones, la más linda convoca a la feria mas importante del mueble y la decoración, me imagino yendo y que me regalan una silla.
El primer día es de los mejores, o sea como todo lunes hay poca gente y el sonido ambiente es el de teclas de teclado de computadoras de escritorio productivas. La gente de El Observador y los de Cultura, paisaje templado sin policiales ni vedettes ni política candente; que la coyuntura no altere nuestra rutina es un valor o una falta.
Una redactora se me acerca y me dice que gané el premio perfil, pero hace un gesto y le digo que quizá sea envidia, claro, porque ella adivina o especula cosas; trampas, vanidades, celebrities que nunca fueron y quisieron ser, no tengo nada que ver con cualquier forma de mala intención; toda esta conversación es un breve divertimento de oficina.
No le creemos. No hay versión oficial.
Igual nos reímos porque nos resulta gracioso, porque estamos muy bien predispuestos para, como decía alguna canción insoportable, “volver a empezar”.
El subte en hora pico va lleno; los que no transpiramos porque sólo escribimos viajamos mejor aunque sea en la línea D.